martes, 24 de abril de 2012

Apuesta por el Rock'n'Roll (Madrid Maratón)

El domingo corrí en Madrid mi maratón nº 25. . Ni me ha conferido más mérito que a cualquier persona con vida sedentaria. Incluso, me ha dotado de algún aspecto negativo a sumar a los muchos que "venían de fábrica", como desarrollar el "instinto cazador" inherente a casi todo corredor (ir de mentira en mentira como que no se entrena nunca o decir que te lo has tomado con tranquilidad cuando has pinchado profundamente) o una excelente habilidad para aburrir a los que no comparten afición cuando intento responder a su clásica pregunta "¿en qué puesto te has quedado?".

Pero correr, aunque haya gente que no lo pueda comprender, me aleja de la rutina. Para una persona más o menos solitaria como yo, los días son diferentes si salimos a trotar por el camino a) o por el b); si suena el despertador para hacer una carrera en Madrid o en cualquier otro lugar; si me enfrento a una media maratón o a los 42 kms; si tengo pensado rodar 90' o 120', en llano o con cuestas, por camino o asfalto, solo o raramente acompañado...

Correr me proporciona, ante todo, una serie de emociones e imágenes (emocionantes) que extrañamente podría olvidar. Como cruzar el Puente de la Libertad, inacabable, camino de una Venecia que se observaba todavía lejana, para después  atravesar el Gran Canal y desembocar en la Plaza San Marcos; como fundirme en un abrazo con mi madre al lado del Coliseo poco antes de llegar a la meta; como ese "vamos chicos, que ya está hecho, que ya es bajada" que surgía de la densa niebla,  entre la que poco después vislumbramos a 3 voluntarios, que poblaba el Pico de las Tres provincias en la carrera de Somosierra del octubre pasado; como correr por un pinar nevado, en soledad, escuchando únicamente tu respiración y el crujir de la nieve bajos tus pies; como esos abrazos en los que te fundes con algún amigo o compañero de carrera cuando llegas a meta, no importa en qué localidad o país, y que prueba que has superado otro reto... pero, ante todo, te confiere durante algún tiempo (quizá sólo segundos o minutos) una sensación terrible de inmortalidad.

Y Madrid fue una muestra más de esto que acabo de señalar. El breve (por culpa del ropero) previo con amigos (Alberto, Santi, Andrés...); los dos kilómetros de conversación con Ricky Abad y aquellos que se acercaban a animarle en su empresa para llegar a los 1.000; los corredores de los 10 kms deseando suerte y apelando a nuestra fuerza cuando los recorridos se separan; varias conversaciones con otros corredores, algunos de la zona (Alcázar, Ciudad Real, etc.), en carrera; esos kms que convierten a Madrid en especial que, para mí, son los que van desde Argüelles hasta el Palacio Real  (Ferraz pone fin a esto, avisando de que no va a ser siempre así); esos niños que ponen sus manos para que choques la tuya y le dicen al de al lado que este corredor sí lo ha hecho; esos ánimos de gente que no conoces y que por momentos te hacen creer que eres un héroe (y aunque sabes que no lo eres, te engañas y te convences de que en realidad sí); la lucha con mi propia mente que comienza siempre cuando vas viendo gente andando y debes autoconvencerte de que tú puedes seguir...

Especialmente recordaré a la altura de la Calle Toledo un hombre de unos 75 años y con muletas que se encontraba sentado (tirado casi) en una mediana viendo a los corredores y que me espetó un "vamos chico" que todavía me pone la piel de gallina; por supuesto, algún conocido que gritó mi nombre a lo largo de la carrera (Juanlu de improvisado fotógrafo en mitad del infierno, Jorge de liebre de lujo, Cristina) o sin acordarse de mi nombre me reconoció y me animó con cualquier apelativo; ese pasillo humano que en la parte final del recorrido se crea y esa entrada en el Retiro, seguida de esa cuesta abajo que te lleva al final entre el aplauso de la gente, al que respondo y con el que vuelvo engañarme al creer que por hacerlo redoblan los ánimos hacia mí.



Este año el maratón de Madrid pasaba a llamarse Rock'n'Roll Madrid Maratón al formar parte de la franquicia USA. Sin embargo, es la carrera de siempre, poco ha cambiado en esta sexta ocasión que me enfrentaba a él. Más animación musical, que es el principal reclamo publicitario de dicha franquicia y poco más. Si acaso un error de bulto como es prescindir de los camiones que desde la salida transportaban la ropa hasta la meta y que causó el caos entre la gente, por falta de previsión del tiempo empleado en llegar a ese punto o por no haber leído la nueva disposición. Las críticas por esto ya se habían dando desde que se conoció. Y, en los términos que interesa a la organización, el aumento de finishers en los 42 kms de poco más de 8.000 (cifra que parecía inamovible aun en tiempos de expansión general) hasta 9.959. Pero nuevamente lejos de las cifras publicitadas de ventas de dorsales. Se ha podido ver mucho extranjero corriendo otra vez en Madrid (incluido mucho "yankee"), por lo que quizá pueda seguir creciendo; este es, por ejemplo, uno de los puntos fuertes del impresionante ascenso de Barcelona.

