martes, 29 de enero de 2013

Iniciando el año: MM de Getafe

Primera carrera de un año en el que tengo pensado cuidarme algo más que en el anterior. Al menos el principio es esperanzador en este sentido, pues en 2012 a estas alturas ya había hecho una carrera de más de 25 kms, una media y un maratón. La MM de Getafe ya se ha convertido en una clásica del calendario y no sólo madrileño. Un circuito rápido, llano para lo que se lleva en Madrid, y la ausencia de competencia en estas fechas (sobre todo si como este año se evita coincidir con Santa Pola, el gran referente de principios de temporada) garantiza su éxito: inscripciones cerradas y unos 4.100 corredores en salida. 

Antes era el pistoletazo de salida para ir preparando Mapoma. Ahora, también se ha convertido en test para los que corren el maratón de Sevilla (este año 24 de febrero) e, incluso, como última oportunidad para intentar conseguir marca que permitiera correr en Nueva York. Esto, por otra parte, hace propicio el cambio de chip (soy veterano D y le doy el chip a un amigo senior que puede correr en los tiempos que me exigen) o algún caso sorprendente como el de un hombre que llegó un poco después que yo y que no tenía rastro alguno de fatiga en su rostro. Ni sudor, a pesar de, aparentemente, haber recorrido 21 kms a un ritmo medio por debajo de 4'/kms y con cierto sobrepeso.

Por una u otras razones, Getafe se ha convertido en un referente del período invernal en la zona centro. Era mi tercera participación, segunda consecutiva, y para allá nos fuimos. Esta vez junto a dos compañeros de club, "lo que me llena de orgullo y satisfacción" (perdónenme si no mato ningún elefante u otra especie en vías de extinción), pues parece que en mi localidad empezamos a mover esta afición por las carreras populares, algo que hasta el momento estaba muy aletargado. Además, ambos debutantes en la distancia: Mari Tere y Rafa. Excelente carrera para ambos que estuvieron bastante reservones, como les había recomendado para que tuvieran el mejor sabor de boca posible. Tiempo tendrán de bajar, y mucho, ese 1h42'.

La agenda estaba apretada. En primer lugar, foto con la marea naranja: el increible grupo de Forofos del Running. Unas 80 personas que obligan a cambiar de angular para la siguiente sesión fotográfica multitudinaria. ¿Fuencarral? Por allí apareció Juanlu, quien ya me informó que otra de las citas de la mañana se cancelaba. Era la foto oficial para el Trail Solidario de Alcoy (45 kms) de Mayo; Alberto no había acudido finalmente. De todas maneras, tras la carrera, nosotros dos y el capitán del equipo (Andrés), posamos. Además, estrené para la ocasión la camiseta que me dieron y con la que se ha decidido que el equipo participe en el trail. 


De aquí, vuelta a buscar a Fernando y Mari Tere, que estaban en su propia sesión fotográfico/nerviosa. Algo, por otra parte, lógico. Calentamos un poquito y nos separamos. La mañana, buena para correr. Algo de viento, todavía un poco de fresco, pero alejado de las malas predicciones que habíamos tenido a principios de semana y que se habían ido suavizando con el transcurrir de los días. Así que me coloqué no excesivamente lejos de la pancarta de salida, donde más o menos creo que debería estar para el tiempo que tenía pensado realizar: bajar de 1h25'. Como siempre, mucha gente evita dar muestras de educación y se coloca muy delante para, tras 10 metros, dificultar el paso a los corredores más rápidos que ellos que han salido por detrás. Tapones, cruces sin avisar y una caída a mi lado. No aprendemos ni lo vamos a hacer jamás.

La salida es cuesta abajo pero pronto se llega a una rotonda, con el consiguiente y peligroso estrechamiento. Estas dificultades transcurren en los primeros 2 kms. Luego, ya se puede correr más o menos bien, aunque en todo momento se va acompañado y como me contaban los compañeros, entre 1h40' y 1h45' vas codo con codo casi todo el recorrido. Sabía que había 2 grupos de "Forofos" por los tiempos que me quería mover. Encontré pronto a uno de ellos y esos kms los hice en su compañía hasta que pregunté y me contestaron que harian 1h27' más o menos. A partir de ahí hice la carrera en solitario a mi ritmo, marcando más o menos todos los kms casi en el mismo tiempo o, dependiendo del viento, oscilando en un pequeño margen. Hoy por hoy es el ritmo en el que me esfuerzo, bastante, pero sin llegar a sufrir. Los primeros 10 kms los pasé en 39:56 y con buenas sensaciones. 

