viernes, 21 de septiembre de 2012

El cine del "otro barrio": luces entre las sombras

Me horroriza entrar en algún local o domicilio particular algún sábado por la tarde y encontrarme en el televisor el celebérrimo Cine de Barrio, sobre todo si el visionado del mismo no forma parte de la condena dictada por un juez. Si por una causa u otra la conversación llega a derivar hacia el susodicho, siempre escucho frases como "ponen películas españolas antiguas", "ya sabes, el cine que se hacía antes" y ya,  entrando en peligrosos vericuetos casi sociológicos, a veces llego a percibir algo así como "no se podía hacer otra cosa". Y aquí es cuando se encienden las alarmas...

Cuando oigo aquello de que no se podía hacer otra cosa, suelo callar por no tener que empezar a dar una serie de vagas explicaciones. El cine de "aquella época" o "esos años" (eufemismos usados para referirse a la dictadura franquista) tiene muchas más sombras que luces, pero hubo intentos, rápidamente abortados, de hacer algo diferente. La censura actuaba sin compasión... pero también muchas veces sin comprensión: y esto permitió que se deslizaran películas con un claro sentido crítico. Como muestra de la inteligencia de algunos censores, está el famoso ejemplo de Mogambo, donde para evitar que Grace Kelly cometiera adulterio con el gran Gable convertían, mediante el doblaje, a su marido en hermano; pero las imágenes no las cambiaban (dormían juntos en la tienda, etc.), por lo que convertían el adulterio en incesto. "Cráneo previlegiado", que decía el borracho en Luces de Bohemia.

Así que me he puesto a recordar y he hecho un listado de películas españolas, más que interesantes, realizadas entre 1939 y 1975. Algunas son "oficialistas" y no sé si alguna se habrá emitido en el programa de TVE, aunque la mayoría imagino que no; en ellas en no pocas ocasiones vemos a los mismos (muchos geniales) que protagonizan "las otras". Varias son obras maestras y también hay algún título que merece estar por la importancia de lo que representó, aunque tuviera menos calidad que alguna película que quedó fuera (el listado inicial que garabateé en un papel en blanco rondaba las 80 películas y se ha visto reducido a la mitad, aunque la idea original eran 36, una por cada año de ominoso régimen). En el caso de directores he buscado cierta variedad, reduciendo el número de sus películas (dos, máximo tres), pues algunos como Berlanga, o incluso Neville, podrían haber incluido más de 5 títulos. Y sin más dilación, vamos para allá:

1- Rojo y Negro (Carlos Arévalo, 1942): película abiertamente falangista (los colores son los de la bandera de Falange) que cuenta los amores de una chica de este sindicato y un miembro de la CNT antes y, sobre todo, durante la Guerra Civil. No es la típica película de propaganda (aunque se posicione, desde luego, a favor del bando sublevado) sino que intenta comprender a los derrotados y muestra la deshumanización de todos durante el conflicto. Estrenada con gran éxito, 2 semanas después se retiraba sin explicación alguna y se hacía desaparecer hasta que en 1996 se encontró y restauró. Aunque no es una maravilla hay que visionarla.

2- La torre de los siete jorobados (Edgar Neville, 1944): Neville es uno de los mejores directores de la historia del cine español. Sin discusión y aunque sea poco conocido. Aquí logra una magnífica película mezclando el género de misterio, el fantástico, el costumbrista, con toques del expresionismo alemán... una auténtica joya y película arriesgada no sólo en aquellos años sino en todo el cine patrio.

3- La vida en un hilo (E. Neville, 1945): Comedia pura de Neville, al estilo de algunas de las grandes del género realizadas en USA por aquellos años,  aunque en vez de a Hepburn, Stewart o Grant, tengamos a Rafael Durán y a la fantástica Conchita Montes. Debo reconocer que cada vez que la veo me insufla unas ganas terribles de vivir.


