martes, 23 de julio de 2013

I Maratón Misteriosa

La primera vez que supe de Javi Sanz fue cuando realizando búsquedas sobre maratones, hace ya años, me encontré con su blog, Javi Sanz: coleccionista de maratones. Por supuesto, como muchos otros, quedé maravillado con el historial que tenía, resultando difícil no liberar la mente e imaginarte corriendo por algunos de los lugares que él describía. No voy a esconder que parte de lo que he hecho después en el mundillo atlético lo debo a este descubrimiento, así como al hecho de conocer luego a otros amigos suyos (Quique, David...). Con el tiempo, eso sí, me he dado cuenta de algo importante: Javi podría haber corrido en los lugares en los que lo ha hecho y en muchos más, pero lo que realmente le envidio es la calidad humana que atesora y que minimiza esa extraordinaria vitrina repleta de medallas de finisher.

El grupo, mirando a dos cámaras
Posiblemente no lo haga pero podría correr una maratón en Buenos Aires, incluso clandestina como él hizo por un River vs Boca; pero ni en cinco vidas sería un tipo parecido a él. Así que, como el tango: "si  tú me dices ven, lo dejo todo". Siempre que sea para esto de correr una maratón; si es para recoger la siembra a lo mejor me invento una excusa. Ya he dicho que no soy tan buena persona. Bueno, voy a ser franco (con minúscula, desde luego): tenía la idea de correr en julio una maratón especial, pues puse ilusión en un proyecto de hacer algo similar en otra ciudad de Castilla León. Cuando esto no funcionó, pensé en una en mi localidad,  para hacer con algún amigo que quisiera, de la que tenía hasta tres recorridos. 

Pero fue entonces cuando Javi Sanz decidió sacar adelante esta idea de la Maratón Misteriosa, a la que tardé segundos en sumarme. En principio sería para la segunda mitad de julio, con lo que descansaba un poquillo de Peñalara. Como su nombre indicaba, pasaba el tiempo y nada sabíamos; sólo que la idea seguía en pie. No ha sido hasta algo menos de dos meses antes cuando se decía que nos apuntáramos los que estuvieran interesados y se confirmaba el día 21 de julio. Y seguía el misterio. Después apareció el recorrido, que al parecer era durillo. De durillo, una vez que lo pasé a wikiloc y vi el desnivel, pasó a duro. Y al hacerlo sobre el terreno, quedó calificado de manera definitiva como "duro de cojones". Perdón por la expresión, pero fue la más usada. De justicia reconocer que, además, es precioso. 

A grandes rasgos, puede describirse de la siguiente manera. Se parte de Trescasas, la localidad donde vivía la familia del organizador y donde tiene una maravillosa Casa Rural (http://www.casadeltiotelesforo.com/). Tras una vuelta por el pueblo, se toma la carretera que lleva a Segovia y una vez en la parte baja de la misma se sube hasta el Alcázar y la Plaza Mayor, descendiendo hasta el Acueducto. De aquí se toma la calle que desemboca en la carretera de La Granja y que en unos 7 kms lleva a esta. Se toma la carretera de Valsaín hasta llegar a un restaurante donde se da la vuelta para volver sobre nuestros pasos. Nuevamente en La Granja, se recorren los jardines antes de tomar la carretera que une San Ildefonso con Tres Casas, donde en el mismo lugar de inicio, concluye. 

Uno de los monumentos señeros del maratón
No queriendo que se le fuera de las manos, el número de participantes fue de 24, debido a una baja de última hora. Además, alguno tenía pensado hacer sólo una parte del recorrido, por lo que los que concluimos la prueba fuimos 21. En entrevista radiofónica previa, el organizador había afirmado que bastantes de los apuntados eran "maratonianos empedernidos". Él mismo completaría su prueba de esta distancia nº 74, pero había algún corredor con más de 100 en sus piernas (Antonio Huerta y Javi Martín). Algún ultramaratoniano como Miguel Campos y rostros habituales de carreras de larga distancia como Idoia Esnaola (la única fémina), el gran Javi Muñoz o Teo.

