martes, 10 de diciembre de 2013

Por caminos de cabras: FalcoTrail 2013

El año pasado ya estuve interesado en esta carrera, que se celebra en la localidad murciana de Cehegín,aunque al final me decidí por el asfalto y por repetir participación en el Maratón de Castellón. Este, y tras consultar diferentes crónicas de participantes, decidí apuntarme. Era una buena forma de concluir "la temporada", la prueba nº 10 de larga distancia del año: 8 maratones y 2 ultras. 

En principio, un trail fácil, con mucha pista, desnivel muy asumible (se hablaba de unos 1.600 +)... una "relaxing curse por la montaña", vamos. Cuando se abrieron inscripciones y se conocieron algunos cambios, consulté a la organización y me contestaron que cambiaba algo el circuito pero que era corrible en un 85%, que sólo tenía dos cuestas difíciles, etc. Así que como ya tenía la idea hecha,  me apunté.


Pero al parecer las críticas del año pasado, en algunos sectores, fueron grandes: eso no era una carrera de montaña y cosas así. Y los miembros organizativos fueron cambiando la idea original y concibiendo un maratón que en el mundillo es lo que se llama "duro de cojones". 6 subidas (un par llevaderas, 3 de gran dureza y una imposible), creo que en torno a los 2.500+ o algo más, muy técnica en subidas y bajadas, en algún punto más que peligrosa, bellísima, fascinante, inolvidable. 

El jueves, previa parada en Caravaca de la Cruz para dar un pequeño paseo (siempre quise ser un caballero Templario, por supuesto), llegaba a Cehegín para instalarme en la antigua estación, hoy convertida en albergue, que era el punto de salida y llegada. Allí conocí a algunos chavales del grupo senderista Los Tractores Reactores, de Pilar de la Horadada, municipio de Alicante casi en la frontera ya con Murcia. Más que amables, me dijeron que me fuera con ellos a la charla técnica y después ya cenamos juntos hablando de unas y otras pruebas. Me convencieron: si logro dorsal, me tendrán en Cartagena para correr la Ruta de las Fortalezas. 

El animado perfil
Ya en la charla técnica, además de hacernos alguna foto con "Super-Paco", pudimos recibir los últimos avisos sobre la dureza del recorrido. En principio, hasta el km 21 se mantenía el recorrido del año anterior aunque cambiando tramos de pista por sendas; a partir de ahí, todo cambiaba y donde hubo terreno de pista casi llano, ahora aparecían 3 subidas más: con mucho desnivel y técnicas. Avisaban, entre otras cosas, de puntos de evacuación (metiendo el miedo en el cuerpo, vamos), los vehículos y algo que no entendí bien sobre el vértigo. 

Conseguí dormir bien y sobre las 6.30 del viernes despertaba. Café para combatir el frío, intenso a las primeras horas de la mañana, y preparado. La idea, hacer una carrera auto-homenaje, tranquila, disfrutando y no romperme un brazo, idea esta que fue convirtiéndose en no romperme brazo, pierna y crisma a medida que los kilómetros pasaban. Los 3 primeros de rodaje, para entrar en calor, por la Vía verde y pronto llegábamos al primer escollo de la mañana. 

Esta primera subida es asequible, de 1,5 kms aproximadamente, aunque tras un pequeño descenso vuelve a subir algo más. La gente ha corrido mucho por la Vía Verde y ahora se pone a andar, sin intentar correr lo más mínimo, por lo que se forma un tapón y hay que tener paciencia. El descenso se realiza por sendas y senderos y dejo pasar a quien me lo pide. Tras un pequeño tramo en llano, afrontamos la segunda subida, el As de copas. También de 1,5 kms la parte inicial, pero que ya se va a una pendiente media de ... 23% y entre las rocas. Hay algunos puntos en los que hay que ayudarse con las manos. Una vez arriba, cresteamos durante un par de kilómetros más: duras las subidas, difíciles las bajadas.

Nada más iniciarse el descenso llegamos al primer avituallamiento, km. 13,5 (el previsto del 8,5 no estaba colocado). El sol ya ha hecho acto de presencia y, aunque en zonas entre árboles hace fresco, me quito de varias prendas: fuera gorro y chaleco, cambio de guantes gruesos por unos más transpirables. La tercera subida es la más larga pero también la más llevadera: el Pico del Aguila, punto más alto de la carrera (1.184 metros) lugar por el que pasaremos más tarde de nuevo. Son casi 6 kms, pero por sendas pedregosas en las que se puede correr casi todo el tiempo. Aquí paso a bastante gente, pues voy con mi ritmo de carrera lento pero constante.