4- Vida en sombras (Lorenzo Llobet-Gràcia, 1948): Cine dentro del cine, cine experimental, cine de culto, película maldita... todas las etiquetas son válidas para esta rareza autofinanciada por el propio director cuando se le negó el crédito sindical y que constituyó su única película. Como curiosidad, interpretada por la pareja en la vida real Fernando Fernán-Gómez y María Dolores Pradera.

5- Apartado de correos 1001 (Julio Salvador, 1950): excelente muestra de "cine de género" español y de la escuela de Barcelona. Posiblemente el mejor título de una corriente que aunaba el cine negro made in USA y algún toque realista y donde destaca un gran guión de los futuros directores Julio Coll y Antonio Isasi-Isasmendi.

6- Surcos (José Antonio Nieves-Conde, 1951): quizá el único ejemplo de neorrealismo en el cine español (aunque con matices, como el reparto profesional). Nieves-Conde, pese a su filiación falangista, tuvo problemas con esta película, que tuvo que ser retocada, especialmente en su escena final; todavía considero casi milagroso que pudiera exhibirse. Cuenta el éxodo de la época del campo a la ciudad y como esta no siempre era la tierra prometida. Imprescindible.

7- Cielo negro ( Manuel Mur Oti, 1951): Mur Oti, uno de los grandes e injustamente olvidados. Esta película es una de las primeras que intenta denunciar el papel que el régimen tiene asignado a la mujer, presentando a una "víctima" de su propio carácter soñador, aunque lo haga con tintes folletinescos. Anticipa así a otras grandes películas como La tía Tula o Calle Mayor. Un joven Fernando Rey dejaba las películas históricas (de "interés nacional", se denominaban) para ofrecer una buena interpretación, aunque la que está inconmensurable es Susana Canales, bellísima a sus 18 años.

8- Bienvenido, Mr. Marshall (Luis García-Berlanga, 1953): Poco que añadir sobre una de las mejores y más famosas películas de nuestro cine. Lo que debía ser en principio un vehículo de lucimiento para una nueva cantante folklórica (no se había ideado Gente Joven todavía) en el marco de una comedia costumbrista, es convertido por Berlanga (con Bardem en el guión y la difusa colaboración de Miguel Mihura) en sátira ácida y despiada de la España de la época. Logró pasar por la censura y tuvo la suerte de recibir un premio en Cannes que revitalizó su hasta entonces inexistente carrera comercial. Berlanga cuenta con un reparto coral, pero D. Pepe Isbert no sabe de eso y cada vez que aparece en pantalla se queda con la película. Seguro que si alguien está leyendo esto ya ha tarareado mentalmente (al menos) aquello de "americanos..."

9- Carne de horca (Ladislao Vajda, 1953): el húngaro Vajda fue un gran director que acabó en España y que generalmente (para mi irritación) es conocido por Marcelino Pan y Vino. Sin embargo, hizo películas mucho más importantes, entre ellas la incontestable obra maestra El cebo, bajo bandera alemana aunque se trataba de una coproducción en la que también participaban como mínimo España y Suiza (y que vamos a dejar fuera por esta razón). Carne de horca también es una de ellas y narra la historia de un bandolero en Sierra Morena. Pero Vajda se aleja de la imagen romántica que muchas veces se le ha atribuido para ofrecer una imagen  despiadada que más tendría que ver con la realidad. También había capital italiano, lo que influyó en el uso de actores de este país para vender allí la película; así que se hace raro escuchar a los bandoleros andaluces con acento transalpino. Pese a esto, de obligatorio visionado.

10- Muerte de un ciclista (Juan Antonio Bardem, 1955): imprescindible retrato crítico de la sociedad de la época a cargo del maestro Bardem cuya calidad sigue vigente. El director usa un envoltorio de intriga criminal, con tintes policíacos, para hacer una dura y necesaria denuncia de la diferencia de clases de aquellos años y de la burguesía dominante (esa posición económica criticada es la que tiene ahora toda su familia, pero eso es otra historia). Excelentes Lucía Bosé y Alberto Closas. Obra maestra.

