jueves, 23 de febrero de 2012

The Dreamers

Aunque sigo esas movilizaciones estudiantiles (con algún que otro tipo de 30 años que dice pertenecer al instituto en cuestión, por cierto) que se están desarrollando en Valencia y que prometen extenderse por todo el territorio nacional, lo hago de manera distante. Desde que leí y reflexioné sobre el archiconocido Mayo del '68, sé que cualquiera de estos actos más o menos espontáneos acaba politizándose. Esta vez ha sido de manera tan rápida que, incluso, cabría preguntarse si ha sido tan espontáneo; sobre todo, si se demuestra que la calefacción del centro nunca dejó de funcionar, como asevera el personal de mantenimiento del mismo (del que tampoco me fío).

Posiblemente sea sólo el inicio de una serie de manifestaciones que van a protagonizar este año y los siguientes. La situación es mala, la crisis ofreció sus primeros síntomas claros a finales de 2007 (aunque se intentó tapar en vez de enfrentarse a ella en aquellos momentos) y continúa sin visos de solución y, ahora, hay un partido de derechas en el poder. Con lo que a la izquierda (ellos siguen llamándose así, sin ningún tipo de pudor), que ha tenido tanta culpa o más en alcanzar la presente situación, le toca jugar un papel en el que se encuentra cómodo: lanzarse a la calle. Así que dejemos los coches de lujo a un lado o que los aparque el personal del restaurante 3 estrellas michelín y pago con tarjeta de dietas, rescatemos si es necesario las chaquetas de pana del armario (con los parches en los codos) y llevémoslas al sastre para que las agrande varias tallas y, cuando todo esté preparado, salgamos a la calle.

No voy a entrar aquí a valorar mil y una preguntas que me vienen a la mente y cuya contestación me daría para extenderme casi como Don Miguel de Cervantes en las dos partes de ese libro que pocos estudiantes  del Luis Vives (con suerte algún profesor) y ningún policía represor habrá leído: si son justas las protestas; si son necesarios los recortes; por qué nadie se ha dado cuenta de que las instituciones han estado acumulando deuda año tras año; por qué entre amiguismos, enchufismo, absentismo y falta de control, las plantillas de las administraciones y empresas públicas han crecido desorbitadamente; por qué nadie ha protestado por el sistema educativo desastroso que poseemos (los resultados están a la vista) hasta que se le ha tocado el sueldo; si se ha estipulado que si no hay reformas y recortes la UE nos deja a nuestra suerte, que es la misma que la de Irlanda o Grecia... También me gustaría reflexionar sobre las protestas "ilegales" que no se avisan, por qué siempre hay quienes las asocian a romper el mobiliario urbano, sobre la brutalidad de las fuerzas "del orden público" , sobre el uso permitido de la fuerza, o sobre por qué el corporativismo que llega a cualquier rincón de este país hace que alguien que se excede en su autoridad o alguien que no cumple con su cometido sigue cobrando toda su vida porque una vez se sacó la plaza y así lo hará ad infinitum. Demasiadas cosas, así que para otra vida lo dejaré.

Pero esa visión algo distante me ha hecho sentirme como los jóvenes protagonistas de The Dreamers (Bernardo Bertolucci, 2003), especialmente el joven procedente de USA, aunque sin iniciación o descubrimiento sexual  ni emocional. The Dreamers es hasta la fecha (parece que su próxima obra está en post-producción) la última película del director italiano. No llega a la altura de sus grandes obras, pero venía a devolver a un Bertolucci interesante después de una series de producciones no demasiado destacadas desde que ganara todos los premios posibles con The last Emperor (El último emperador, 1985). A mi juicio, tras unos interesantes comienzos con películas deudoras de Pasolini como son La commare secca (1962) y Prima della rivoluzione (1964) alcanzaría su cénit en los 70, con extraordinarios filmes como Il conformista (1970), según la novela de Moravia, la inolvidable Ultimo tango a Parigi (1972) y Novecento (1976). Personalmente, creo que son lo mejor de su producción.

En The Dreamers, Bertolucci cuenta las relaciones entre tres jóvenes estudiantes (hermano, hermana y joven extranjero) en un París de clima revolucionario: es mayo de 1968. Pero la película no es eminentemente política, sino que ese es el trasfondo histórico, primando las relaciones entre los tres personajes. Viven estos acontecimientos históricos pero no consideran lo esencial de esos días, al menos alguno de ellos. Se tratan algunos temas sociopolíticos, como cuando se habla del maoísmo, y el personaje del estudiante estadounidense afirma que lo ideal que sería que en la revolución cultural china cada uno esgrimiera un libro, no todos el mismo; pero también se tratan temas como el amor o el cine dentro del cine.

Una recomendable película cuya revisión puede resultar interesante por los tiempos que corren, por volver a ver un Bertolucci, por la película en sí... y por recordar los inicios de la impresionante Eva Green.

Con la actuación del FBI, muchísimos enlaces han desaparecido. Otros servidores han tomado medidas o han puesto ciertas restricciones y funcionan más lento. De todas maneras, aquí hay unos enlaces a la película:


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alex_galt
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3 comentarios:

  1. Excelente post, hilando fino.

    Un abrazo, amigo

    Santi

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  2. Qué bueno Carlos!...no puedo estar más de acuerdo contigo!!.

    Precisamente hoy que he ido al traumatólogo (en una clínica privada, muy a mi pesar) y que esta misma tarde me hacen una resonancia (lo había intentado por la SS, pero me han dado fecha para Junio), venía pensando en lo absurdo que me parece el gasto público que debe ocasionar el hecho de que el funcionario (trabajador del estado), tenga médico privado (sanidad no del estado) para él y su familia.
    Esto es algo que me encantaría que alguien que le viera la lógica me lo explicara alguna vez, porque no cabe en mi cabeza.
    ¿No sería más lógico que pagaran la SS para mejorar los ingresos del Estado y este a su vez no pagara sus gastos médicos privados para así reducir los gastos?...
    Igual soy una ignorante y eso aún lo empeoraría todo, no lo sé...pero me gustaría saberlo.

    Yo deseo una educación pública y buena para mi hija, como también deseo una sanidad eficiente y rápida para todos, pero me parece que a este paso, nos lo vamos a cargar ultrasónicamente.

    Besitos. Espero te fuera genial el Espadán.



    Besitos.

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  3. Ah!...y tomo nota de la peli, of course.

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