sábado, 22 de marzo de 2014

Maratón Solidario de Toledo

Llevaba tiempo sin remotar el blog: desde que en Enero corrí la Maratón de Tarragona. Desde entonces no es que haya estado parado, sino que había entrado en cierta etapa de vagancia literaria. Bueno, esto no es realmente así; la verdad es que estoy escribiendo más que nunca pero embarcado en otros proyectos. De esos que casi con toda probabilidad nunca cristalizarán, pero eso es otra historia. 


Desde el punto de vista deportivo, en este "Tiempo de Silencio" (gran novela de Martín-Santos, justita película de Aranda) he corrido un par de medias y una maratón. Las medias fueron en Navas de Tolosa (tipo trail) y Salamanca y la Maratón fue la formidable mañana que nos preparó el gran Hoffmann y que sirvió para honrar la memoria de Alicia Valverde, la mujerde un forero de carreraspopulares. com. Ahora lamento no haber escrito sobre aquella Maratón de Cobeña.

Uno ya lleva corriendo años y tuvo la fortuna de hacer varios maratones multitudinarios hace tiempo, un par de ellos de 40.000 personas. Pero cada vez siento menos interés por las carreras de moda, hipersaturadas, con todos los dorsales vendidos, los que se presentan sin él, los que lo llevan escaneado para así luego robar lo que ofrezcan... vamos, que por poca vergüenza que se gaste el actual Ministro de Educación, no es el causante de muchos de nuestros males endémicos. Bueno, que me lío...

Sin embargo, siento más atracción y simpatía por esas otras Maratones cercanas, con un trato casi personalizado, en las que sueles hablar de tú a tú tras la prueba con el (o los) alma (s) mater de la misma. Pero es que, además, tengo la suerte de que estoy participando en ellas cada poco tiempo. Así fue el Maratón de Cobeña o 400 personas disputamos, entre senderistas y corredores, los 42 kms infernales y gloriosos del Falco Trail. Menor fue el número de corredores que participaron en el recorrido completo de esa maravilla que preparó Joaquín Lozano y el Club Atletismo Membrilla, aquel maratón en pista de Atletismo del que tanto disfruté. 

Y en esa línea se encuentra esa otra bendición que es el Maratón Solidario de Toledo. Llevaba años, desde que tuve constancia de la existencia del mismo, queriendo participar pero por una cosa u otra, no había podido hacerlo. Y al fin, este año, lo conseguí y superó todas mis expectativas. COLOSAL. 

El Colegio Virgen del Carmen de Toledo organiza esta maratón que comenzó corriendose en torno al Circo Romano de la localidad pero que, al estar en obras, pasó a disputarse en el vecino y clásico Parque de la Vega: ¿un maratón ahí? Sí. Ahora tiene carácter bianual y se realiza como base y apoyo de un proyecto benéfico y/o solidario (PIMPRI). Los profesores y alumnos ayudan para que todo salga bien ese día y todavía "tenían la desfachatez" de agradecernos el estar allí.

El Parque en cuestión se encuentra junto a la Puerta de Bisagra y entre los árboles se vislumbra la ciudad, lo que es otro aliciente de la carrera. Imagino que para alguien que sea de lejos, correr y luego hacer una visita debe ser de lo más placentero que exista, ya que es una localidad de inusitada belleza. Había que correr un maratón en ella y adjuntarla a una lista que reúne lugares tan atrayentes como Venecia, Florencia, París, Barcelona, etc.


La carrera consiste en 75 vueltas por el parque, que tiene un firme formado por una zona de mármol y creo ladrillo toledano (la recta principal) y el resto de tierra con alguna leve zona de gravilla. Incluso, se apreciaban una bajadita y una pequeña subida, casi imprerceptibles hasta que llevas 60 vueltas. El terreno sobre el que se corría, la verdad es que acababa por cargar bastante las piernas, pero tampoco nos íbamos a quejar mucho. Además, muchos reencuentros, pues ahí estaba bastante de "la fauna friki-maratoniana", en la que a este paso parece que acabaré entrando. Al frente dos de los más grandes: Pepe Caballer y Andrés Alañón, con más de 200 maratones cada uno. 

El maratón cuenta con una de las animaciones más singulares que imaginarse puedan. Primero, unos voluntarios (de los mayorcillos del colegio) que no paraban de gritar. Pero es que a partir de las 10.30 de la mañana iban llegando clases de niños, por turnos, que corrían en un anillo interior y después se ponían a animar como locos. Al ser los dorsales personalizados, coreaban el nombre de cada corredor y tendían las manos para que las chocáramos. Y como después venía otra clase y hacía lo mismo, las ganas de aplaudir y chillar no cejaban. Emotivo, casi escalofriante, una bocanada de vitalidad.

Respecto a la carrera en sí, poco me extenderé. A las 9.00 de la mañana se daba la salida y unas 50 personas nos poníamos a correr, cogiendo cada uno su ritmo. Algunos grupos, algún acompañante con peto que hacía unos kilómetros junto a un amiguete maratoniano y otros, desde el comienzo,  a nuestro ritmo y en solitario. Pronto me quedo sobre el 5º lugar, a una buena velocidad y a resistir y disfrutar: saludas al que adelantas, chocas la mano de los niños, etc. 

En la media maratón marco unos segundos por debajo de 1h33' y como se han retirado algunos que sólo querían correr esta distancia, me quedo el segundo. Van pasando los kms, el ritmo más o menos lo mantengo y, eso sí, empieza a hacer un calor terrible y poco usual a estas alturas del año. Los últimos kms se me resisten un poco en cuestión de ritmos, pero no se me hace pesado ni nada parecido. Finalmente, marco 3h08' y sólo ha cruzado la meta (que es lo de menos) por delante un crack como Carlos Alberto, ganador por tercera edición consecutiva. 

Toca rehidratarse y subir al podio donde autoridades (que me parecieron simpatiquísimas) y miembros del profesorado del colegio (tan majos que deberían ser clonables) departieron animosamente con nosotros. Después, duchas en el cole e invitados a comer. Y todavía, como decía antes, nos agradecen algo... Grandes también los compañeros de carrera, como el gran Rafa (Indeciso), Javi Muñoz, los gemelos de UrdaNatxo y su amigo (para el que era su último maratón) o María José.

Por cierto, la bolsa del corredor, impresionante. Aparte de alguna cosilla más "terrenal" tipo trufas (que van a destrozar mi ya poco favorecida figura) y algún detalle más, consistía en camiseta, carta de agradecimiento escrita por alumno/a del colegio y medalla en cartulina hecha también por los niños. Descomunal. Ya está colocada en la colección personal, lugar de priviliegio que caprichosamente ha recaído entre Ginebra y Nápoles. No desmerece ni mucho menos este Maratón. Por cierto, la próxima vez que venga a Toledo, espero que sea para otra "fiesta": acompañar en una completa visita a mi amiga Esther para celebrar que ha vencido al cáncer.

La Maratón Solidaria de Toledo ha sido mi nº 40. La próxima en Abril, en Antequera: regreso a la montaña. Y dados "los compromisos", creo que en Abril serán dos las maratones en las que participe.