Sobre el recorrido, el mismo de los últimos años y que todos conocemos. Salida de Colón Castellana arriba (me estrenaba en compartir kms con la prueba de 10, que ocasiona cierto embotellamiento inicial), en ascenso considerable pero de efectos mitigados por ser el inicio. Paseo por el vacío de animación Barrio de Salamanca comenzando ya un descenso apreciable antes de la decena de kilómetros pero que a partir de aquí se incrementa, aun cuando siempre encontramos toboganes, especialmente junto a Nuevos Ministerios, donde ayuda el apoyo popular. Incremento disparatado de ritmo al circular por el centro de la capital, desde Bravo Murillo, con perfil que sigue siendo muy favorable y ánimos de espectadores, y que culmina entre Gran Vía, Callao y Sol (con rock en vez de Chariots of fire este año). Continuamos por calle Mayor, Palacio Real, Plaza de España y la calle Ferraz (sin connotaciones políticas) que nos avisa de que pronto acabará "lo bueno". Aquí cruzamos la media maratón y todavía queda la pronunciada bajada del Parque del Oeste y la larga Avenida de Valladolid - Paseo de la Florida hasta llegar al primer punto clave de la carrera.

La entrada en la Casa de Campo, en el km 25, es para muchos el comienzo del sufrimiento. Creo que porque se pasa de estar rodeado de edificios y, en menor medida, de gente, a encontrarte todo despejado a tu alrededor; es un bajón psicológico. Además, el viento, hasta entonces inapreciable aquí comienza a soplar en contra en los primeros kilómetros. No son pocos los que se ponen ya a andar; no van a recuperar fácilmente con lo que queda por venir. Giramos a la altura del Parque de Atracciones y vuelven las fuerzas con un nuevo descenso y el aire a favor, aunque la CDC nos despide con una fuerte cuesta arriba que sólo la Avenida Portugal nos permite recuperar. Es prácticamente el último respiro: a partir de aquí aparece la leyenda del maratón de Madrid. Ganada a pulso, desde luego, a pesar de los intentos por suavizar el perfil cada poco tiempo.

El Paseo de la Virgen del Puerto nos aleja del Calderón, "remontando" el Manzanares,  para hacernos desembocar en la calle Segovia. Esta primera cuesta es el inicio "de las hostilidades". En cualquier maratón (a punto de llegar el km 36) los kms están ya pesando; en Madrid además de pesar son los de perfil más duro. Tras Segovia recorremos el km del Paseo Imperial, todo ello picando hacia arriba, con algún falso descanso y alguna rampa dura; y enlazamos con el Paseo de las Acacias y la Ronda de Valencia. Tomamos aire en Atocha para que a los 5 metros de girar en Alfonso XII necesitemos una botella de oxígeno: 300 metros que no se olvidan así como así, a pesar de que desde hace tiempo la animación es elevada. Todavía quedará subir calle Alcalá hasta la entrada al retiro y ya tomarse un respiro en forma de bajada a meta o si alguien lo desea (y puede) esprintar.

Poco que añadir respecto a mi carrera. Comienzo con la idea de hacer un buen entrenamiento, ligero, de cara al ultra-trail de principios de junio. En el km 10 miro el reloj y veo que me encuentro bastante bien. La primera parte voy hablando con unos y otros e intentando frenarme dentro de lo posible: paso la media en 1h30' justos. Ni me planteo la idea de las 3 horas porque sé que aquí en los últimos kms no voy a mantener a 4'15" el km y porque, al sexto intento, quiero acabar un maratón en Madrid como he acabado en otros lugares: entero, sufriendo algo pero sin hacerme la pregunta de qué hago aquí, planteándome otro maratón antes de acabar este. Y lo he conseguido.

Consigo que la CDC no mine nada mi mente y cuando empezamos a subir evito mirar el reloj; hasta ya dentro del Retiro no volveré a echarle un vistazo. Pero sé que, sólo por el perfil, estoy unos 10 segundos por encima del tiempo que venía marcando por km; y eso que estoy subiendo a un buen ritmo y adelantando constantemente a corredores (creo que en la segunda media llego a subir 300 puestos para acabar en un más que honroso 356 de la general, creo). Las cuestas más duras me hacen flojear pero pronto vuelvo a coger el ritmo, respondo a los aplausos, saludo a los fotógrafos y a la TV... realmente voy todo lo cómodo que se puede ir cuando llevas casi 42 kms y estás subiendo. Incluso, no he tenido casi que acordarme de mis allegados para buscar fuerzas de algún recóndito lugar. Sí me acordé de ELY y sus múltiples problemas por el vomitivo machismo que todavía impera en este país (donde quiera que estés, llámame alguna vez) y hubo algún recuerdo durante la carrera para el  grandísimo Javi Sanz (te queremos de vuelta ya).  En recta me dejo ir disfrutando y dirijo palabras a gente de la organización o del público, puede decirse que estoy feliz. En línea de meta un tiempo neto exacto de 3h02'.

No necesito, esta vez, ni recuperación. Y siguen las imágenes: saludo al director adjunto de la revista Runners, que está justo en meta (Alex) y aprovechando que todavía los corredores no llegan en masa aprovecho para improvisar "una ceremonia" de entrega de medalla con los encargados de ello. Charlo con el colega forero Sideuvol (nacido en Alcázar de San Juan) y junto con otros dos corredores llego al guardarropa para emocionarme cuando los voluntarios comienzan a aplaudir. Mientras que estiro y recupero líquidos en el césped miro atento al lado del acceso a la zona de recogida de ropas para ver a conocidos.

