martes, 8 de enero de 2013

Femme Fatale

Comenzamos el año y lo haremos hablando de una de mis debilidades; bueno, dos. El cine negro y la femme fatal  (el originario francés parece tener más fuerza que la traducción española). El cine negro o film noir clásico, suele fecharse entre dos espléndidas películas, El halcón maltés (1941) y Sed de mal (1958). Antes de la primera de esas fechas se había realizado un cine con gángters, alguna cinta con detectives pero se suele citar la obra de John Huston como la iniciadora de la tendencia, aunque ya se había adaptado en dos ocasiones anteriores la magistral novela de Hammet. Posteriormente a la segunda fecha, se siguió hablando de cine negro, incluso en la actualidad damos el calificativo a algunos filmes, pero parte de la temática y el tratamiento se iban alejando y/o modernizando. 

Este género no hubiera llegado a ser lo que fue sin la presencia, en casi todas sus películas, de la femme fatale: la mujer dotada de una elevada carga de sensualidad (y sexualidad) capaz de arrastrar a los hombres, a veces de manera inconsciente y otras sabiendo hacer uso de sus armas, al peligro o la muerte. Desde luego, no es la única característica de este tipo de cine, pero sí uno de los que siempre ha llamado la atención del espectador. Por lo tanto, hoy toca recordar a mis preferidas dentro del cine negro clásico. Obviamente, por todas ellas hubiera perdido la cabeza (y por algunas sigo haciéndolo más de 60 años después cuando las veo en la pantalla) como los hombres que en ficción tuvieron a su lado.

Brigid O'Shaughnessy - Mary Astor en El halcón Maltés (The Maltese Falcon, J.Huston 1941)
Película inaugural del género que convierte a la Astor en la primera mujer fatal. Fría, calculadora, pero con su corazoncito que hace que se enamore de un cínico detective privado, no sin haber asesinado a su socio, haberle querido robar y matar y haberle engañado en varias ocasiones. Todo eso hará que Sam Spade (el gran Bogart), también un poco enamorado de ella le diga aquello de: "Tendrás suerte si te echan cadena perpetua. Eso significa que, si eres una buena chica, saldrás a los 20 años: te estaré esperando. Si te ahorcan... te recordaré siempre". Y, después, la entregue a la policía. 



 Phyllis Dietrichson - Barbara Stanwick en Perdición (Double Indemnity, B. Wilder, 1944)
Si vas a avisar a un cliente de que su seguro ha caducado, no lo encuentras en casa, pero su mujer te recibe en toalla tras salir de la ducha y cuando se viste aparece con una pulsera en el talón... posiblemente le hagas caso cuando te diga que le ayudes a asesinar a su marido para quedaros con el dinero de su seguro de vida. Yo, por Phyllis, lo haría sin rechistar, aunque tuviera que inventar (como Wilder) una puerta de hotel que abriera hacia afuera.


Laura Hant - Gene Tierney en Laura (O. Preminger, 1944)
La Tierney es una de las mujeres más bellas que poblaron alguna vez la tierra, por lo que es normal que un personaje con sus rasgos físicos causara pavor en una película. Aquí usa (con inocencia) sus dotes para escalar en una agencia de publicidad y es capaz de conseguir que, creyéndola muerta, el más duro detective se enamore de ella sólo mirando un cuadro que la recuerda.
Otto Preminger dirige esta absoluta obra maestra donde se dan cita buena parte de las características del género con un reparto excelente. Además de Gene Tierney, Judith Anderson, Vincent Price, Clifton Webb y el detective McPherson encarnado por Dana Andrews.


Alice Reed - Joan Bennett en La mujer del cuadro (The woman in the window, F. Lang, 1944)
También un cuadro es el detonante para que un maduro profesor de Universidad comience a enamorarse de una mujer a la que luego encuentra casualmente y, que casualmente, también, le invita a tomar una copa en su casa. A esto preceden y continúan numerosas casualidades más, con algún asesinato entre medias, a las que yo también me vería abocado por la impresionante Alice.
Excepcional película del maestro Lang. 


Kitty March - Joan Bennett en Perversidad (Scarlet Street, F. Lang, 1945)
El éxito de la película precedente llevó al director a repetir temática y actores protagonistas: Joan Bennett y el magnífico Edward G. Robinson, aquel actor rumano que consiguió fama interpretando a gángsters y que en los 50, presidiendo el Jurado de Cannes, cargó las tintas contra Berlanga porque en Bienvenido Mr. Marshall se veía en un arroyo, pisoteada, la bandera de USA.
Lang adapta aquí, conduciéndola a los arquetipos del film noir una novela de de la Fouchardière que ya había llevado a la pantalla Jean Renoir en la magnífica La Golfa. Joan Bennet vuelve a enamorar a Robinson (y a mí) y los problemas se suceden.