11- Los peces rojos (JA Nieves-Conde, 1955): si Nieves-Conde había estado próximo al neorrealismo en Surcos (e incluso en El Inquilino), ahora se sumerge en el cine negro para ofrecer quizá la mejor muestra de este género en nuestro país. Película sorprendente y sorpresiva, con Emma Penella y el "buñuelesco" actor mexicano Arturo de Córdova y que en 2003 sufrió (nunca mejor dicho) un patético remake, Hotel Danubio, del casi siempre irritante Giménez-Rico.

12- Orgullo (M. Mur Oti, 1955): otra gran película de Mur Oti, que muestra la lucha entre dos familias por el agua de un río que separa las tierras de ambos. Aunque ambientada en el siglo XX tiene elementos de western y de drama y  realmente no se exagera si decimos que recuerda a algunas películas de los grandes como Wyler o Wellman.

13- Historias de la radio (José Luis Sáenz de Heredia, 1955): Sáenz de Heredia, familiar de JA Primo de Rivera, fue uno de los "directores oficiales" del régimen y al que se deben títulos como Raza o el documental Franco, ese hombre. También tiene muchas otras películas costumbristas y comedias ligeras (y, normalmente, de ligero interés). Sin embargo, entre ellas "se coló" esta maravilla, cuyo punto de partida es un homenaje a la radio a través de tres historias y las paralelas que protagonizan los locutores.  En 1965, Sáenz de Heredia dirigiría Historias de la televisión, aunque ni mucho menos se encuentra a la altura de esta. Pero la que nos ocupa, Historias de la radio, es una película inolvidable, como jamás se podrá  olvidar a Pepe Isbert vestido de esquimal y hablando mientras casi se le saltan las lágrimas. 

14- Calle Mayor (JA Bardem, 1956): La otra gran obra maestra de Bardem, para la que contó con una extraordinaria Bettsy Blair dando vida a una "solterona" sin esperanzas (¡35 años!) que, como parte de un pesado juego entre aburridos y vacíos jóvenes amiguetes burgueses, comienza a ser seducida por uno de ellos. De las mejores películas que ha parido este país.

15- Mi tío Jacinto (L. Vajda, 1956): el espíritu de Frank Capra se pasea por Madrid. Otro gran filme de Vajda donde un antiguo torero malvive con su sobrino cuando recibe una aparente errónea carta que le avisa de que debe presentarse unos días después en Las Ventas. Vajda saca lo mejor de los actores, tanto de Antonio Vico y Pablito Calvo (Jacinto y su sobrino Pepote) como de secundarios como José Marco Davó, Mariano Azaña, el genio Isbert o los jóvenes Gila y Luis Sánchez Polack (inolvidable Tip).

16- La vida por delante / La vida alrededor (Fernando Fernán-Gómez, 1958-1959): Fernán-Gómez es el autor de este díptico (la segunda consecuencia del éxito de la primera) que, en clave de comedia, ofrece una visión de varios de los problemas de la época. Una pareja joven busca empleo y un piso para comenzar una vida juntos, después vendrá el problema de cómo poder hacer frente a la descendencia con tan escuetos ingresos: ¿suena de algo? El propio actor y Analía Gadé son los principales protagonistas y, como en casi todas estas películas, los secundarios de lujo.

17- El pisito (Marco Ferreri, 1959): el italiano Marco Ferreri rodó tres películas en nuestro país, las tres excelentes.  La primera adapta una novela del genial Rafael Azcona (que ayudó en la adaptación), que pone de manifiesto uno de los problemas de aquellos dramáticos años: la fuerte y continua inmigración del campo a la ciudad acabó por hacer difícil encontrar una vivienda (quien se lo podía permitir), por lo que a veces vivían diferentes familias en una e, incluso, si se podía hacer hueco en una habitación, también se alquilaba esta. Ante la dificultad de encontrar un piso para casarse con su novia, el protagonista, que tiene una habitación alquilada en la casa de una señora a la que parece quedar poco de vida, comienza a abrigar la idea de contraer matrimonio con ella para así recibir el piso en herencia. Impresionante José Luis López Vázquez, uno de los grandes.