En circuitos a dos vueltas, como este, la primera te sirve de reconocimiento para la segunda. Si vas bien, claro. Si no lo vas, en esa segunda encuentras repechos que se convierten en subidas  "que no estaban allí antes". El recorrido tiene una sola cuesta, junto al estadio y kms que pican ligeramente hacia arriba con algún pequeño repecho (y que coincidieron, generalmente, con el viento en contra). Pero también se baja la misma cuesta (en 3 ocasiones) y los últimos kms tienen desnivel favorable, lo que ayuda a llegar más entero. Sin arriesgar en ningún momento pude mantener bien el ritmo e, incluso, bajar algún segundo para tras entrar en la pista de atletismo marcar 1h23'40" netos. Posiblemente se trate de mi 2ª mejor marca en MM homologada, tras un 1h22'00" que me marqué en mi tercera prueba en la distancia, en Madrid... hace 10 años. Sin homologar tengo alguna de 1h21 pero seguro que con metros de menos, además de algún otro 1h23. 75 medias (entre asfalto y montaña) dan para bastante.

Siguiente parada Fuencarral, la media en la que debuté.


martes, 22 de enero de 2013

20 años sin ti / 10 películas eternas: Audrey Hepburn

El domingo pasado se cumplían 20 años de la muerte de la maravillosa Audrey Hepburn (4 de mayo 1929 - 20 de Enero 1993).La anglo-belga (y holandesa) ya desde 1967 se había casi apartado del cine y únicamente llevaba a cabo alguna aparición esporádica; había cambiado el glamour por una vida mucho más sencilla y llena de proyectos humanitarios. Siempre será recordada como paradigma de un tipo de belleza que rivalizaría y acabaría imponiéndose a la mujer con muchas más curvas (Marilyn, Ava Gardner...) y por convertirse en el icono de fémina casi angelical, fuerte pese a su aparente fragilidad y, sobre todo, como símbolo de la elegancia. 

Audrey Hepburn, una mujer en la vida real sumamente divertida, padeció los estragos de la II Guerra Mundial  en Bélgica y Holanda: su historia, sin ser tan traumática, corre paralela a la de Ana Frank. De hecho, carencias alimenticias durante el conflicto influyeron en que su físico quedara perfilado de esa manera tan cercana a la extrema delgadez. Esto le daría una gran fama pero también consiguió que no se le viera como una posible primera bailarina una vez que llegó a Inglaterra, lo que era su gran pasión y objetivo. Como en el cine se podía ganar algo más de dinero, decidió empezar a buscarse un hueco en él a principios de los 50. El resto es historia: reducida filmografía (menos de 30 títulos, más alguna aparición televisiva) pero de elevada calidad. Además, si la película no va muy allá, siempre nos queda ella.

Mi humilde contribución a esta fecha se basará en destacar mis 10 películas preferidas que protagonizó la actriz, cuya primera aparición fue en la extraordinaria Oro en barras (The Lavender Hill Mob - C. Crichton, 1951), aunque en un papel muy secundario. Curiosamente, y aunque pronto alcanzaría el estrellato, casi todas ellas pertenecen a la década de los 60 y están rodadas casi consecutivamente. Después de la mujer fatal, la angelical...

Vacaciones en Roma (Roman Holyday - W. Wyler, 1953) Princesa Ann.
Una prueba de cámara  hizo que Wyler se quedara prendado del talento y el encanto de la actriz e impusiera su criterio a los productores, que habían pensado en Elizabeth Taylor. Era el comienzo del mito, pues la película fue un éxito y hasta la revista Time sacaría a Audrey en portada ese mismo año. 

Película asociada al viaje en Vespa por las calles de Roma, al gritito y la cara de asombro cuando Joe pierde la mano en la Bocca della Verità y a varias instantáneas más como la última recepción a la prensa. La Hepburn borda su papel y la química con Gregory Peck es innegable. Lástima que en aquellos años se viera tan mal aquello de emparejar a periodistas con miembros de las familias reales; claro, que tampoco les daba a estas familias por convertirse en ladrones de las más baja gama (de la alta siempre han sido). Por cierto, la belleza de la actriz, natural  y no de quirófano como otra futura reina de cierto país.... bananero.