Plaza Mayor y Catedral, un punto del recorrido
 También los representantes de dos foros: el de Carreras Populares, del que Javi Sanz es el "presi" (con José Manuel, Angelín y Gerardo) y el de Forofos del Running con Marengo, Rapha, Cheve, Jorge y Patxi, al que "engañaron" para hacer más distancia de la media que tenía prevista (al final hizo 30... llegando directo del trabajo). Amigos del anfitrión (como el fenomenal José Luis y Antonio)  y de unos y otros completaban el elenco. El bueno de Ray, que este año está llevando a cabo cosas que hasta hace poco hubiera calificado de imposibles de haber pensado en ellas, era nuevamente "engañado" y también nos honraba con su presencia y la de su familia. Así que el sábado visitamos Segovia y La Granja y, de paso, anduvimos por parte  del recorrido (yo era uno de los matchmakers de la carrera) para no perdernos al día siguiente. Por cierto,  la ciudad nos recibió igual que la dejamos a mediados de marzo cuando corrimos la media: lloviendo. Afortunadamente, tras un par de grandes chaparrones, el cielo, aunque amenazante, nos dejó disfrutar de la ciudad. 

Tras las presentaciones y saludos, una buena y abundante cena y a descansar. Al día siguiente, desayuno a las 6 horas y a esperar al resto de participantes. La carrera comenzaba a las 8 y Javi volvía a sorprender con unos dorsales personalizados (perdón, Calducho) que le habían regalado. No había avisado a las autoridades, por lo que había que ir con cuidado con el tráfico. En principio, se formarían 3 grupos, que responderían más o menos (tirando a más, por dureza del recorrido y temperaturas previstas) a 3h30, 4 horas y 4h30'. Avituallamientos cada 5 kms con agua y, a partir del 25, isotónicos. Aquí hay que agradecer la ilusión de la familia y amigos de Javi, así como a las mujeres de algunos de los participantes que también aportaron su granito de arena (al igual que Marisa con las fotos). Y mención especial, cómo no, para Luis Barba y Marga, dos anfitriones (maravillosos) más.

Momento de la salida con Agustín al fondo
La salida, sorpresa y lujazo, era dada por Agustín Fernández, campeón de España de Maratón en 1974, quien todavía sale a correr y que me dijo era natural... de Herencia, pueblo a 23 kms del mío. Tras alguna consulta, vi que la mayoría de la gente se concentraba en el grupo de las 4 horas, prácticamente quedando solo para las 3h30 prevista. Aunque me vi tentado de hacer como aquellos corredores que se ven en los mundiales de atletismo que atacan en el km 1 y se van solos para luego desfallecer, se trataba de disfrutar; y en grupo y charlando con unos y otros, se pasa mejor (aunque sé que también hubiera disfrutado de lo lindo a lo "corredor ecuatoriano", como diría Javi Martín). Por lo tanto, se formaron dos grupos desde el principio y fuimos, entre charla y charla, recorriendo los primeros 10 kilómetros, casi todos ellos de bajada, con destino a Segovia.

Al llegar a los arrabales de la impresionante ciudad, comienzan los primeros y duros repechos. Tras un pequeño descenso, afrontamos la subida que nos llevará primero al Alcázar y de aquí a la Plaza Mayor. Junto con Rapha, el chaval originario de Francia que da carácter internacional a la prueba (y que viene, el animal, de correr un maratón de montaña con salida y meta en La Granja... el domingo anterior) encabezamos la carrera, aunque pronto se nos une Teo. Un placer correr por el centro de Segovia, prácticamente sin tráfico y a una hora en la que los turistas comienzan a moverse; nos regodeamos, por tanto, bajando en dirección al Acueducto.

Desde aquí, la carretera se empina nuevamente. Cuando salgamos de la ciudad para coger la carretera y disfrutemos de un llano seguido de una pequeña bajada, el grupo vuelve a unirse. En este momento transitamos por el carril bici y ya se va hablando menos. Pronto vuelve la subida, que se agudizará acercándonos a San Ildefonso. Cheve, resfriado (y con 3 maratones en 5 semanas o una brutalidad así) y Rapha, con los que habíamos hecho un pequeño grupo en la subida Teo y yo, se quedan unos metros. En el avituallamiento del km 25, ya se han hecho más grupos. Mi compañero empieza a acelerar el ritmo, aunque casi todo el tiempo vamos charlando. Recuerdo que aquí fue donde me perdí en el Gran Trail de Peñalara.

