miércoles, 25 de julio de 2012

Zumaia Flysch Trail


El domingo tuve la suerte de correr la Zumaia Flysch Trail, que cumplía su cuarta edición. Fue el gran Juanlu quien nos habló hace tiempo de ella (la ha corrido desde su segundo año) y desde el primer momento me planteé hacerla en alguna ocasión: este año ha sido posible y espero que no sea la última vez. Desde 2011, la ZFT forma parte de la Copa de España de Carreras por Montaña que ahora engloba, además, a las pruebas de Cuenca, Lanzarote y Otañes.

La carrera es, sencillamente, espectacular, una de las más bellas que he corrido. Este tipo de pruebas suelen tener como denominador común lo majestuoso de los paisajes que se recorren; pero, también, la dureza. Recordemos que, para que se considere una carrera de montaña desde un punto de vista oficial, la distancia no puede ser inferior a 21 kms y el desnivel positivo acumulado menor de 1.000 mts. Asimismo, no puede tener más del 50%  del recorrido transitable para vehículos, por lo que los senderos deben primar (al menos un 1%) sobre el conjunto de pistas forestales. Dicho recorrido puede ser de baja (-1000 mts de altura en todo él), media (con algún punto entre 1.000 y 2.000 metros de altitud) o alta montaña (en algún punto se superan los 2.000 mts). Por lo tanto, desde un punto de vista "oficial" no existen las carreras de/por montaña de 11 kms y 300+ por pistas forestales. Estas tendríamos que englobarlas en el amplio mundo del trail running (en el que también entrarían las de montaña). Bueno, no quiero entrar en disquisiciones. 

Como decía, es una de las carreras más atractivas que he conocido; quizá junto con el maratón alpino de Galarleiz, la Cursa de l'Alba (majestuosa subida de Collbató al mirador de Montserrat) y alguna otra. Esto en cuanto al mundo del trail. En asfalto he tenido la suerte de recorrer el centro de Roma o Florencia, o hacer 42 kms en Ginebra, alrededor del lago Lemán y con la presencia continua e imponente del Jet d'Eau, por ejemplo. Zumaia es una localidad costera situada a unos 24 kms de Donostia, con lo que la prueba parte y termina en el centro de ella para recorrer los parajes cercanos, corriendo no pocas veces por los acantilados cercanos al Cantábrico (se llama flysch a la sedimentación que forma esos acantilados y que consiste en la alternancia de rocas duras y otras más blandas que le confieren un tono majestuoso), que entre Deba y Zumaia se encuentran protegidos.

La ZFT tiene 31,2 kms de distancia y cuenta con 1.500 metros de desnivel positivo (y otros tantos negativos). Como dato curioso, su punto más alto es de poco más de 200 mts (223), por lo que para llegar a ese desnivel uno se puede imaginar la cantidad de subidas y bajadas que la conforman, casi sin terreno llano alguno. Las cuestas suelen ser cortas (excepto la primera, que con algún falso llano es casi de 5 kms) pero pronunciadas. En resumen, igual que es un placer para los sentidos, es un suplicio para la musculatura. No es demasiado técnica (sólo una zona con barro y piedras) y las subidas son con senderos bien delimitados o por lomas de hierba.

El viernes por la tarde salíamos de Madrid Juan, Santi, Juanlu y yo en dirección a la casa rural que habíamos alquilado en el interior del parque natural de  Pagoeta. El sábado se nos uniría Jesús y para la carrera Alberto y Pepe, llegado de Lodosa. El sábado por la mañana hicimos el recorrido que por el paseo marítimo lleva desde las localidades pesqueras de Zarautz a Guetaria, patria de Juan Sebastían Elcano. Agradable trote de unos 8 kms entre la ida y vuelta al lado del mar, aunque ya nos dimos cuenta de que la humedad nos pasaría factura al día siguiente. El resto del día lo empleamos en coger el dorsal y pasear por estas localidades.

La carrera comenzaba a las 10 horas, después del tradicional, creo no equivocarme, aurresku (baile típico vasco). 500 corredores en la salida (plazo máximo) que primero dábamos una vuelta por la localidad y después "nos lanzábamos al monte". Aunque la temperatura no era excesiva, 17º aproximadamente, y el sol se encontraba oculto, cuando empezábamos la primera subida estaba ya como si me hubieran echado un cubo de agua:  los del interior no estamos acostumbrados a esta humedad. Y cuando la terminaba, más allá
del km 5, me sentía como si estuviera zambullido en el mar.

El recorrido lo tiene todo, predominando, como ya he dicho, las subidas y bajadas desde un punto de vista orográfico. En un par de ocasiones (kms. 9 y 16,5) bajamos casi al nivel del mar para desde allí ascender abrupta y rápidamente por encima de los 200 mts. En los kms 10 y 17 corremos a escasos mts del mar con vistas privilegiadas al mismo. En el km 12, en plena ascensión, llegamos al punto más alejado de Zumaia, el mirador de Mandata y tras culminar la subsiguiente subida, comenzamos a bajar y a alejarnos de la costa a través de bosques donde llega poca luz. Esto, junto a la humedad de algunos riachuelos (varios de los cuales hay que cruzar) y la existencia de rocas resbaldizas, hace que estos kms tengan bastante riesgo de caídas. En ese punto km. del 17, los terrenos abiertos vuelven a predominar.