Película excelente que supuso el ingreso en el estrellato de Hepburn, que además ganó el Óscar y el Globo de Oro.



Sabrina (B. Wilder, 1954) Sabrina Fairchild
Un solo año después, Hepburn trabajaba con otro de los grandes, Wilder, en la adaptación al cine de la obra de Samuel Taylor. Aunque pudiera parecer lejos del estilo del director, esta comedia romántica es una película entrañable y de calidad. La hija del chófer de una familia rica vuelve a la casa de su padre convertida en una mujer que se moverá entre los amores del heredero vividor y díscolo (gran William Holden) y del frío, trabajador y poco divertido (Bogart, "obligado" por su agente a hacer una comedia).

Se "comenta" que Audrey visió a Givenchy para elegir el vestuario de la película y el diseñador la esperó encantado hasta que se encontró con que la Miss Hepburn que le habían anunciado no era Katharine sino una tal Audrey. Tentado de rechazar el trabajo, finalmente aceptó y nació una gran amistad. También se habló de una historia de amor no sólo en pantalla con Holden y de que fue la única que llegó a intercambiar alguna que otra palabra fuera de guión con "Boggie". La película fue objeto de un innecesario y atroz remake en los 90 donde ni Harrison Ford se salvaba.

Durante la segunda parte de la década, la actriz intervendría en éxitos como Guerra y Paz, Una cara con ángel (junto al genial Astaire), Ariane (también de Wilder) e Historia de una monja (me deberían haber excomulgado por pensamientos impuros y enamoradizos cada tarde de sábado que la vi de pequeño).
 

Desayuno con diamantes (Breakfast at Tiffany's - B. Edwards, 1961) Holly Golightly
Muchas de las imágenes más representativas de la actriz están relacionadas con esta película, como cuando canta Moon river en el marco de la ventana con la toalla en la cabeza o, sobre todo, cuando en la escena inicial se baja de un taxi, vestida nuevamente por Givenchy, y desayuna unos pastelitos daneses (que a mí me parece un croissant, pero bueno), y que la actriz odiaba, frente al escaparate de Tiffany's.

Poco que añadir que no se sepa. Basada en un relato de Truman Capote que al vender los derechos impuso a Marilyn Monroe, aunque esta desechó el personaje (hay mucha versiones sobre esto, pero al parecer no quería otra comedia), y que fue dulcificado para la versión cinematográfica: en el libro era bisexual, había tenido un aborto, consumía drogas, se remarca más el hecho de ser una prostituta de lujo y Paul un escritor frustrado que ejerce como gigoló, etc. Y, también, la propia imagen e interpretación de la Hepburn ayudó a ello. 

Blake Edwards dirigió esta comedia romántica que casi iniciaba lo que también se llamó como "sofisticada" y que se desarrollaría durante buena parte de los 60. El galán es George Peppard (sí, el del Equipo A) y el tipo con el que casi se casa en la pantalla, el impresentable José Luis de Vilallonga. La impresionante BSO, del maestro Mancini. Por cierto, la memorable escena final bajo la lluvia y buscando al gato sin nombre (sólo Cat), en palabras de la actriz fue "la más desagrable de mi carrera".



La calumnia (The children's hour - W. Wyler, 1961) Karen Wright
La obra de teatro de Lillian Hellman fur rodada por William Wyler en 1936 y nuevamente en 1961, esta vez pudiendo ser un poco más explícito con la esencia de la historia aunque no tanto como hubiera deseado. La calumnia cuenta con un trasfondo de lebianismo, algo que estaba prohibido reflejar en la pantalla. También (universal y de cualquier época) refleja como un rumor, cierto o no, se expande y puede tener fatales consecuencias. 

Es lo que ocurre cuando una detestable niña residente en la escuela Wright-Dobie, cuenta a su abuela una relación existente entre las dos propietarias y profesoras, Karen (Hepburn) y Martha (Shirley McLaine), esta última homosexual. Si además, la abuela es familiar del prometido de Karen, todo se desencadena rápido. 

Cambio de registro de la actriz en otra muy buena película del maestro Wyler, al que un día habrá que recordar como se merece.


Charada (Charade - S. Donen, 1963) Regina Lampert
Heburn volvía a su terreno natural, la comedia romántica, esta vez en el ambiente de una historia de intriga. En un escenario como París, la protagonista quedará viuda y conocerá los negocios ocultos del que era su marido, además de encontrar a un agente (o no) que intentará ayudarla.... o eso parece. 