Tras hacer el recorrido de ida y vuelta (con una cuesta por camino que repetimos porque Teo dice "que es más bonito") a la Pradera de Valdehorno, entraremos en lo que es la Granja y sus jardines. El personal está a la sombra y se sorprenden cuando entramos los dos con nuestros dorsales y a buen ritmo (no ponen ninguna queja). El paso por aquí es estremecedor, entre fuentes, árboles... y terribles cuestas. Cuando llegamos al Estanque (o El Mar) respiramos y comenzamos la bajada. Le digo a mi compañero que aunque demos un poquillo de vuelta, si quiere podemos ir por un sitio que sale al Palacio. Está de acuerdo, por lo que debemos subir y bajar escaleras, pero los sentidos lo agradecen. Cuando salimos, la mujer que está encargada de vigilar la puerta de los jardines nos saluda y anima.


Estamos sobre el km 33 y ya tomamos la carretera que lleva de San Ildefonso a Trescasas. Al principio bajamos un poquillo, pero en el avituallamiento del 35 comienza lo peor ("el repecho de cojones", que dijo Luis Barba mientras nos ofrecía agua e isotónicos). La verdad es que es un repecho y algo más, porque cuando crees que has superado el tramo de mayor inclinación, sigues subiendo. El tiempo ha respetado, incluso ha llovido sin haber nubes, pero ya hace bastante calor (30º, aproximadamente) y no hay sombras. Para rematar, Teo no hace nada más que acelerar y me va a hacer hasta forzar más de lo que tenía pensado. Cuando llegamos al cruce con el pueblo, el final abierto. Se había previsto que según como fuéramos de kilometraje (o de fuerzas) se daría una vuelta o se iría recto a meta. Como vamos bien, recorremos otra vez el inicio, como se tenía previsto. Entramos juntos en 3h41'.

Mientras reponemos fuerzas, van llegando los compañeros (cada uno casi habiendo realizado un final), charlamos y se van dando un bañito reparador. Yo espero a que llegue Ray. Entre el  finisher previo y él hay un tiempo un poco elevado, por lo que me quedo para que su familia (Marisa y las  niñas) no se preocupen: es otra cosa si la gente va pasando cada pequeños intervalos. Finalmente llega pletórico, saludando desde la distancia. Cuando Julio y Gerardo llegan en 5h35', reciben una de las ovaciones más emotivas que recuerdo, por parte de todos los participantes y ayudantes. Julio, también inconsciente, sólo había corrido una maratón anteriormente y vino a esta "persuadido" por su amigo Gerardo. En este tipo de pruebas, como en el Boedo o "locuras maravillosas y necesarias" así, es donde realmente te haces maratoniano, donde corres casi en soledad.

Aunque la carrera había sido gratuita, recibimos camiseta conmemorativa y un bonito trofeo (para guardar imperdibles), que se unen a la simpatía y hospitalidad de la organización. El final de fiesta, para los que pudieran quedarse, es una comida donde me castigo con cordero. Sólo espero que haya alguna edición más, para volver a reunirme con amigos y para que algún lesionado, como Angelín o Patxi Mechas, puedan concluirla. Cuando uno ya hace una cantidad respetable de pruebas de larga distancia, corre mucho tiempo solo, en asfalto y montaña, y llega un momento en el que se adapta bien a la distancia (cosa diferente a dominar este potro salvaje y desbocado que es la maratón, más aprecia este tipo de pruebas frente a otras multitudinarias. Mi siguiente maratón, respondiendo a una invitación realizada en el curso del fin de semana, posiblemente sea en pista de atletismo.


Gracias a todos por hacerme copartícipe de este fin de semana y especialmente a Javi Sanz por ir a contracorriente de los tiempos ingratos en los que vivimos.



martes, 2 de julio de 2013

Gran Trail de Peñalara 60 K

Llegaba la hora del Gran Trail de Peñalara, que podía ser considerado como la prueba objetivo de la temporada. Por ser la de mayor distancia a la que me voy a enfrentar este año (y que he afrontado hasta la fecha) y por su dureza. Apuntado desde que abrieron inscripciones el día 1de Enero, 450 plazas que vuelan, la acumulación de kilómetros había estado dirigida a este trail. La verdad es que se ha convertido en cita de culto en sus tres modalidades (60, 80, y 110 kms) y referencia obligada del ultratrail. 