Y es que lo mejor que tienen las carreras es la camaradería que se desarrolla. Con conocidos y con gente con la que compartes algún kilómetro. O, incluso, sólo compartes el lugar donde te sientas a descansar después del esfuerzo. Los ánimos a través de las redes sociales; las llamadas telefónicas antes y/o después, aquellos que corren unos kms junto a un amigo para que este consiga su objetivo... camaradería. Por eso, desde aquí felicito a todos esos conocidos que terminaron su primer maratón: como Luis y Paco (grandes ellos), Ramón (que tendrá más compañía el próximo maratón al que vaya) y la genial Almudena (del grupo de las mujeres de hierro, como Bea). 

También a todos aquellos con los que compartí algún minuto del inolvidable fin de semana (imágenes que no, no se borrarán). Los Runners de Barrio: con mucho Alberto, alguno nacido en la mancha (enhorabuena por esa MMP), algún otro lleno de compromisos (y no sólo atléticos, que también) o Jorge y esa voz al final de la Avda. Portugal. Los chicos de Dancos con los que volvía a compartir previa y post de carrera (Jose, Mariano, Miguel Ángel y los debutantes Javi y Carlos). A David Capa, otro clásico, y a los geniales Juanlu, Santi y Andrés. Y a Ray, a quien prometo no meter en la cabeza demasiadas locas ideas.

Lo dicho. Contrariamente a lo que algunos consideran, no creo que correr me haya hecho mejor persona que aquellos que no lo hacen... pero, desde luego, no me ha hecho peor.

miércoles, 18 de abril de 2012

Rumbo al maratón de Madrid: Gabriela Andersen

Posiblemente no sea así, pero me gusta decir que la primera vez que supe que quería correr un maratón fue el 5 de agosto de 1984. Para la gente de mi edad y los de alguna superior, esas imágenes llegaron a lo más profundo del corazón y se incrustaron en la mente. Para siempre. Esa fecha se celebraba la prueba del maratón femenino en los Juegos Olímpicos de Los Angeles '84. Pocos se acuerdan de la épica victoria de la por entonces plusmarquista mundial, la estadounidense Joan Benoit, recorriendo toda la prueba en solitario; serán mucho menor el número de aquellos que recuerdan que la medalla de plata fue conseguida por la noruega Grete Weitz (9 veces ganadora en New York entre 1978 y 1988) o que el bronce fue a parar a otra leyenda, la portuguesa Rosa Mota que en Seúl ocuparía el cajón más alto.

Sin embargo, todos o casi todos se acuerdan de ELLA. Aunque no sepan su nombre, ni su nacionalidad, ni la fecha exacta de las imágenes, ni la carrera en concreto a la que pertenecen. Todos, o casi todos, recuerdan a aquella atleta que encaraba la recta de meta tambaleándose, deshidratada, con una pierna rígida, de una calle a otra como si estuviera ebria, a punto de caer pero sin hacerlo, seguida por los jueces y que al final logra acabar tras casi 6 minutos de agonía la vuelta al estadio... todos, o casi todos, recuerdan a GABRIELA ANDERSEN-SCHEISS.

                                                       En griego, pero con sonido ambiente
Aparte del impacto causado, de lo escalofriantes en sí que son estos minutos... diferentes circunstancias han contribuido a hacer de esta imagen una de las más populares y recordadas del deporte mundial.


EPICA DEL MARATÓN

Una prueba de larga distancia se presta a estar asociada a la épica, adquirida especialmente en años en los que no existían avances en tecnología y medicina deportiva, entrenamientos, dietas y mil aspectos más. Esto,  junto a la importancia mediática que la maratón ha tenido como prueba reina, ha ayudado a desarrollar su "lado épico". Es el cuerpo humano contra sí mismo, contra sus posibilidades. Hoy puede resultar "más fácil" correr una maratón; hay quien se la toma a la ligera, quien se la toma demasiado en serio sin vivir de ello... pero sigue estando asociado a esa épica y Andersen fue un buen reflejo de ello. Pero ha habido y habrá muchos casos más.

Sin ir más lejos, el propio "inspirador" de la carrera, Filípides (cuya existencia ni gesta está probada, ni mucho menos), moría tras completar la distancia. En las Olimpiadas de 1908, en Londres, aparece uno de los grandes héroes de la distancia. El italiano Dorando Pietri había logrado remontar posiciones y se planta en línea recta en el estadio. Allí cae y equivoca la orientación, víctima del agotamiento extremo. Es ayudado por jueces y médicos y logra acabar y en primera posición; sin embargo, será descalificado por esta ayuda extra. Pietri se ganó el cariño y la admiración de todos .
                                                                                                        
Un movimiento  popular encabezado por el escritor Sir Arthur Conan Doyle (el padre de Sherlock Holmes) consigue que sea invitado al palco real para hacerle entrega de una copa de oro premiando su esfuerzo y valor. A Pietri se le debe la creciente espectación por esta prueba que, curiosamente, aquí oficializa esta distancia, ya que desde Atenas 1886 había variado su distancia en los Juegos y en otras maratones que fuera de la cita olímpica habían ido naciendo, entre ellas la mítica de Boston. Hay varias teorías, pero parece que la más aceptada es que con lluvia en la salida, el príncipe de Gales, Jorge V, retrasa el lugar de salida hasta el Palacio Real para que la reina Alejandra no se mojara, los que llevaría los 40 kms iniciales a los 42,195 actuales (en Estocolmo, prueba de la que se conmemoran 100 años este verano, volverá ser menor, pero esta es la que acabará siendo oficial).