Charada es un excelente filme en que, una vez más, Hepburn está radiante. Aquí comparte honores y amores con un magnífico Cary Grant que podía ser su padre (tenía ya 59 años por 34 de la actriz). A destacar también los magníficos secundarios, Walter Matthau, James Coburn o George Kennedy. Dirige Stanley Donen, que se había hecho famoso por varios grandes musicales de la década de los 50 como los imprescindibles Cantando bajo la lluvia o Siete novias para siete hermanos, además de Una cara con ángel, donde ya había dirigido a la actriz.

Puede adivinarse un cierto toque Hitchcock a lo que ayuda la presencia de uno de los actores fetiche del inglés. A destacar la presentación de los compañeros del muerto en el funeral o aquel juego de las naranjas durante el baile. Otra banda sonora mágica de Mancini.



My fair lady (G. Cukor, 1964) Eliza Doolittle
Puede catalogarse casi de raro que hasta este momento no se hubieran reunido en una película los nombres de Audrey y Cukor, uno de los mejores "directores de mujeres". Al fin se iba a dar este hecho, con la adaptación al cine de una obra que había triunfado en los escenarios de Broadway y que se basaba en el excelente Pigmalíón de George Bernard Shaw. Sobre las tablas, Rex Harrison y Julie Andrews habían gozado del fervor popular (la más taquillera hasta la fecha), aunque para el cine se dejó de lado a la actriz (quien ese mismo año debutaría con Mary Poppins).

Descartada Andrews, se pensó en Hepburn, quien primero lo rechazó y recomendó a la primera, pero al saber que si no aceptaba ella el papel iría a parar a Elizabeth Taylor, acabó por firmar el contrato. Harrison explotó de ira, aunque luego se haría muy buen amigo de su compañera. La expectación era enorme para su estreno y la película respondió, siendo un auténtico éxito y ganando 8 Óscars. Sin embargo, Audrey no estuvo ni nominada y Andrews ganó la estatuilla, lo que hizo que se quisiera ver una gran rivalidad entre ambas que ellas negaron. Para My Fair Lady Hepburn bailó y cantó pero, como se había establecido al principio, se optó porque fuera doblada en todas las canciones por la soprano Marni Nixon. Nixon, conocida como "la voz de Hollywood" dobló, por ejemplo, a Natalie Wood en West Side Story y a la mismísima Julie Andrews en una canción.... ¡de Mary Poppins!

Por favor, pronuncien, claramente, conmigo: The rain in Spain stays mainly in the plain. Absolutamente mágica.


Cómo robar un millón y... (How to steal a million - W. Wyler, 1966) Nicole
Nuevamente la actriz a las órdenes de Wyler, en uno de los últimos títulos de este, y nuevamente en el terreno de la comedia romántica con toque sofisticado. Aquí con una historia de ladrones de obras de arte y con una extraordinaria réplica por parte de Peter O'Toole (y sus ojos azules). Grandiosa, aunque no se la crea nadie, la primera escena en la que coinciden: él entra a robar y le recibe una adormiscada pero impolutamente maquillada Hepburn en camisón. 

Tiene también otras dos escenas maravillosas. Una en el museo, donde deben esconderse juntos y, otra, cuando llega a casa y se da cuenta de que está enamorada de él al limpiar las huellas de un cuadro. Supone uno de los primeros trabajos para el cine de un compositor llamado por entonces Johnny Williams (luego pasaría a John y a colaborar, entre otros, con Spielberg) y destacan secundarios como Charles Boyer o Eli Wallach muy lejos de otros de sus registros (Wallach es, por ejemplo, el "feo" amigo del "bueno" Eastwood en la película de Leone).


Dos en la carretera (Two on the road - S. Donen, 1967) Joanna Wallace
Reencuentro de Hepburn con Stanley Donen. Otra comedia para la actriz, pero esta vez  con toques amargos; cercana, aunque quizá todavía más ácida, a Desayuno con diamantes, especialmente por haber tenido en esta que eliminarse aspectos de la obra de Capote. Una película sobre las relaciones, y el matrimonio, para ver en sesión doble con Te querré siempre / El viaje a Italia, de Rossellini, aunque esta más ceremonial.