Mi preparación, incluso, fue algo mejor que de costumbre para pruebas por montaña, aunque vivir en plena zona llana sigue siendo un lastre para esto. Desde el 28 de abril, 2 medias maratones llamadas de montaña pero rapidísimas y con poco desnivel, el Trail de Alcoy (48,5 kms) y 3 tiradas de aproximadamente 25 kms en la zona de Valdehierro (Madridejos). Eso sí, debo reconocer que en cuanto a fondo, estoy como nunca y en esas tiradas me notaba con bastante fuerza para subir cortafuegos y similares.

El viernes a las 12 de la noche salían los corredores del GTP 80 y el GTP 110 (Andrés y Celso, dos de los integrantes del equipo que hicimos Alcoy entre ellos) y poco después un Cross Nocturno de 10,2 kms iniciático y con un carácter bastante popular. El gran Juanlu me hacía el favor de recoger el dorsal, con lo que durmiendo en Madrid, sólo tenía que levantarme a las 5.15 para llegar a Navacerrada con tiempo para tomar el autobús que nos llevaba a Rascafría, lugar de la salida. Allí encontré a otro fenómeno: Pedro de las Heras. A Pedro, Peri (a quien subiendo Peñalara  llamé Peti, aunque lo raro fue que pudiera hablar en ese momento), lo conocí en junio del año anterior en los 100 de Corricolari, donde yo hacía la mini de 34 kms y tuve el placer de hacer buena parte de mi recorrido junto a él y hacerle así como de liebre en esa primera parte de su carrera. Buscando por la red no había conseguido dar con él, hasta que hace unos meses  me encontró. 

Pedro es un fenómeno, con un nivel muy superior al mío aunque coincidimos, eso sí, en la forma de percibir diferentes aspectos del atletismo popular. Así, en los momentos previos, intercambiamos impresiones. Los dos (cada uno en su nivel) sabíamos que estábamos más que capacitados para terminar la prueba, pero que la incertidumbre es realizarla no ya en un tiempo determinado, sino en unas condiciones adecuadas. Y es que, aunque parezca mentira, hay gente que se apunta a estas pruebas con una preparación realmente insuficiente. Vi a gente que seguro es incapaz de hacer un maratón en asfalto sin tener que pararse varias veces; lógicamente, sus prestaciones en este terreno y estas distancias no pueden ser mejores y sí  peores, por lo que convierten el evento en una continua marcha. Las organizaciones lo saben, necesitan participantes, los tiempos para terminarlas son generosos.

Llegando a Claveles
De estas y otras cosas departíamos cuando se dio la salida, puntual, a las 8.15. Pronto comenzábamos la primera ascensión, que nos llevaría al Puerto del Reventón. Tras salir del pueblo (y ver al genial Gerardo, que participaba en los 80 kms) tomamos una especie de camino que desemboca en una senda que cruza un robredal. Esta ascensión es asumible, aunque pronto empezamos a pasar a gente que comienza a andar (si ni siquiera se asumen estas primeras rampas, esto puede ser un día de campo y no una carrera, la verdad). De aquí se sale hasta una pista, con zonas bastante empinadas pero en la que se puede correr. Aunque me quedo un poco atrás cuando bebo agua, terminaré alcanzando a Pedro. Así, de un tirón, llegamos al primer avituallamiento y poco después al primer control (sobre 1h13'). Decido llenar de líquido el cameback, aunque lleve un poco más de peso, no me quiero quedar sin combustible.

Junto a un chaval de Sevilla, los tres afrontamos la parte dura (y bellísima, con la visión de toda la comarca) del recorrido. Hay zonas de tener que andar, pero uno u otro, cuando se puede correr, comienza a hacerlo, imitándolo los demás. Estamos por encima de los 2000 metros y pasamos por el Puerto de los Neveros (cruzando, lógicamente un nevero escurridizo) y el Risco de Claveles. Esta subida, entre roca granítica  parece no acabarse y hay zonas en las que directamente se trepa y hay que ayudarse de las manos. Aquí voy con cuidado, se me escapan los compañeros y también me adelanta algún corredor más, entre ellos Kike (Dragon), con el que hablo un tramo. Es la zona más técnica. De aquí, a Peñalara, el punto más alto de la prueba: 2.429 mts (2h24' y km 18 o así). Sorprendentemente, igual que en toda la zona desde el Reventón, hay gente animando en la cima.... y entre ellos Jesús y Alberto. Extraordinario y emotivo.