18- El cochecito (M. Ferreri, 1960): tras El pisito, en 1959 Ferreri también rodaría Los chicos. Al año siguiente llegaría la mejor de la trilogía, una auténtica "tragedia grotesca" en palabras de Azcona, quien repite co-autoría en el guión con el director (también basándose en un relato propio). Bajo su acidez y tono esperpéntico subyace igualmente una feroz crítica a la sociedad establecida. Magnífico, por supuesto, el trabajo actoral donde debemos destacar (una vez más) al grandioso José Isbert, aquí superando su habitual maestría.
19- Plácido (L. García Berlanga, 1961): a mi modesto juicio la mejor película de Berlanga, lo que debería servir para comprender la magnitud de la misma. Película coral, con la consabida acidez del director, sus impresionantes planos-secuencia y el maravilloso elenco de actores: Cassen, Elvira Quintillá, LópezVázquez, Caffarel, Manuel Alexandre, Julia Caba Alba, Luis Ciges, Agustín González... sí, muchos rostros de Cine de Barrio. Obra maestra.

20- Viridiana (Luis Buñuel, 1961): siguiendo con mi modesto juicio... también la mejor película de Buñuel, con lo que podría decirse todo. El aragonés volvía a rodar en España (en realidad sólo el mediometraje Las Hurdes, tierra sin pan se puede considerar español) y, como se esperaba, la liaba en todos los sentidos con esta magistral, e irreverente para la época, historia. Esperpento, fetichismo, anticlericalismo, "visión personal" del cristianismo... Don Luis Buñuel en estado puro. Ganó la Palma de Oro en Cannes, pero poco después el Vaticano comenzó a quejarse. Se comenta que el propio Franco la vio dos veces y no veía nada blasfemo, a pesar de lo cual se intentó destruir, aunque alguna copia pasó a Francia escondida en una furgoneta. El funcionario censor que la dejó pasar fue expulsado aunque tenía plaza fija y parece no protestó en demasía. Debería ser obligatoria en todas las escuelas a partir de los 10 años.

21- Gritos en la noche (Jesús Franco, 1962): su nombre ya suele producir un escalofrío y no por recordar sus películas de terror, sino por todo lo que rodea a este "genio" (o todo lo contrario) de las películas de serie B, C ... o Z. Director más que prolífico ya que se habla de 200 películas, dedicado a géneros como el fanta-terror (sobre todo en su versión erótica) o el porno soft (a veces también se le atribuye la primera película porno -hard- española) en sus comienzos tuvo algún título más que interesante. Para mí este es el que más, en el que el Doctor Orloff secuestra mujeres para poder recomponer la piel de su hija, herida en un accidente (¿te suena, Almodóvar?). Su éxito llevaría al propio Franco a usar el nombre del doctor en otras producciones, tuvieran que ver con la original o no. Poco después de esta, algo que los grandes nombres del cine español jamás perdonarían al director, era contratado por el mismísimo Orson Welles para dirigir la segunda unidad en la exquisita Campanadas a medianoche, rodada en España.

22- Atraco a las tres (José María Forqué, 1962): divertidísima película que en clave de humor ironiza sobre clásicos del género negro o de atracadores como la joya francesa, Rififi (J. Dassins, 1955), que también había servido como base para la excelente comedia italiana Rufufú (1958). En este caso se planea el robo a un banco por empleados del mismo, liderados por un señor Galindo ("Fernando Galindo: un admirador, un amigo, un esclavo, un siervo) con el rostro de JL López Vázquez acompañado de Gracita Morales en plan femme fatale (especial, por supuesto), Landa, Cassen... también sufrió un remake cuyos responsables, desde productor a empresa de cátering, deberían haber dado con sus huesos en Santa Elena.