A través de cinco viajes a la Riviera francesa (más uno del personaje masculino en solitario) de un matrimonio en 10 años, se muestra cómo cambian los sentimientos de esas personas, cómo disminuye (sin que sepan o quieran hacer nada) la ilusión en el otro pero, también, como el cariño persiste (y la mala cabeza de Mark para saber dónde está el pasaporte). Película que recomiendo encarecidamente si alguien no ha visionado todavía o no la recuerda, y que cuenta con unos excelentes Albert Finney y Audrey (cuyo matrimonio con Mel Ferrer parecía encaramarse a su fin y lo haría un año después), además de una breve aparición de una casi debutante Jacqueline Bisset. 

Por supuesto, la magia de la música de Mancini entre comentarios como estos:

- Si algo me pone negro es una mujer indispensable.

- Cuando algo ha terminado hay que reconocer que ha terminado

- ¿Qué clase de personas se pasan horas sin nada que decirse? Los matrimonios.

- El matrimonio es cuando la mujer le dice al hombre: Quítate la ropa. ¿Sabes por qué lo dice? Para llevarla al tinte.


Sola en la oscuridad (Wait until dark - T. Young, 1967) Susy Hendrix
El soldado del ejército británico Terence Young fue herido en la batalla de Arnhem en 1944. Allí, una de las jóvenes enfermeras voluntarias (y de extrema delgadez) que le atendió respondía al nombre de Edda Van Heestra Hepburn-Ruston. 23 años después se reencontraban y esta vez el ahora director (que había adquirido fama tras rodar la primera, segunda y cuarta películas de la saga de 007) ponía a su servicio un vehículo de lucimiento para la actriz que conseguía, desde mi punto de vista, la mejor interpretación de su carrera.

La obra teatral de Frederick Knott gira en torno a un equívoco que lleva al enfrentamiento entre unos delincuentes y un pacífico matrimonio donde ella carece de percepción visual. La adptación es brillante, Young dirige con maestría, Mancini vuelve a crear magia, los actores cumplen más que bien (entre ellos Richard Crenna, el coronel Trautman amigo de Rambo) y Aundrey Hepburn enamora literal y cinematográficamente a quien tenga sentimientos. Intriga a raudales que desemboca en unos minutos finales llenos de desasosiego.  Imprescindible.

Por cierto, el premio de la Academia recayó ese año en Hepburn... pero Katharine, por la divertida y crítica Adivina quién viene esta noche.


Robin y Marian (R. Lester, 1976) Maid Marian
Tras Sola en la oscuridad, Audrey se retiró del cine, apareciendo únicamente en 4 películas más para el cine y una para la televisión desde 1967 hasta que se despidió con Always, la fallida película de Spielberg de 1989. Esta es la primera de esas apariciones y la mejor, a las órdenes del inglés Richard Lester, quien había dirigido las primeras películas de The Beatles y que gozaba de una nueva fama tras rodar dos películas sobre los mosqueteros de Dumas. 

Estamos ante una película de aventuras en un tono crecuspular y desmitificador. Robin Hood y Little John regresan a Nottingham, tras luchar en Las Cruzadas, con muchos años a cuestas. Todo está muy lejos de las visiones clásicas del personaje, aunque Sherwood volverá a temblar en un Nottingham a caballo entre Pamplona y Zamora, lugares en los que se rodó la película y que posibilitó, por ejemplo, que veamos unos 15 segundos a una jovencísima Reina Isabel, esposa de Juan sin Tierra, con los rasgos de una tal Victoria Mérida Roja (apellidos sustituidos más tarde por el de Abril).

Película para mí poco valorada, excepcional, entrañable, muy bien interpretada, tanto por el duo protagonista (Sean Connery y Hepburn) como los secundarios: Richard Harris (Rey Ricardo), Robert Shaw (sheriff), Nicol Williamson (Little John ) o Ian Holm (el Rey Juan y conocido por ser el robot de Alien). Excelente y con una monumental escena final, con una declaración de amor de Marian que recoge el espíritu literario de la época (y de la película) aderezada con los acordes de John Barry. No la pongo porque sólo la he encontrado doblada y no hace justicia. La traducción sería...

«Te amo.
Te amo más que a todo,
más que a los niños,
más que a los campos que planté con mis manos,
más que a la plegaria de la mañana o que a la paz,
más que a nuestros alimentos.
Te amo más que al amor o a la alegría o a la vida entera.
Te amo más que a Dios».