Kitty Collins - Ava Gardner en Forajidos (The Killers, R. Siodmak 1946)
Un relato breve de Hemingway iba a servir para realizar esta rotunda obra maestra que, además, suponía el debú en el cine de uno de los grandes: Burt Lancaster. "El sueco" es un veterano de guerra y boxeador en declive que se encuentra con la novia de un gángster, Kitty. Y, lógicamente, comienzan los problemas porque no puede resistirse a una mujer de la que se enamora pero que no le conviene. Imprescindible. 
En los 60, el mismo relato dio lugar a otra película (Código del Hampa, en nuestro país) protagonizada por Lee Marvin y Angie Dickinson. Buena película aunque no llegue a la altura de esta, pese a que cuente con el plus de ver como Marvin se carga al mismísimo Ronald Reagan. 


Vivian Rutledge - Lauren Bacall en El sueño eterno (The big sleep, H. Hawks, 1946)
Raymond Chandler  había escrito la novela en 1939 y para su adaptación al cine se contó con tres guionistas, uno de los cuales era el mismísimo William Faulkner. Lo enrevesado del texto de Chandler hizo que llegara un momento en el que ninguno de los escritores supiera quién mataba al chófer, por lo que contactaron con el novelista, que les devolvió un telegrama con algo así como "Joder. Y yo qué sé". Ambas son obras maestras, por cierto. 
Philip Marlowe es contratado para poner orden entre las hijas de un general retirado y, como suele pasar en estos casos, la cosa se complica. Y cómo: si no que se lo pregunten a Chandler o a los guionistas. Tanto que en vez de haber una femme fatale, hay dos. Aunque me quedo con Bacall, cuya química con Bogart en pantalla es brutal, pues se habían conocido y enamorado dos años antes durante el rodaje de Tener y no Tener.


Cora Smith - Lana Turner en El cartero siempre llama dos veces (The postman always rings twice, T. Garnett, 1946)
Algunos tienen la suerte (no sé si buena o mala) de llegar a un restaurante de carretera, ganarse inmediatamente la confianza del dueño y.... encontrar a su joven esposa. Hay que salir de ahí o será demasiado tarde. Es lo que le ocurre al bueno de Frank Chambers (John Garfield), que se verá abocado a intentar deshacerse del marido para vivir con la perturbadora Cora. 
Garnett adaptaba por segunda vez la novela de James M. Cain que ya había llevado al cine poco antes (sin acreditar para no pagar) Luchino Visconti en la también brillante Ossessione. A principios de los 80, Bob Rafelson realizaría una nueva y aceptable versión con aquella célebre escena de la mesa de la cocina entre Jessica Lange (mi adorada JL) y Nicholson, que dio lugar, años después, a un excelente spot.


Gilda Mundson - Rita Hayworth en Gilda (C. Vidor, 1946)
Aunque no es una película cine negro al uso y sí mezcla elementos de diferentes géneros, tiene un marcado regusto al tipo de filmes que nos ocupa. Además, Gilda reúne todas las características de una auténtica mujer fatal en esta historia donde también hay más que notables indicios de una relación homosexual entre los protagonistas masculinos, pese a que ambos se casen con ella. 
Película mítica llena de frases sagaces y recordables, una Hayworth bestialmente bella y un baile con uno de los streep-teases más famosos de la historia, aunque sea de guante. A ritmo de la inolvidable Put the blame on mame. En España fue todo un acontecimiento y los carteles de los cines una de las piezas más codiciadas, soñadas e imaginadas.


Dusty Chandler - Lizabeth Scott en Callejón sin salida (Dead Reckoning, J. Cromwell, 1947)
El bueno de Bogart, cuenta con voz en off, cómo ha llegado a una difícil situación al comenzar a investigar quién ha matado a su compañero de armas. Película característica del cine negro, donde el protagonista encuentra a la antigua novia de su amigo y queda maravillado por su belleza. Por cierto, Lizabeth Scott tiene un gran parecido con la señora Bogart (Bacall), incluso en su tono de voz que hace terriblemente maravillosas las canciones que interpreta. 