A partir del 23, Elorriaga, el terreno se vuelve "más amable" y comenzará a predominar el descenso hacia la localidad de salida y meta. Desde luego, los toboganes no faltan, con subidas cortas pero que ya hacen excesivo daño: cerca de 2 horas y media de carrera, el sol ya pega con cierta fuerza, la humedad, el cuerpo acusa el cansancio... pero van pasando los kms y por fin llegamos a las afueras de Zumaia. Aquí voy acompañado por un chaval de la zona que me avisa de que quedan 3 rampas durísimas. Las dos primeras te llevan a una ermita entre los ánimos de la gente y me sorprendo corriéndolas sin parar, lo que indica que he guardado fuerzas (y eso que no he ido "demasiado sobrado"); después, callejeas un poco por el pueblo pero ¡vuelves a salir de él!... y allí la ves: la cruel y última subida. Tendrá (con un mínimo falso llano) unos 350-400 metros, pero fácil por encima del 25%. Así que manos a las rodillas y a intentar subir sin parar; la verdad es que es emotivo: la gente se coloca a ambos lados (subimos por una loma de hierba típica) y te anima (oso ondo, aupa) y yo intento contestar bien con palabras (aunque eskerrik asko me deja sin respiración a estas alturas) o con un leve gesto. Miro hacia adelante y todavía queda un mundo, pero la gente ahí sigue desgaítándose... recordarlo todavía me produce un escalofrío.

Pero todo acaba, así que tras multitud de esfuerzos llegamos al falso llano y doliéndome hasta el alma me animo a trotar los 50 mts finales. Desde aquí, todo es descenso. Se entra en la localidad y se busca el centro. Al lado del puerto se coge una larga calle , repleta de gente que te lleva a meta. Al primero y al último, al que tardó poco más de 2h 15' y al que completó el recorrido en 4h30', la gente aplaude igual: con verdaderas ganas, de forma ensordecedora, mientras se escucha música en euskera y al speaker en zona de meta. Allí veo a Santi (que no ha podido correr por una lesión) y poco más delante, en la curva que se toma para encarar los últimos 200 mts a Jesús (a quien una lesión que espero no vaya a más a hecho retirarse. Tienes que volver a terminarla). A buen ritmo, me sigo dando "un baño de multitudes", saludando, aplaudiendo y casi al final me marco un bailecito mientras que el speaker se ríe y se sonríe en euskera: la ocasión lo merecía, por supuesto. 3h14'20" de carrera.

Como después comentaba con el gran Alberto, esta carrera es la de la organización perfecta. Recorrido espectacular; gran animación para este tipo de pruebas: los voluntarios, los andarines que encuentras por todo el trayecto paran y se ponen a animarte, la gente de los caseríos, gente que aguarda en las cuestas más duras y ese final inolvidable; hay una cantidad enorme de voluntarios en los más de 31 kms y, junto a la buena señalización, es casi imposible desviarse del camino. En pocos sitios se viven así las carreras (dentro y fuera) como en el País Vasco.

Además, para mayor disfrute (por supuesto, no sólo atlético), la suerte de tener la compañía de lujo que enuncié al principio pero que merece volver a destacarse. Así que gracias a los 3 miembros de Runners de Barrio, Juan, Jesús y Alberto (Alberto que, además, aportó la crónica rosa con su futura boda neoyorkina con Jennifer, presente en la comida post-carrera) un club que, con el tiempo, debería convertirse en un equivalente al atletismo popular de lo que The Barbarians es al mundo del rugby. Club de ingreso selectivo, eso sí, ya que para ingresar se piden duras marcas: contar con una calidad humana excepcional. Todos los componentes (y allegados) que conozco son personas geniales. Y eso es mucho en estos tiempos... y en este planeta. Junto a ellos los fenomenales Santi y Juanlu, compañeros de más correrías y el infatigable Pepe, al que ya tenía ganas de conocer y con el que espero volver a coincidir (con más tiempo). Mágico fin de semana.





2 comentarios:

  1. Ha sido un buen finde y de nuevo una carrera estupenda, efectivamente disfrute total para los sentidos, aunque las piernas protesten algo, conociéndola se trata de tomarla adecuadamente.
    Un placer compartirla contigo y con esta gente. Lo de la humedad no tendrá remedio para nosotros mientras sigamos viviendo donde vivimos.
    Salu2 y un abrazo

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  2. ¡¡Enhorabuena, Carlos!!
    Preciosa crónica. Me he enamorado de la carrera sólo con leeros a Juanlu y a ti, me la apunto, la tengo que correr algún día.
    Un besote.

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