Y aquello de "dónde caiga la flecha, John, colócanos juntos y déjanos allí".


martes, 8 de enero de 2013

Femme Fatale

Comenzamos el año y lo haremos hablando de una de mis debilidades; bueno, dos. El cine negro y la femme fatal  (el originario francés parece tener más fuerza que la traducción española). El cine negro o film noir clásico, suele fecharse entre dos espléndidas películas, El halcón maltés (1941) y Sed de mal (1958). Antes de la primera de esas fechas se había realizado un cine con gángters, alguna cinta con detectives pero se suele citar la obra de John Huston como la iniciadora de la tendencia, aunque ya se había adaptado en dos ocasiones anteriores la magistral novela de Hammet. Posteriormente a la segunda fecha, se siguió hablando de cine negro, incluso en la actualidad damos el calificativo a algunos filmes, pero parte de la temática y el tratamiento se iban alejando y/o modernizando. 

Este género no hubiera llegado a ser lo que fue sin la presencia, en casi todas sus películas, de la femme fatale: la mujer dotada de una elevada carga de sensualidad (y sexualidad) capaz de arrastrar a los hombres, a veces de manera inconsciente y otras sabiendo hacer uso de sus armas, al peligro o la muerte. Desde luego, no es la única característica de este tipo de cine, pero sí uno de los que siempre ha llamado la atención del espectador. Por lo tanto, hoy toca recordar a mis preferidas dentro del cine negro clásico. Obviamente, por todas ellas hubiera perdido la cabeza (y por algunas sigo haciéndolo más de 60 años después cuando las veo en la pantalla) como los hombres que en ficción tuvieron a su lado.

Brigid O'Shaughnessy - Mary Astor en El halcón Maltés (The Maltese Falcon, J.Huston 1941)
Película inaugural del género que convierte a la Astor en la primera mujer fatal. Fría, calculadora, pero con su corazoncito que hace que se enamore de un cínico detective privado, no sin haber asesinado a su socio, haberle querido robar y matar y haberle engañado en varias ocasiones. Todo eso hará que Sam Spade (el gran Bogart), también un poco enamorado de ella le diga aquello de: "Tendrás suerte si te echan cadena perpetua. Eso significa que, si eres una buena chica, saldrás a los 20 años: te estaré esperando. Si te ahorcan... te recordaré siempre". Y, después, la entregue a la policía. 



 Phyllis Dietrichson - Barbara Stanwick en Perdición (Double Indemnity, B. Wilder, 1944)
Si vas a avisar a un cliente de que su seguro ha caducado, no lo encuentras en casa, pero su mujer te recibe en toalla tras salir de la ducha y cuando se viste aparece con una pulsera en el talón... posiblemente le hagas caso cuando te diga que le ayudes a asesinar a su marido para quedaros con el dinero de su seguro de vida. Yo, por Phyllis, lo haría sin rechistar, aunque tuviera que inventar (como Wilder) una puerta de hotel que abriera hacia afuera.


Laura Hant - Gene Tierney en Laura (O. Preminger, 1944)
La Tierney es una de las mujeres más bellas que poblaron alguna vez la tierra, por lo que es normal que un personaje con sus rasgos físicos causara pavor en una película. Aquí usa (con inocencia) sus dotes para escalar en una agencia de publicidad y es capaz de conseguir que, creyéndola muerta, el más duro detective se enamore de ella sólo mirando un cuadro que la recuerda.
Otto Preminger dirige esta absoluta obra maestra donde se dan cita buena parte de las características del género con un reparto excelente. Además de Gene Tierney, Judith Anderson, Vincent Price, Clifton Webb y el detective McPherson encarnado por Dana Andrews.


Alice Reed - Joan Bennett en La mujer del cuadro (The woman in the window, F. Lang, 1944)
También un cuadro es el detonante para que un maduro profesor de Universidad comience a enamorarse de una mujer a la que luego encuentra casualmente y, que casualmente, también, le invita a tomar una copa en su casa. A esto preceden y continúan numerosas casualidades más, con algún asesinato entre medias, a las que yo también me vería abocado por la impresionante Alice.
Excepcional película del maestro Lang. 