En el maratón olímpico de 1912 (Estocolmo), la maratón se cobraba su primera víctima documentada, el portugúes Francisco Lázaro. Moría por deshidratación, fundamentalmente provocada por el añadido de untarse con grasa el cuerpo en un día caluroso. Zatopek, en Helsinki 1952, había ganado el oro en pista en 5.000 y 10.000 metros y también corría el maratón (su debú en la distancia); se cuenta que a la altura del 30 preguntó con buena fe a sus compañeros de carrera "yo no entiendo mucho de maratón pero, ¿no estamos corriendo demasiado despacio?". Lógicamente, acabó marchándose y ganando en solitario. Otra imagen clásica (el maratón está íntimamente asociado a los Juegos Olímpicos) es la de Abebe Bikila ganando en Roma corriendo descalzo. Era la primera medalla para un atleta africano en la historia. 4 años después, en Tokyo, volvería a ganar batiendo el récord mundial. Quizá sean los más significativos, pero ni mucho menos son los únicos ejemplos (Gailly, Lopes, etc.)


EL MARATON Y LA MUJER

Pierre de Coubertain, el padre de los JJOO modernos, creía que la participación de la mujer en las pruebas disciplinas debía reducirse a colgar la medalla del cuello del ganador masculino. Aun así, a partir de 1.900 (París) hay alguna prueba de género femenino. En Amsterdam 1928 se incluye como nuevo deporte el atletismo femenino, con pruebas de velocidad, salto de longitud y el 800 como prueba de medio fondo. Varias fueron las mujeres que llegaron exhaustas en esta carrera, derrumbándose tras llegar a meta (la mayoría procedían de pruebas más cortas y también hubo hombres que en su competición llegaron en las mismas condiciones, pero sabemos el machismo de la sociedad), lo que llevó a un movimiento de protesta que acabó con sacar del programa olímpico las pruebas femeninas de más de 200 mts.  No regresarían hasta Roma '60, con una excepción: el maratón siguió fuera del programa olímpico para las mujeres.

Como en la mayoría de los aspectos de la vida, la mujer también ha encontrado graves obstáculos en el mundo del maratón. Hay constancia de que ya en 1896 una atleta griega completó la distancia en el circuito del maratón original, aunque por su cuenta. Ya en nuestro siglo, diferentes documentos muestran que de vez en cuando alguna fémina lograba participar y terminar una maratón (por ejemplo, Marie Ledreu en 1918). En 1965, Roberta Gibb lograba correr el Maratón de Boston "a escondidas" y sin dorsal. Un año después, Kathriner Switzer se incribía en este prestigioso maratón con sus iniciales (K.V.) junto al apellido; no había que especificar sexo. Dentro de los primeros kms sería asaltada por el co-director de carrera al ya famoso grito de "Get out of my race", aunque pudo continuar la marcha por el apoyo de otros corredores. Por cierto, Gibb había vuelto a correr de manera clandestina.
                                                    El famoso "Get out of my race!"
Tras varios años de turbulencias, en las que cada vez hay más protestas, los dorsales llegan a tener la lenyenda de "para hombres sólamente" y varias mujeres se presentan en línea de salida sin dorsal (algo meritorio, diferente a los gorrones caraduras que cada domingo pueblan las carreras en nuestro país)finalmente, en 1972, se oficializa la carrera femenina en Boston. A estas alturas, la presencia de la mujer en el maratón va en aumento y en 1979, la Federación Internacional sanciona el primer maratón femenino: el de Tokyo. La cita olímpica de Los Ángeles '84 era la primera en la que se celebraba el maratón femenino.


EL PODER DE LA TELEVISIÓN

Ahora que se acerca Agosto y los JJOO de Londres, vendrán los programas hagiográficos sobre el movimiento olímpico. No es oro todo lo que reluce (aunque sí sea oro lo que ganan los dirigentes de estos comités): ya he puesto de manifiesto el machismo del intachable Coubertain, por ejemplo. Tampoco suele contarse que LA había pujado por hacerse con la celebración de la cita olímpica en 1980, aunque habían ido a parar a Moscú. Tras acabar Montreal '76 se anuncia que estos juegos han dado pérdidas económicas. Nadie se postula para organizar los de 1984. ¿Qué hacer en estos casos? Como siempre, recurrir a USA. Se habla/convence y Los Ángeles es el único candidato que se presenta a la elección.

Los Ángeles '84 se convertirán, desde mi posiblemente equivocado punto de vista, en los JJOO más importantes desde los primeros en Atenas. Por un lado, se convierten en un negocio. La Administración prácticamente no pone dinero (que sí, Gallardón, que sí), se usan instalaciones existentes en vez de crear todo nuevo (menos corrupción, por otra parte), se deja paso a la participación privada... pero, sobre todo, son las olimpiadas donde la TV da un paso adelante en casi todo el mundo, lo que hará que definitivamente sea un acontecimiento cercano a todos y adquieran la relevancia que poseen en la actualidad. Por supuesto, esto a su vez traerá consigo un espectacular aumento de los ingresos por derechos de retransmisión, algo que en la actualidad ha llegado a ser la principal fuente de ingresos del proyecto olímpico. Y sólo con un efecto secundario: todavía veo al águila Sam por todos los lados.