Kathie - Jane Greer en Retorno al pasado (Out of the past, J. Tourneur, 1947)
El francés Jacques Tourneur, que siempre se movió en los límites de la serie B, nos ofreció una de las mejores obras del género en esta fascinante película. Mitchum (duro donde los haya) es un hombre tranquilo que trabaja en una gasolinera cuando el pasado llama a su puerta con la forma de Douglas (Kirk, por supuesto, otro duro). A través del flash-back se nos cuenta la historia y, entonces, aparece ella: Kathie, la razón por la que enloquecen ambos hombres.
Jane Greer, a pesar de su aparente candidez, se convierte en una referencia de lo que conocemos como femme fatale.


Elsa Bannister - Rita Hayworth en La dama de Shanghai (The Lady from Shanghai, O. Welles, 1947)
La leyenda cuenta que el grandioso Welles hablaba por teléfono con el jefe de la Columbia al lado de un kiosko y, para obtener dinero para montar una obra de teatro, le ofreció rodar una película. Cuándo el magnate (Harry Cohn) le preguntó qué película era, el genio cogió una de ese kiosko, aleatoriamente, y leyó... La dama de Shanghai. Y así nos gusta recordar (aunque la verdad sea diferente) a los amantes del cine el nacimiento de esta gran película, basada en una especie de novela barata y de poco interés y que resultó un fracaso de crítica y público (incomprensible ambos).
La Hayworth, de mujer fatal, casada con un millonario con problemas motrices pero, desde luego, millonario, se enamora de Michael O'Hara (Welles) un tipo sin éxito. Como anécdota, decir que Orson y Rita todavía estaban casados aunque tramitando el divorcio (y más de un año sin hablarse), a pesar de lo cual rodaron escenas de amor. Se comenta que, el hecho de que la actriz se tuviera que cortar el icónico cabello largo y pelirrojo y pasar a lucir un rubio platino y corto fue venganza de su futuro ex.
Toda la película lleva el sello característico de Welles, especialmente esa fascinante escena final de los espejos, luego copiada y homenajeada en diferentes filmes (Misterioso asesinato en Manhattan de Allen, por ejemplo).


Anna - Yvonne de Carlo en El abrazo de la muerte (Criss Cross, R. Siodmak, 1949)
El extraordinario director alemán Robert Siodmak fue uno de los grandes creadores del cine negro. Aquí se aproxima a su anterior Forajidos, usando también como actor a Burt Lancaster, nuevamente en un papel de hombre bueno arrastrado por la fatalidad (la propia y la de la mujer que lo atrapa, se entiende). No aparece Ava Gardner, pero Yvonne de Carlo lleva a cabo una de sus mejores interpretaciones a pesar de su rostro bastante angelical. Pero resaltada su belleza con la música de Miklos Rozsa, yo tambíén perdería la cabeza y atraco un furgón (como Lancaster o el Dioni) o lo que me pida.


Diane Tremayne - Jean Simmons en Cara de angel (Angel face, O. Preminger, 1952)
La Simmons también poseía un rostro dulce, pero al formar parte de una familia adinerada, parece que puede conseguir todo lo que se proponga. Y a cualquier precio. Aunque suma aspectos de diferentes géneros, la película puede catalogarse como un filme noir, a lo que ayuda decisivamente el personaje de Diane, una auténtica mujer fatal. La escena final, inolvidable, una de esas maravillas que te hacen amar el cine en general y este tipo de películas en particular. 
Además, se completa un reparto de lujo con Robert Mitchum, Herbert Marshall, Mona Freeman y Barbara O'Neil.


Debby Marsh - Gloria Grahame en Los sobornados (The Big Heat, F. Lang, 1953)
Y, para terminar, un femme fatale que acaba no metiendo en problemas al protagonista sino ayudándolo (el Glenn Ford de Gilda). A pesar de ello, Debby reúne todas las características de este tipo de mujer, usando su belleza para conseguir llegar a ser pareja del duro Vince Stone (magistral Lee Marvin), aunque todo tenga su precio, incluyendo los abrigos de pieles. 
Otra obra maestra de Lang que incluye una de las escenas más impactantes de la historia del cine (o dos, pues la venganza de Debby también se las trae) en la que Stone, cabreado porque la mujer le miente, vierte una jarra de café hirviendo sobre su rostro, desfigurándola para siempre. 











3 comentarios:

  1. Magnífico post. Coincidimos en los gustos!!

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    1. Gracias. Como no vamos a coincidir en alabar a estas bellezas... hago lo que me digan. Sin rechistar.

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  2. Pocas he visto de todas las pelis que hablas, pero ha sido un gusto leer tu opinión sobre todas ellas (las pelis y las mujeres fatales).

    Besitos

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