Kitty March - Joan Bennett en Perversidad (Scarlet Street, F. Lang, 1945)
El éxito de la película precedente llevó al director a repetir temática y actores protagonistas: Joan Bennett y el magnífico Edward G. Robinson, aquel actor rumano que consiguió fama interpretando a gángsters y que en los 50, presidiendo el Jurado de Cannes, cargó las tintas contra Berlanga porque en Bienvenido Mr. Marshall se veía en un arroyo, pisoteada, la bandera de USA.
Lang adapta aquí, conduciéndola a los arquetipos del film noir una novela de de la Fouchardière que ya había llevado a la pantalla Jean Renoir en la magnífica La Golfa. Joan Bennet vuelve a enamorar a Robinson (y a mí) y los problemas se suceden.


Kitty Collins - Ava Gardner en Forajidos (The Killers, R. Siodmak 1946)
Un relato breve de Hemingway iba a servir para realizar esta rotunda obra maestra que, además, suponía el debú en el cine de uno de los grandes: Burt Lancaster. "El sueco" es un veterano de guerra y boxeador en declive que se encuentra con la novia de un gángster, Kitty. Y, lógicamente, comienzan los problemas porque no puede resistirse a una mujer de la que se enamora pero que no le conviene. Imprescindible. 
En los 60, el mismo relato dio lugar a otra película (Código del Hampa, en nuestro país) protagonizada por Lee Marvin y Angie Dickinson. Buena película aunque no llegue a la altura de esta, pese a que cuente con el plus de ver como Marvin se carga al mismísimo Ronald Reagan. 


Vivian Rutledge - Lauren Bacall en El sueño eterno (The big sleep, H. Hawks, 1946)
Raymond Chandler  había escrito la novela en 1939 y para su adaptación al cine se contó con tres guionistas, uno de los cuales era el mismísimo William Faulkner. Lo enrevesado del texto de Chandler hizo que llegara un momento en el que ninguno de los escritores supiera quién mataba al chófer, por lo que contactaron con el novelista, que les devolvió un telegrama con algo así como "Joder. Y yo qué sé". Ambas son obras maestras, por cierto. 
Philip Marlowe es contratado para poner orden entre las hijas de un general retirado y, como suele pasar en estos casos, la cosa se complica. Y cómo: si no que se lo pregunten a Chandler o a los guionistas. Tanto que en vez de haber una femme fatale, hay dos. Aunque me quedo con Bacall, cuya química con Bogart en pantalla es brutal, pues se habían conocido y enamorado dos años antes durante el rodaje de Tener y no Tener.


Cora Smith - Lana Turner en El cartero siempre llama dos veces (The postman always rings twice, T. Garnett, 1946)
Algunos tienen la suerte (no sé si buena o mala) de llegar a un restaurante de carretera, ganarse inmediatamente la confianza del dueño y.... encontrar a su joven esposa. Hay que salir de ahí o será demasiado tarde. Es lo que le ocurre al bueno de Frank Chambers (John Garfield), que se verá abocado a intentar deshacerse del marido para vivir con la perturbadora Cora. 
Garnett adaptaba por segunda vez la novela de James M. Cain que ya había llevado al cine poco antes (sin acreditar para no pagar) Luchino Visconti en la también brillante Ossessione. A principios de los 80, Bob Rafelson realizaría una nueva y aceptable versión con aquella célebre escena de la mesa de la cocina entre Jessica Lange (mi adorada JL) y Nicholson, que dio lugar, años después, a un excelente spot.


Gilda Mundson - Rita Hayworth en Gilda (C. Vidor, 1946)
Aunque no es una película cine negro al uso y sí mezcla elementos de diferentes géneros, tiene un marcado regusto al tipo de filmes que nos ocupa. Además, Gilda reúne todas las características de una auténtica mujer fatal en esta historia donde también hay más que notables indicios de una relación homosexual entre los protagonistas masculinos, pese a que ambos se casen con ella. 
Película mítica llena de frases sagaces y recordables, una Hayworth bestialmente bella y un baile con uno de los streep-teases más famosos de la historia, aunque sea de guante. A ritmo de la inolvidable Put the blame on mame. En España fue todo un acontecimiento y los carteles de los cines una de las piezas más codiciadas, soñadas e imaginadas.


Dusty Chandler - Lizabeth Scott en Callejón sin salida (Dead Reckoning, J. Cromwell, 1947)
El bueno de Bogart, cuenta con voz en off, cómo ha llegado a una difícil situación al comenzar a investigar quién ha matado a su compañero de armas. Película característica del cine negro, donde el protagonista encuentra a la antigua novia de su amigo y queda maravillado por su belleza. Por cierto, Lizabeth Scott tiene un gran parecido con la señora Bogart (Bacall), incluso en su tono de voz que hace terriblemente maravillosas las canciones que interpreta. 