23- El verdugo (L. García Berlanga, 1963): coproducción con Italia que, además de incluir a Nino Manfredi como actor, permitió un poco "de manga ancha" (además de la ceguera y retraso mental de los censores) en esta genial comedia negra, constituida en uno de los grandes alegatos cinematográficos contra la pena de muerte. Nuevamente se nota la mano del maestro Azcona en el guión, aquí acompañado por Ennio Flaiano y el propio director. Inolvidable esa última escena con el nuevo verdugo temblando y a punto de desmayarse. Como podemos ver en el documental de Martín-Patino Queridísimos verdugos, estos no diferían mucho del personaje de José Isbert. Rotunda obra maestra.
24- Los tarantos (Francisco Rovira Beleta, 1963): Alfredo Mañas adapta Romeo y Julieta situando la acción en una barriada gitana de la Barcelona de principios de los 60, donde los enfrentamientos se dan entre Tarantos y Zorongos. Llegó a estar nominada al Óscar a la mejor película de habla no inglesa, lo que habla de la fascinación que levantó el conocimiento de esta cultura, su arte y, especialmente, Antonio Gades, Daniel Martín y Carmen Amaya.

25- El mundo sigue (F. Fernán-Gómez, 1963): creo que otra de las magistrales películas españolas poco conocidas. Una historia de cainismo y odio entre hermanas, una película negra, de clima agobiante, " la mayor bomba de relojería artística contra el franquismo, desde un punto de vista sociológico", que leí hace tiempo. Película realmente maldita, pues no se estrenó hasta unos años después, condenándola desde su nacimiento al fracaso, y apenas fue emitida por TV. Una de las grandes obras de su director, que comparte pantalla con unas excelentes Lina Canalejas y Gemma Cuervo.

26- A tiro limpio (Francisco Pérez-Dolz, 1963): película que narra libremente un episodio de la vida de dos activistas anarquistas y luchadores antifranquistas en la Barcelona de 1963 (ambos habían muerto ya en esta fecha). A pesar de este argumento político, la película se mueve en los cánones del cine negro clásico estadounidense junto a elementos formales del incipiente cine francés de la época (muy en la línea que ya estaba llevando el gran J-P Melville), todo ello junto a una visión casi documental de la ciudad condal de la época.

27- El extraño viaje (F. Fernán-Gómez, 1964): y un año después, el genio (eternamente malhumorado) de Fernán-Gómez daba al cine español una de sus obras más sorprendentes, la inclasificable El extraño viaje. Esperpento, drama, comedia, cine policiaco o de investigación criminal, terror, crítica de la época... cóctel que bien agitado da lugar a una obra maestra todavía hoy sorprendente. Basada en el crimen de Mazarrón (este iba a ser su título, pero fue prohibido por la censura), siempre recordaremos esa pareja de hermanos formada por el director Jesús Franco y la gran (en todos los sentidos) Rafaela Aparicio. También a Carlos Larrañaga, como natural galán y la guapísima Tota Alba. Otra de nuestras obras maestras sin discusión.

28- La tía Tula (Miguel Picazo, 1964): el debutante Miguel Picazo conseguía su mejor película con esta fantástica adaptación del clásico de Unamuno que sirve para llevar a cabo una sagaz crítica de la vida y el papel de la mujer en la España provinciana de aquellos años. Excelente como se consigue filmar la tensión sexual y que se le escape a los encargados de la censura, e igualmente destacable la interpretación de Aurora Bautista. Todavía da que pensar si la mujer ha alcanzado en todos los sitios el estatus que merece.

29- La caza (Carlos Saura, 1965): con esta película nace una de las grandes colaboraciones del cine español, la del director Carlos Saura (para él era su tercera película) y el productor Elías Querejeta. Tres antiguos amigos  y el cuñado de uno de ellos se juntan para cazar en el coto de uno de ellos, donde se había dado una batalla durante la Guerra Civil. Lo que iba a ser un plácido día de camaradería se convierte en todo lo contrario, saliendo a la luz diferentes rencillas pasadas y actuales. Vista también como una alegoría de la guerra que asoló el país, es una ardiente crítica a una sociedad y a unos personajes, algo que escapó a la comprensión de la censura que, sin embargo, sí hizo cambiar el título original: La caza del conejo (sin comentarios). Excelente película de lo que se llamaba "de personajes", apoyada en Ismael Merlo, Alfredo Mayo, Emilio Gutiérrez Caba y José María Prada.