Coronando Peñalara, con neveros
A partir de este momento se inicia una dura bajada, técnica. Primero, por una zona "libre", sin senda, entre piedra. Luego, por una especie de senda repleta de eses y con piedra suelta. Ante todo, prudencia, lo que hace que sean 4-5 corredores los que me pasen. Sin problemas, es algo asumido. Cuando llegamos a un chozo que me había indicado Kike (Chozo Arangüez), concluye lo más peligroso. Quedan unos 6 kms hasta La Granja de descenso: no por una alfombra, pero más o menos cómodo. Al llegar al pueblo, todas las personas con las que te cruzas te animan, desde los bares y terrazas se oyen aplausos... en la plaza  está el segundo avituallamiento. Me he bebido casi todo el líquido que llevaba y es que, a pesar de una ligera brisa, el calor y los kms, 29 ya, están empezando a dejarse notar. 3h31' y esto parece que acaba de empezar.

Pequeño descanso, con agua e isotónico, un trozo de plátano y otro de barrita (mecánicamente lo haré en cada uno de los 4 avituallamientos) y para adelante. Al salir de la localidad me guío por los dos corredores que van delante mío y de pronto uno se para: no hay balizas. Nos reunimos los tres que nos hemos extraviado y planteo volver hacia atrás. Uno de ellos dice que él conoce la zona y que nos lleva al encuentro con el trazado correcto. Tras casi 15' de incertidumbre, de tiro por aquí o por allá y cosas así, finalmente bajamos hasta un río y vemos corredores. Respiro aliviado, aunque pronto comprendo que hay que buscar un paso para cruzar al otro lado, por donde transcurre la carrera. Un compañero anda desabrochándose las zapatillas cuando el otro se mete directamente, con el agua hasta las rodillas y lo cruzo. Instintivamente le imito. Los siguientes kms iré escuchando un ruido similar al de los zombies en el vídeo Thriller de Michael Jackson, pero no hay nada como el calor para secar. El error: no habíamos cruzado un paso de cebra.

Aunque debo ir pasando a algún corredor que venía por detrás antes de La Granja, no ha sido mucho lo que hemos perdido, aunque hayamos hecho bastante más de un 1 km añadido y parándonos de vez en cuando para decidir. Ya tranquilo, es el momento de disfrutar. Por delante, unos 12 kms que llevan a la Casa de la Pesca. Los primeros 8 o 10, en ligero ascenso, circulan al lado del río Eresma, donde la gente está de picnic, jugando o bañándose. Por los caminos y sendas nos cruzamos con paseantes, ciclistas que nos ceden el paso (casi, pero no siempre) y nos animan. En los últimos ya comienzan las rampas, aunque más o menos asumibles.  En la mencionada Casa de la Pesca, sobre el km 40, está el tercer avituallamiento. 5h02' de carrera... y 20 kms por delante.

La sorpresa viene en la segunda parte de la subida. Difícilmente olvidable la subida a Fuenfría. Serán 4 kms o así, nada técnicos, pues es un camino más o menos transitable... pero infernal. Una rampa durísima, y otra tras otra, que invitaban a parar... no ya de correr, que no se podía hacer, sino de andar. El calor, una mosca que se cebó en mí y decidió acompañarme... y parecía que venía un llano y nada. Atroz, de lo peor  que he tenido que sortear en una prueba; y eso que hice una "pasada" a otro corredor, que directamente se paró en mitad de la cuesta. Finalmente, exhausto, empiezo a escuchar ruido: debe ser una buena señal. Unos minutos después veo el control y me pongo a gritar junto a los chavales que empiezan a animarme. Ni me paro en la fuente, quiero olvidarme cuanto antes de ese
tramo. Unos 5 kms en 45'.
Valle de la Fuenfría
Subiendo había pensado que quizá había pinchado. Sin embargo, pronto me veo corriendo con fluidez de nuevo por la Senda de los Cospes. Es el momento de afrontar el Camino Schmid. De aquí hasta Navacerrada unos 6 kms por senda, con toboganes, a veces picando hacia arriba, a veces hacia abajo. Nuevamente te cruzas con senderistas, ciclistas... que aplauden y te dedican algún comentario. Menos algún momento muy puntual en el que, fruto de la fatiga, hay que andar en alguna rampa más severa, sigo corriendo y afrontando la mayoría de los toboganes sin problema. Que no sin esfuerzo, por supuesto. Cerca ya de Navacerrada, hay gente animando en las últimas rampas y me sorprendo a mí mismo manteniendo el trote. "Ya está, una hora y en meta", me grita toda una campeona como Belén (Díez). Tras pasar el control, 6h33', empiezo a hablar con uno que está grabando y me sigue. Hay un pequeño descenso hasta el avituallamiento, en Navacerrada, que me viene de lujo. La gente desde las terrazas de los bares se pone a aplaudir cuando llego y yo, respondo con gritos y gestos. La hormona de la felicidad disgregándose por la sierra madrileña. 