Algún pequeño bache en el firme
En la cima, kms 21, nuevo avituallamiento: vino, migas y diferentes viandas más para quien quisiera. Isotónico, agua, barritas y azúcar en forma de gominolas para mí (son las cosas que digiero mejor). Se inicia un descenso poco técnico seguido de un tramo más o menos llano que nos cambia desde una sierra a otra. Nuevamente reponemos fuerzas antes de afrontar lo más duro del día. Miro hacia arriba... y en lo alto de un peñasco hay puntitos de colores: ¡corredores! ¿Hasta ahí hay que subir? Pregunta retórica, desde luego.

La subida al Campanario, no tiene más de 700 mts lineales; lo malo es que son verticales. Los últimos 400 metros acumulan una pendiente media del 34% y aquí no puede hablarse de senda ni sendero: esto ya consiste en trepar entre las rocas ayudándose de las manos en casi todo momento. Sin embargo, me noto bien y que subo sin excesiva fatiga. El único momento delicado es cuando se me ocurre mirar hacia atrás y veo la caída: ahora comprendo lo que decían en la charla técnica del vértigo (y me acuerdo de Ray). También se me vienen a la mente las películas de Tarzán: siempre había una escena en la que pasaban por un desfiladero y un pobre portador caía al vacío. 

Finalmente llegamos arriba... para, posiblemente peor, iniciar el descenso. Hay un tramo de cresteo en el que el precipio está a ambos lados (me da por pensar que un tropezón me hace rodar hasta la salida otra vez), pero después transcurre buena parte entre pinos, con lo que uso la táctica de ir de árbol en árbol (como aquellas ardillas que lograban cruzar la Península hace siglos, qué pensativo estoy). Logro el objetivo de no caerme y una vez abajo, sin descanso, a subir de nuevo. La siguiente subida, la quinta, es más humana: sólo 1,3 kms más o menos, al 20%. Hay que ayudarse de las manos en algún punto, pero después de lo anterior, se lleva hasta bien. Charlo con otro corredor al borde de un barranco y le digo que me siento muy bien, que acabo entero: ya conozco mi cuerpo tras tanta paliza. 

La cómoda bajada del Campanario
El descenso comienza peligroso pero luego se torna más llevadero seguido de un tramo llano que nos devuelve a la primera sierra para afrontar la última cima de la carrera. En el tramo llano, como va siendo habitual por relajarme un poco tras la tensión de las bajadas... al suelo. La raíz que me persigue en todas las carreras. Afortunadamente, no es grave y sigo corriendo sin problemas. En este último escollo, primero subimos poco a poco y luego aparecen los 600 metros finales al 22%, aunque con un pequeño descansito. En los metros últimos, los más duros, al subir entre los peñascos, improviso una agresión al medio ambiente en forma de rodillazo a una roca. Esta no se queja en exceso, yo sí. Sin embargo, dolor inicial y nada más.

Sano, salvo y hasta contento
Tras hacer cumbre, nuevo descenso por roca suelta y a afrontar los 4-5 últimos kilómetros (la carrera se fue hasta los 43 largos), ya por terreno ondulado pero por caminos, riachuelos y sendas, con pequeños toboganes que a estas alturas no parecen tan pequeños... pero terreno cómodo. Me sorprendo solventándolos todos sin necesidad de andar y pasando a gente. Un km final de Vía Verde y meta, con bastante animación. La alegría hace que me ponga a hacer un poco el tonto, que me lo he ganado. Tiempo final, 6h13'01". Contento y sin muchas heridas de guerra.

El FalcoTrail es una carrera brutal, preciosa, con una organización extraordinaria. Montaña en estado puro, buscando sendas, senderos o la ausencia total de los mismos frente a la pista forestal; la complicación frente al terreno fácil. Una carrera, en fin, muy exigente, al alcance de no toda la gente y que tiene poco que ver con esas carreras "por montaña" que venden ahora algunas grandes marcas, destinadas a mucha gente y que se desarrollan por caminos de 3 metros de ancho, al 2,5% de desnivel y con alguna piedra y charco que esquivar cada 4 kilómetros.

La señalización perfecta y la gente que participó en la gestación de la prueba, en líneas generales, majísima. Seguro que se convierte en prueba de referencia. Y quién sabe si toca repetir. Me ha demostrado, además, que aunque no sea mi terreno, también puedo hacer (y disfrutar de ellas, incluso) un papel digno en carreras técnicas. Alguna más caerá, aunque 2014 comenzará sobre asfalto.

Gracias a los miembros de la organización que leyeron esta crónica y corrigieron mi confusión en el nombre de las cimas. Con detalles así... tengo que volver sí o sí.