Bromas aparte, todo esto hizo que este acontecimiento deportivo alcanzara una nueva dimensión, sobreponiéndose al boicot de la URSS y buena parte de los países de su círculo como respuesta al que USA había practicado en 1980 como protesta por la invasión de Afganistán. A mí Moscú me pilló demasiado joven y tengo un vago recuerdo (el osito Misha), pero la gente un poco mayor tampoco la disfrutó en profundidad. Motivo: TVE hizo una cobertura pobre, con aproximadamente 2 horas diarias de directo y algún programa resumen. Pero en 1984 se pudieron seguir casi íntegramente, con algún familiar despertándonos para ver a las 4 de la mañana los partidos de baloncesto o un primo que lloraba como nunca le he visto porque Abascal había ganado el bronce en los 1.500 metros.


Dado el calor que hacía en California en esa fecha, la maratón femenina comenzó a las 8 de la mañana, por lo que las imágenes de Gabriela llegarían a nuestras pantallas sobre las 19:40 hora española (si no me equivoco), por la 1 como decíamos antigüamente. Todo el que estuviera en casa en una calurosa tarde de verano de los 80 estaría ante el televisor.

La suma de estos factores es lo que confirió la inmortalidad a esta escena: el sufrimiento heróico de la atleta, el levantamiento del "veto" a los 42,195 kms en los JJOO y el hecho de que llegara a una audiencia masiva. Por supuesto, las críticas no tardaron en llegar: hubo quien levantó la voz contra el maratón femenino. Sin embargo, ayudó que la suiza de 39 años tuviera una recuperación rápida, pues dos horas después recibía el alta y comenzaba a alimentarse, a las 10 horas atendió a los medios y a las dos semanas volvió a competir en un duatlón (32 kms corriendo y 26 a caballo)
  
Como anécdota histórica, se cambió la normativa y apareción la regla Scheiss, por la que los médicos podían atender en carrera a los atletas sin que estos fueran descalificados por ello, como hasta la fecha. Sin embargo, personalmente creo que no debió dejarse completar la vuelta en ese estado, las consecuencias podían haber sido fatales. En los reglamentos de cualquier carrera siempre hay un punto que recoge que una de las razones de poder ser expulsado de la misma es si tu condición física se reduce sobremanera. ¿Cuál es el límite? Recuerdo que cuando corrí el Maratón de Estocolmo, el día fue terriblemente caluroso, 30 grados marcaban los termómetros en la salida, lo que unido a la hora (3 de la tarde) hizo de la carrera un infierno. A partir del km 34-35, 3 personas con peto se distribuían cada 300 metros o así, mirando fijamente para ver si tenían que retirar a alguien. Claro, te acercabas a ellos y ponías cara de ir paseando. Impresionante la organización de este maratón...

Posiblemente no sea así, pero si alguna vez me preguntan o en alguna conversación se presenta el tema, ya sabéis a qué me refiero si comento que la primera vez que supe que quería correr un maratón fue el 5 de agosto de 1984.

lunes, 16 de abril de 2012

Rumbo al Maratón de Madrid: CP del Porvenir

Entramos en semana de maratón. Será mi carrera nº 25 sobre la distancia (22 de asfalto y 2 de montaña hasta la fecha) y la sexta vez que recorra las calles de Madrid. Esta vez tiene nuevo nombre e imagen (Rock'n'Roll Madrid Marathon) pero el recorrido viene a ser el mismo, ya asentada la meta en Retiro que sustituye a la que se producía en plena Castellana (aunque con anterioridad a esta ya había acabado en el famoso parque madrileño). Y los que nos hemos enfrentado a ella en varias ocasiones ya conocemos la dureza del trazado, sus toboganes y en especial esos últimos kms que te hacen enunciar el generalmente incumplido nevermore con más fuerza que en la mayor parte de los maratones de asfalto. De los que he corrido, quizá se llevara la palma por concentrar la dureza en esa parte final, aunque Bruselas y Nápoles tampoco eran "demasiado llanos".

Sí, los planes siempre recomiendan no hacer demasiados esfuerzos los 10 días antes o así, rodar tranquilo, bajar kilometraje y demás aspectos juiciosos. Pero considero que es para los que corren sus primeros maratones, los que quieren dar lo mejor de sí o, simplemente, para personas sensatas. Como no cumplo ninguna de estas tres premisas, ayer nos fuimos a la CP del Porvenir, que celebraba su edición nº 24. En realidad podría catalogarse como de razonable la elección, pues había barajado la posibilidad de hacer la Media Maratón de Valdemoro o la de Toledo y no en pocas ocasiones he hecho esta distancia antes de una maratón. Pero esta vez, elegimos otra distancia, más que nada por la proximidad a casa después de 3 fines de semana consecutivos haciendo más de 200 kilómetros para llegar al lugar de la prueba.

La CP del Porvenir consta de algo más de 12 kilómetros (12,250 o poco más ) y se corre en Alcázar de San Juan, a 10 kms de donde vivo; así da gusto. El Porvenir es un barrio de la localidad, que es el que la organiza a través del club de atletismo del mismo nombre. Imagino que comenzaría como parte de las fiestas del Barrio y ha ido creciendo con los tiempos y con el tirón que el mundo del corredor popular está experimentando (para bien y para mal, porque la tontería cada vez es mayor). Integrada en el circuito de CP de Ciudad Real, ayer creo que contó con más de 800 participantes (y participantas, no se nos enfade la ex-ministra). Qué pensarán los que vieron sus primeros pasos...