30- Nueve cartas a Berta (Basilio Martín Patino, 1966): primera película del interesantísimo Martín Patino englobada en lo que empezó a llamarse "nuevo cine español". Lorenzo (Emilio Gutiérrez Caba) vuelve a Valladolid tras las vacaciones en Inglaterra, donde ha conocido a la hija de un exiliado. A ella mandará 9 cartas (cada una un capítulo del film) donde narra el ambiente deprimente y sin emoción alguna en el que se desarrolla su vida. Intento de hacer algo nuevo en nuestro país, con guiños formales a diferentes corrientes, en especial la Nouvelle Vague.

31- Juguetes rotos (Manuel Summers, 1966): Summers es conocido por otras películas como Del rosa al amarillo, La niña de luto y, bastante más tarde, algunas bufonadas de cámara oculta y películas protagonizadas (es un decir) por Hombres G. Aunque las dos primeras, rodadas en los 60, tienen interés, creo que este documental es lo mejor que realizó nunca. Ante la cámara narran su historia antiguos triunfadores que en su vejez, cuando se rueda la película, han sido totalmente olvidados (un torero, un futbolista, etc.). Realmente amarga.

32- Las Vegas, 500 millones (Antonio Isasi-Isasmendi, 1968): sin llegar a ser de excesiva calidad (opinión personal) el cine de este director tuvo que ser un soplo de aire fresco en la España de los 60. Un cine de acción, de toque internacional, que podía codearse con producciones extranjeras. Contó con financiación de varios países y un reparto internacional encabezado por Gary Lockwood (el Dr. Frank Pool de 2001), la bellísima Elke Sommer (que tanto le gusta al sr. Caminero y al Newman de El premio) y el gran Lee J. Cobb, que había aparecido en títulos como La ley del silencio o Doce hombres sin piedad. Ambientada en San Francisco, Las Vegas y el desierto del Mohave, excepto alguna localización se rodó en Tabernas (Almería) y platós de Barcelona.

33- La residencia (Narciso Ibáñez Serrador, 1969): uno de los hitos del cine de terror o intriga español de la mano de un nombre clave en nuestra historia audiovisual. Quizá sólo un tipo como él era capaz de "colársela" al funcionario de turno para poder estrenar una película donde se dan cita, de forma sutil, sadismo, voyeurismo, incesto... cómo imponia Lilli Palmer al frente de esa residencia.

34- Cuadecuc, vampir (Pere Portabella, 1970): en 1970 Jess Franco (o Jesús Franco, o Jess Frank, o...) rodaba su particular versión de Drácula (a la carrera, por supuesto), protagonizada por Christopher Lee. Esto fue aprovechado por Portabella para hacer una especie de making off, cercano al documental pero sin serlo en propiedad, una película de 70 minutos de cine dentro del cine (metacine), una película experimental en blanco y negro y con carácter casi expresionista (la de Franco era en color). Es una propuesta más que estimulante que  adelanta la más conocida Arrebato, de Iván Zulueta, a finales de la década. Por cierto, cuadecuc es la palabra catalana que se refiere a los trozos de filme sobrantes que no llegan a entrar en la película.

35- Tristana (Luis Buñuel, 1970): unos años después de Viridiana, Buñuel volvía a España, con cierta "vigilancia" por si volvía a armarla. Esta vez rodaría una novela de uno de los grandes de nuestra literatura, Benito Pérez Galdós, proyecto largo tiempo deseado y que le permitiría  volver a Toledo. Por supuesto, la versión de la obra del canario se llena de referencias del director (fetichismo, surrealismo, emociones reprimidas, etc.), por lo que tampoco estaría libre de "culpa". Fernando Rey logra quizá la mejor interpretación de su carrera y la Deneuve está terriblemente bella (Lola Gaos, que no lo está tanto, borda su papel de sirvienta). Jamás Toledo ha sido filmado así (aunque hay otros escenarios)y, si no me equivoco, carece de música; sólo tiene sonido cinematográfico ambiente.