Kathie - Jane Greer en Retorno al pasado (Out of the past, J. Tourneur, 1947)
El francés Jacques Tourneur, que siempre se movió en los límites de la serie B, nos ofreció una de las mejores obras del género en esta fascinante película. Mitchum (duro donde los haya) es un hombre tranquilo que trabaja en una gasolinera cuando el pasado llama a su puerta con la forma de Douglas (Kirk, por supuesto, otro duro). A través del flash-back se nos cuenta la historia y, entonces, aparece ella: Kathie, la razón por la que enloquecen ambos hombres.
Jane Greer, a pesar de su aparente candidez, se convierte en una referencia de lo que conocemos como femme fatale.


Elsa Bannister - Rita Hayworth en La dama de Shanghai (The Lady from Shanghai, O. Welles, 1947)
La leyenda cuenta que el grandioso Welles hablaba por teléfono con el jefe de la Columbia al lado de un kiosko y, para obtener dinero para montar una obra de teatro, le ofreció rodar una película. Cuándo el magnate (Harry Cohn) le preguntó qué película era, el genio cogió una de ese kiosko, aleatoriamente, y leyó... La dama de Shanghai. Y así nos gusta recordar (aunque la verdad sea diferente) a los amantes del cine el nacimiento de esta gran película, basada en una especie de novela barata y de poco interés y que resultó un fracaso de crítica y público (incomprensible ambos).
La Hayworth, de mujer fatal, casada con un millonario con problemas motrices pero, desde luego, millonario, se enamora de Michael O'Hara (Welles) un tipo sin éxito. Como anécdota, decir que Orson y Rita todavía estaban casados aunque tramitando el divorcio (y más de un año sin hablarse), a pesar de lo cual rodaron escenas de amor. Se comenta que, el hecho de que la actriz se tuviera que cortar el icónico cabello largo y pelirrojo y pasar a lucir un rubio platino y corto fue venganza de su futuro ex.
Toda la película lleva el sello característico de Welles, especialmente esa fascinante escena final de los espejos, luego copiada y homenajeada en diferentes filmes (Misterioso asesinato en Manhattan de Allen, por ejemplo).


Anna - Yvonne de Carlo en El abrazo de la muerte (Criss Cross, R. Siodmak, 1949)
El extraordinario director alemán Robert Siodmak fue uno de los grandes creadores del cine negro. Aquí se aproxima a su anterior Forajidos, usando también como actor a Burt Lancaster, nuevamente en un papel de hombre bueno arrastrado por la fatalidad (la propia y la de la mujer que lo atrapa, se entiende). No aparece Ava Gardner, pero Yvonne de Carlo lleva a cabo una de sus mejores interpretaciones a pesar de su rostro bastante angelical. Pero resaltada su belleza con la música de Miklos Rozsa, yo tambíén perdería la cabeza y atraco un furgón (como Lancaster o el Dioni) o lo que me pida.


Diane Tremayne - Jean Simmons en Cara de angel (Angel face, O. Preminger, 1952)
La Simmons también poseía un rostro dulce, pero al formar parte de una familia adinerada, parece que puede conseguir todo lo que se proponga. Y a cualquier precio. Aunque suma aspectos de diferentes géneros, la película puede catalogarse como un filme noir, a lo que ayuda decisivamente el personaje de Diane, una auténtica mujer fatal. La escena final, inolvidable, una de esas maravillas que te hacen amar el cine en general y este tipo de películas en particular. 
Además, se completa un reparto de lujo con Robert Mitchum, Herbert Marshall, Mona Freeman y Barbara O'Neil.


Debby Marsh - Gloria Grahame en Los sobornados (The Big Heat, F. Lang, 1953)
Y, para terminar, un femme fatale que acaba no metiendo en problemas al protagonista sino ayudándolo (el Glenn Ford de Gilda). A pesar de ello, Debby reúne todas las características de este tipo de mujer, usando su belleza para conseguir llegar a ser pareja del duro Vince Stone (magistral Lee Marvin), aunque todo tenga su precio, incluyendo los abrigos de pieles. 
Otra obra maestra de Lang que incluye una de las escenas más impactantes de la historia del cine (o dos, pues la venganza de Debby también se las trae) en la que Stone, cabreado porque la mujer le miente, vierte una jarra de café hirviendo sobre su rostro, desfigurándola para siempre.