Era mi segunda participación en esta prueba, la primera hace 3 años y curiosamente (siempre suele ser a mediados de abril) antes de que hiciera mi última aparición en MAPOMA. La verdad es que es una sencilla carrera que me gusta. Partes del barrio y haces algún kilómetro hasta entrar en el centro de la localidad, allí das dos vueltas más o menos idénticas y el último kms y algo te devuelve al lugar de la salida por otro lugar distinto al del inicio. Casi todo llano menos una cuesta que se sube 2 veces y la principal arteria del pueblo que se baja otras dos. La sensatez se acabó nada más salir, pues cogí un ritmo ligero que, aunque sin ser agobiante en ningún momento, sí fue superior a lo recomendable. Posiblemente se pague en el maratón antes o después (o eso dicen los expertos y les creo), aunque el hecho de tomar el domingo los 42,195 kms sin ningún tipo de pretensión y como "entrenamiento largo" para el Ultra Trail de Junio, debería ayudar a no sufrir en exceso. 47'33" o, lo que es lo mismo, 3'53" por km, en meta.

Por cierto, una de las carreras en las que más se puede recortar a base de subirse por las aceras, hacer rotondas rectas, no respetar el giro de ninguna curva... como corredor, lo que vi ayer al 95% de la gente (quizá sólo se produjo en la gente que observé, lo que dudo y mucho) me parece realmente VERGONZOSO. Y no hablo de atajar 2-3 metros por inercia; estoy hablando de un grupo numeroso que en la primera curva que encontramos, km 1, se va unos metros a la derecha para poder hacer 20-25 menos. O tener que llegar hasta donde hay un voluntario para girar y llegas tú solo porque los demás han hecho el giro antes. Y me da igual que por eso (que puedan ser en el total de la carrera los metros que sean, ayer por encima de 150 seguros) llegue gente delante de mí; lo que no llego a comprender es por qué un montón de gente que se junta a hacer una prueba de larga distancia busca hacer no tanta distancia. "Es que así haces menos metros", "te cansas menos", "segundos que ganas", "lo hacen todos"... No sé, quizá es que soy "corto de entendederas"; lo mismo me pasa con la Monarquía, me explican las supuestas ventajas y tampoco las comprendo. Y más ahora que esa de "es que dan una grandísima imagen" no cala demasiado.

Lo mejor, el (breve) viaje y conversación con Ray y los kilómetros compartidos con Ángel Herencia. Llegó a mi posición en la subida y los últimos km los hicimos juntos (con otro Ángel, y conocido, también compartí algunos kilómetros... sin saber que era él. Me hago mayor). Una máquina, el chaval. Por lo tanto, todo preparado para la nueva cita maratoniana del Domingo. Sobre el maratón y algunos aspectos publicaremos alguna otra entrada esta semana.

lunes, 9 de abril de 2012

Por la Vía Verde de la Jara

Una de las principales empresas que acometió Miguel Primo de Rivera durante su mandato dictatorial (1923-1930), que sobrevino como consecuencia de un golpe de Estado y que en todo momento contó con la connivencia, primero, y posterior apoyo del rey Alfonso XIII (no está de más recordarlo ahora que se extiende "la teoría conspirativa" del advenimiento de la República), fue la puesta en marcha de un ambicioso Plan Nacional de Infraestructuras. Dentro de este, se contemplaba ampliar el tejido ferroviario hasta crear una verdadera red de comunicaciones y aunque el Plan suponía endeudarse al límite (lo de endeudarse hasta "las cejas" no es nuevo en este país), se optó por ponerlo en marcha. Una de esas líneas uniría Talavera de la Reina con Villanueva de la Serena, poniendo en contacto así los valles del Tajo y del Guadiana. Se comenzaron las obras de dicha línea, aunque la caída del Dictador, las políticas económicas de la República y sus problemas, la guerra y la durísima postguerra, entre otros factores, hicieron que con los años se abandonara el proyecto con casi toda la explanación hecha y las estaciones construidas.

A principios de los 90, en España existían más de 7.600 kms de vías ferroviarias en desuso o, como esta, a medio construir. En 1993, el por entonces Ministerio de Obras Públicas, Transporte y Medio Ambiente, junto a organismos como Feve, Adif y Renfe, pone en marcha el Programa de Vías Verdes, por el que esos tramos ferroviarios no usados  se irán acondicionando progresivamente para poderlos recorrer en bici o caminando, fomentando a la vez el turismo rural. Un punto a sumar, ni mucho menos el único, a ese "socialista imposible", elitista él, que fue (políticamente) Josep Borrell; de moda retro ahora que se anuncia "amnistía", ya que siendo él secretario de estado de Hacienda persiguió duramente el fraude en líneas generales (vale, aunque particularmente se le olvidara hacer lo mismo con sus amiguetes y colaboradores Huguet y Aguiar).


La Vía verde de la Jara comienza en la estación toledana de Calera y Chozas (donde hoy ya no paran trenes de pasajeros) y se extiende a través de 52 kms hasta la de Santa Quiteria. Las obras del ferrocarril continuaron algo más, internándose en tierras extremeñas, pero al entrar en la comarca de las Villuercas se interrumpe definitivamente. Para promocionar la zona y, en concreto, la vía, alguien perpetró la maravillosa idea de organizar una carrera que cubriera un tramo de la misma. Así, en 2008 nace la Media Maratón de la Vía de la Jara, que ahora se conoce como Caldejara , organiza Evedeport y que también tiene la peculiaridad de celebrarse el sábado de la Semana Santa. El evento se compone de 4 pruebas, para atraer a la mayor cantidad de gente posible: una ruta familiar de BTT de 15 kms, otra de 80, una marcha de 15 kms y la media maratón (que había leído que eran 20 kms pero, que con cambio de ruta, llega a los 21,500). Entre las diferentes pruebas, casi 600 personas ayer.