36- Canciones para después de una guerra (B. Martín Patino, 1971): gran documental que usa imágenes, recortes de periódico y otros recursos para hacer un recorrido por la posguerra española, acompañadas de las canciones más representativas de la época. En la mayoría de las ocasiones se busca un segundo sentido, o unas y otras se contradicen dejando ver una demoledora crítica. Se cuenta que en un pase privado de la misma, la señora de Carrero Blanco se levantó y comentó: "El hijo de puta que hizo esto debería de estar en Carabanchel"... y la película comenzó a tener "algún que otro problema". Hasta la policía intentó secuestrar el negativo, aunque no lo consiguió y pudo estrenarse durante la Transición.

37- Mi querida señorita (Jaime de Armiñán, 1971): el legendario George Cukor, que en 1972 lo dirigió en Viajes con mi tía, dijo en alguna ocasión que era el mejor actor del mundo; incluso, un Charlie Chaplin envejecido lo vio en una película y comenzó a preguntar por él. Estos dos mitos del cine se referían al no menos grande José Luis López Vázquez, que en esta película logra una asombrosa interpretación de una mujer que ni es ni se siente como tal. Si hubiera trabajado en USA, el actor español hubiera sido valorado mundialmente como lo ha sido Jack Lemmon, por ejemplo. Tema espinoso el que trata Armiñán, pero de forma tan sutil y "respetuosa" que pudo estrenarla sin excesivos problemas.

38- El espíritu de la colmena (Víctor Erice, 1973): ópera prima del accidentado director y una de las obras cumbre del cine español. Podríamos hablar de muchas cosas pero ante todo de los mágicos ojos de la pequeña Ana Torrent que, fascinada por la película del Doctor Frankenstein, vive su propio film al margen de una oscura sociedad y de su inexistente ambiente familiar. El bueno de Erice, desde entonces, sólo rodó El Sur (que quedó en la mitad de lo que debía ser y aun así es otra obra maestra) y El sol del membrillo. Un genio poco aprovechado y, lo que es peor, traicionado.

39- Cría cuervos (Carlos Saura, 1975): para ver en sesión continua con la anterior, pues buena parte de ella la vemos a través de los ojos de otra niña, también interpretada por Ana Torrent. Se puede ver un paralelismo intencionado con un régimen autoritario que agoniza y también la influencia de Bergman y alguna de sus obras maestras (Gritos y susurros, por ejemplo). Además de Torrent, destacan las interpretaciones de Geraldine Chaplin, Mónica Randall, Florinda Chico con escena de destape incluida (sí, han leído bien) y el siempre excelente Héctor Alterio.
40- Furtivos (José Luis Borau, 1975): Obra clave de la última etapa de la dictadura en nuestro país. José Luis Borau dirige su mejor película, en la que narra cómo un cazador furtivo que vive con su obsesiva  (Lola Gaos, que nunca se sabía si actuaba o es que era como se muestra en la pantalla) y dominante madre, regresa un día con una joven escapada del reformatorio de la que se enamora. La vida "idílica" de la familia se desmorona con el nuevo personaje. Retrato sórdido y sin piedad alguna de la España rural que más tarde fue famosa por saberse que la escena en la que la Gaos mata a un perro era real. A pesar de esta idea del señor Borau (luego director de la Academia del Cine español), la película es más que buena.

Pido perdón, desde ya, por los títulos que he dejado sin incluir y, también, por aquellos que desconozca o no sepa apreciar.

2 comentarios:

  1. Puff, poco puedo decir, el cine español de aquellos tiempos poco me gustaba, poco he visto y pocas de las películas que indicas me suenan.
    Salu2

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    1. Pues a ver de vez en cuando alguna, que seguro te sorprenderán. Realmente, casi todas merecen la pena.

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