Esto no ha acabado, sin embargo. Después de comer algo y rellenar la mochila de líquido (cada poco tiempo debo ir bebiendo, pues el cuerpo lo pide), uno de los últimos escollos: hay que subir hasta el Paso del Emburriadero. Otro kilometrillo para arriba que a estas alturas resulta durísimo y en el que tengo que alternar correr con andar. Y sólo queda bajar. Alegría pero no tanta, porque vaya bajada. Empezamos por senda con piedra suelta y con el agravante de que a estas alturas, los reflejos son escasos y el cansancio muscular grande. Después, entramos en la zona de pedregal. "Una pista, mi reino por una pista forestal", pienso. Y al final, creo ver un voluntario que me dice algo que no logro entender, pues creo que incluso el oído ya empieza a fallar. Creo entenderle a la izquierda y 4, que pienso que kilómetros. 

Me animo y acelero el paso cuando finalmente salgo a la anhelada pista. Más adelante un nuevo control (el de la Barranca) y los voluntarios que me animan y me dicen que ya está hecho, que me quedan 5 kms. Lógicamente, no me cuadran las cuentas. Pero nuevamente las endorfinas salen a relucir y cuando la gente con la que cruzas te anima (una constante en toda la carrera) les respondo y agradezco. Alcanzo a otro corredor al entrar en el pueblo, este de los 110 kilómetros y tras una pequeña confusión en el trazado (por otro maldito paso de cebra), afrontamos de charla los últimos metros hasta la plaza de la localidad, lugar de la meta. Es la hora de comer y no hay mucha gente comparado con el ambiente de dos horas después, pero la entrada bajo el arco final me resulta emotiva. 7h42' de esfuerzo. Nunca pensé que podía hacer un tiempo así. Además, y aunque al final bailó un puesto, posición nº 14. Algo todavía más impensable.

Con un fuera de serie
Me abrazo con Pedro, que ha quedado ni más ni menos que el 8º. Al menos tuve la suerte de hacer unos kms con él, más de un año después, y de que me "inmortalizara" subiendo a Claveles. Después de ducharme a saludar y hablar con  conocidos finishers: Marek en los 110, Alberto, Paco, Kike, Juanlu...Celso y Andrés, a quienes no pude ver por meterme en el coche antes de que la pereza me envolviese, también acabaron con nota el largo.

Disfrutando del  estado de forma

El GTP 60 es deslumbrante, precioso, apasionante y duro. Pese a ello, considero que bastante corrible en gran parte del recorrido (si se ha preparado, claro está) lo que lo hace, a mis ojos, muy atractivo. Posiblemente, en este tipo de pruebas, aquí me plante. Es decir, no me motiva hacer pruebas de más kilómetros si prácticamente los que se añadan no van a ser como los que he hecho aquí: andando lo imprescindible. A mí lo que me gusta es correr y el mundo del trail en España ha crecido tanto que se puede elegir.  Cada uno... conozco a gente que dice que todas las cuestas las hace andando para estar más fresco. De momento, yo no lo concibo así. En un futuro, quizá. No lo descarto.

Para finalizar, agradecimientos a todos los amigos, con Juanlu y Pedro a la cabeza. Y destacar una organización perfecta y el agradecimiento a voluntarios y espontáneos, a quienes no conocías, que te animaban cuando te cruzabas con ellos, haciendo más llevadero el esfuerzo.