Así que tocaba madrugar, 6 am, para hacer los 220 kms que me llevaban hasta Calera y Chozas, a unos 15 kms de Talavera de la Reina. Allí, a las 9.30 tomábamos un bus de la organización que nos llevaba a la línea de salida: la estación de Aldeanueva de Barbarroya. Es decir, haríamos el trayecto desde aquí hasta el inicio de la Vía verde; bueno, no se llega al inicio en sí, porque algún km antes nos desviamos buscando la meta, que es la ermita de la Virgen de la Vega, a unos 3 kms de la localidad, por lo que casi los 2 últimos los hacemos fuera de la vía. Como la distancia era de unos 15,5 kms entre los dos puntos, nos avisaban de que primero continuamos la Vía Verde unos 3 kms  hasta un punto, allí giramos, desandamos lo corrido hasta pasar por línea de salida y  desde ahí simplemente seguirla vía hasta el desvío al que he hecho referencia que nos llevará a meta.

A las 11 de la mañana nos poníamos en marcha los aproximadamente 100 corredores que participábamos en esta categoría, en un día algo desapacible y con bastante viento.  El perfil era bastante favorable, pues la primera parte era en tranquilo descenso y la segunda parte básicamente llana; así que los únicos "enemigos" eran ese viento mencionado, el firme formado por mitad asfalto en mal estado (parte derecha ) y tierra prensada (parte izquierda) y la más que posible soledad en todo el recorrido. Creo que algún otro año se ha hecho en sentido contrario, por lo que he tenido suerte y no me ha tocado subir cuestas. Los primeros 13-14 kms son fantásticos. No sólo por la bondad del perfil (que se compensa por el hecho de ir por debajo de 4' el km), sino sobre todo por la majestuosidad del recorrido. A partir del km 7 más o menos corremos paralelos al Tajo, cruzamos un par de túneles, tras el segundo (de unos 250 mts) atravesamos un viaducto con el embalse de Azután a nuestros pies y en todo momento atravesamos por una masa boscosa (encinas, jaras) renacida con las últimas lluvias. A estas alturas, he llegado a un grupo de cuatro en el que poco después no quedaremos nada más que dos, que llegaremos juntos hasta el último km donde mi compañero me descuelgue ligeramente. Pero mientras tanto, vamos disfrutando y quejándonos de vez en cuando por el viento racheado que se hace molesto, especialmente en las zonas más desguarnecidas.

Tras pasar por el Apeadero de Silos, el paisaje cambia. Entramos en una larguísima recta, entre cañas y zonas de regadío que sólo mitiga el adelantar a gente de la marcha (y al algún que otro corredor que va "fundido") que nos transmite ánimos. Poco después empiezo a no ir cómodo, hasta el punto de agradecer las zonas de cañas donde no da el viento; estamos ya en el km 17, por lo que tampoco puede ser mucho lo que toque "sufrir". Al final de la recta, más allá de 19, una señal y unos voluntarios nos indican el giro: me cuesta un poco retomar el ritmo y mi compañero se me escapa unos metros que no podré recuperar. Se ve el cartel del km 20, coincidente con mi GP" y a lo lejos (bastante a lo lejos) la ermita que debe ser la meta. De seguro que no hay 21, pienso. Con las fuerzas justas paso por la distancia correspondiente a la media (1h24'33") y tengo que hacer un último esfuerzo para completar la distancia total de 21,50 (1h26'38).

Aunque la organización invita a una comida, el día no acompaña en exceso, por lo que prefiero marchar. He dormido poco y me quedan 2 horas de vuelta. Pero he completado otra pieza,  y "exótica", para la colección. Quién sabe, quizá algún día amplíen el recorrido a toda la vía y puedan hacerse los 52 kms; o se me ocurra hacerlo con alguien por mi cuenta... o, lo más normal, vuelva a hacer esta carrera que espero se mantenga por muchos años.


lunes, 2 de abril de 2012

Una prueba con encanto: Subida al Piélago

Domingo 1 de abril, Domingo de Ramos. En la zona centro, la atención del mundo del corredor popular se centra en la cada vez más populosa Media Maratón de Madrid. Hace ya 8 años que participé por segunda y última vez, por lo que uno de estos volveré a estar en la salida; además, ahora termina en el Retiro y cuando yo la corría lo hacía en el estadio de Vallehermoso. Sin embargo, y aunque se encontraba más retirado y la carrera contaba con menor kilometraje, había decidido correr el Cross Subida al Piélago. Esta fantástica carrera se celebra en San Vicente de Hinojosa (Toledo), localidad que cuenta con algo menos de 500 habitantes y que se encuentra situada a unos 25 de kms de Talavera de la Reina, en plena comarca de la Sierra de San Vicente.

La carrera consta de unos 13,5 kms oficiales; algo menos según mi GPS, aunque el discurrir casi todo entre árboles puede dificultar la recepción de los satélites. Es un recorrido que combina asfalto (hormigón vertido de manera irregular, más bien) y tierra y que parte del centro del pequeño pueblo y sube hasta la montaña cercana del cual toma el nombre. Realmente, no llega a lo alto de la montaña: cuando se comienza el sendero que nos llevaría hasta la cima giramos y volvemos sobre nuestros mismos pasos, deshaciendo lo andado (o corrido) para, por el mismo camino, volver a la plaza. Es decir, lo que subimos lo bajamos. Y esto representa sobre 600 metros de desnivel; más o menos un 10% de media, aunque haya falsos descansos, una mini-bajada (que luego es subida) y rampas al 20%.

¿Cómo puede organizar una carrera así un pueblo tan pequeño? No lo sé. Bueno, es fácil: con mucha dedicación e ilusión.  Y lo debemos a la asociación cultura Villa de Hinojosa,  motor de una prueba que también sirve para conmemorar la proclamación como villa independiente de la localidad de Castillo de Bayuela, de la que dependía. Esta edición cumplía ya 23 añitos... y sigue siendo gratuita, una de las razones por las que voluntariamente se ha salido del calendario de la Federación (o mafia del atletismo español). En localidades minúsculas como esta todo el pueblo ayuda, colabora, presencia la prueba y está orgulloso de ella. Por ejemplo, al llegar bastante tiempo antes, decido tomar un café. El camarero inicia una conversación preguntándome si es la primera vez que voy a correrla, me dice que es muy dura, que me lo tome con tranquilidad, etc.  su hija se une a la conversación, también opina, me preguntan de dónde soy, me desean suerte y me despiden con un sonoro "seguro que te gusta y vuelves". O, también, tras finalizar paso ante un grupo de ancianos que han llevado sus sillas para colocarse y no perder detalle y comienzan a felicitarme como si viniera con una medalla olímpica de Londres. Una cosa y otra, singularidad/dureza de la prueba y pueblo pequeño volcado con ella, hacen de esta carrera un evento especial. Para mi gusto le faltarían 10-12 kms más, pero eso es otra historia.

A las 11,30 y con unos más que desafiantes 20 º de temperatura, unas 230 personas tomábamos la salida. Mi objetivo era calibrar las molestias articulares de las dos últimas semanas, por un lado; por el otro, conseguir hacer todo el recorrido corriendo y no convertir la carrera en una  "romería", pues este tipo de pruebas se prestan a ello: ahora ando, ahora me paro, ahora sigo corriendo, ando otra vez... e, incluso, voy a miccionar y no micciono, lo dejo para más tarde, ay que se me carga el gemelo, me pongo a estirar y demás "pseudo-estrategias físico-psicológicas" en las que incurrimos cuando hemos equivocado el ritmo o, directamente, nos presentamos en una prueba para la que no estamos preparados.

Pistoletazo de salida (Creedence Clearwater Revival en el MP3 para acompañarme), 20 metros para salir de la plaza y se inicia la subida con rampas exigentes. Al salir del pueblo la pendiente se suaviza y esta será la constante del ascenso: zonas duras, otras algo más asumibles  y algún que otro breve falso llano que es recibido con alivio. Tras unos 500 mts algo incómodos, pronto cada uno coge su ritmo y no hay problemas "de espacio". Antes de llegar al km 2 voy pasando a gente que ya se ha puesto a andar: por supuesto, no entiendo que hacían colocados en primera línea de salida. Voy subiendo a ritmo regular, salvando una tras otra las diferentes rampas duras y recuperando en las más llevaderas. Antes del km 4, aproximadamente,  hay una breve bajada que permite darse un respiro: será prácticamente el último de toda la subida. A medida que asciendo adelanto a gente y a pesar de que todos a los que paso hacen algún tramo andando (alguno para, luego se pone a correr a a toda velocidad para parar más adelante y así), psicológicamente tengo la fuerza suficiente para no dejar de correr, fuerza que en estos casos debe acompañar inexorablemente a la física.

Logro llegar al final de la subida sin parar de correr en ningún momento y en un tiempo aproximado de 38 minutos. Ahora sólo queda bajar. Pronto me pasan un par de corredores y me temo que aquí ocurrirá lo mismo que en las carreras de montaña, que no hacen sino pasarme corredores; pero no, pronto logro acercarme y bajamos juntos y a gran ritmo, poco más de 3 minutos el km. El miedo que tengo a las bajadas de montaña aquí parece no acompañarme, y las articulaciones no dan señales de queja, a pesar de lo irregular del firme, por lo que decido descender al tope de mis posibilidades, ya con la idea de rondar la hora en meta, tiempo que consideraba casi inalcanzable. El descanso citado en la subida, ahora es una cuesta de unos 200 mts que te destroza el ritmo; como voy fuerte, adelanto aquí a los dos que me habían pasado y a otro más y esa será la inamovible posición hasta el final de la carrera.

Al vislumbrar el pueblo, aparecen grupitos de gente animando. El último km es en la localidad y todo el mundo ha salido a las puertas para recibirnos. La entrada, en la plaza repleta de lugareños y acompañantes de corredores, y con el speaker anunciando nombre y localidad de cada uno de los finishers, la verdad es que es de las que no se olvidan. Como toda la carrera en sí. Termino con un tiempo oficioso de 58'42" y sabiendo que esta carrera "estoy obligado" a hacerla de nuevo (aunque no creo que se den las condiciones para volver a hacer este crono).

Por supuesto, CCR para acompañar.