martes, 28 de febrero de 2012

XIV Maratón de Espadán

El "reto 2011-12" llegaba a su fin. Ya en 2009 había hecho 3 maratones (Valencia, Mapoma, Estocolmo) en torno a 100 días; repetí en 2010 (Las Palmas de Gran Canaria, Barcelona, Ginebra) y ahora reincidía en la experiencia. Aunque esta vez se había introducido en la agenda más carreras que en las anteriores ocasiones: la Ruta de Carlos III (25,600 kms), 3 medias y otras 4 de distancias menores con ocasión de la Navidad. Los otros aspectos novedosos eran que una de esas maratones iba a ser de montaña y que, por fechas, se iban a hacer en algo menos de 80 días.

Así que tras Castellón (11 de diciembre) y Marrakech (29 de Enero), le tocaba el turno al XIV Maratón de Espadán. La prueba comienza y termina en Segorbe (Sogorb, también en la provincia de Castelló), localidad dotada del privilegio de situarse entre el Parque Natural de la Sierra de Espadán y el de la Sierra de la Calderona. Por el primero de ellos se desarrollaba esta maratón, que también pasaba brevemente por unos pueblos enclavados en él: Castellnovo y Vall y Almedíjar de Almonacid.

El Maratón de Espadán lo recomiendan como de iniciación. Es decir, lo definen como "asequible", "sencillito", etc. En realidad, puede no ser excesivamente técnico, se puede correr en bastantes puntos, pero es montaña y con más de 40 kms, por lo que quien oiga/lea esto y espere encontrarse con algo como un maratón de asfalto pero con cuestas se llevará un buen susto si se pone en línea de salida. Personalmente, quizá influenciado por todo lo anterior, me pareció bastante más duro de lo que imaginaba. También, mi preparación específica ha sido nula: desde la última carrera de montaña que hice el 27 de noviembre (Piedra del Yunque, cerca de Cuenca), un solo entrenamiento de montaña de 2 horas. Los recorridos sinuosos que se intentan hacer lejos de terreno montañoso específico vienen bien para potenciar piernas,  pero no tienen nada que ver con este tipo de carreras.

El sábado salía a las 9 de casa y en la Almarcha me recogían Celso, Juan, Alberto (tres genios de los Runners de Barrio) y el no menos genial Juanlu. Antes de comer llegábamos a Segorbe y nos instalábamos en el aparta-hotel elegido para la ocasión, La Belluga, instalado en el antiguo molino del aceite de la localidad. Totalmente nuevo y recomendable; además, enseguida aceptaron nuestra propuesta de dejarlo al día siguiente más tarde para poder ducharnos (al final más allá de las 16.00 de la tarde). Después, paseíto para tomar el sol y refrigerio en una terraza y a comer. Por la tarde, recogíamos el dorsal y nos encontrábamos con Andrés, que venía de Alcoy. Era el particular G-6 de la aventura del Espadán, ya que el original G-7 se había venido abajo por la inoportuna lesión de otro Runner de Barrio (Diesel, al que deseamos pronta recuperación y suerte para Barcelona). Tras pasar la tarde planificando cien mil carreras y proyectando el mismo número de temores para el día siguiente, cenamos y a descansar.

El domingo nos fuimos para la salida y ya la mañana anunciaba un buen día... para hacer muchísimas cosas que no fueran correr un maratón de montaña. Lo peor es no estar aclimatado: hace 15 días en Fuencarral estábamos aproximadamente a -3ºC y ahora era cuestión de tiempo superar los 20. Unas fotos por aquí, algún conocido por allá, y las 9.00 de la mañana que llegan para los cerca de 800 corredores que toman la salida (657 lograron concluir). Se callejea un poco por la localidad, se desciende por asfalto hacia los caminos (aquí algunos ya se lían a bajar como si se viera la meta...para con la primera rampa ponerse a andar), se cruza el río Palancia y comenzamos la ascensión a Rascaña: de unos 3 kms, aunque "asumible", pese a algún que otro punto por encima del 20%.

Después, el recorrido comienza a crestear y llegamos al pueblo de Vall, donde toca reponer energías convenientemente, pues pronto comenzamos la primera dificultad importante del día, la subida al Bellido. Se trata una ascensión de 350 mts en poco más de 3 kms y donde se alcanza la pendiente máxima positiva de la carrera: 41, 39%, que yo creo ya está bien. A partir de aquí nos encontramos con un cresteo (camino de Almedíjar a Espadán) que concluye con otros 2 kilómetros duros. A la altura del 17 comenzamos el descenso del Barranco del Malo (mítico nombre), donde voy atento a no caerme y a dejar paso a los que bajan más rápido: las piernas descansan aparentemente, pero desde un punto de vista mental me fatigan en exceso estas bajadas. No desciendo bien y en estas sendas hay que tener mucho cuidado.

Casi sin descanso, terminamos de bajar y encaramos ya la subida a Espadán. Iniciando esta, con una fuerte pendiente ya,encontramos el avituallamiento de la Cueva del Estuco, es el km 21. Aunque me hubiera quedado allí, a la sombra, un buen tiempo más. Hay que seguir subiendo. Encontraremos algún tramo de aparente descanso, pero lo cierto es que en la subida se pasa de 580 a 1080 mts; es decir 500 mts en apenas 3 kms y por terreno con rocas, escalones naturales, a veces resbaladizo o de  piedra suelta...bastante recorre sendas entre árboles, por lo que al menos se atenúa el calor. Cuando alguien pregunta que si se ha terminado a unos senderistas, estos contestan que casi, que unos 500 mts faltan. Lógicamente, no les creemos, lo dicen para animarnos. La nota curiosa, un grupo de jóvenes animando con flautas, un órgano y otros instrumentos; creo que ya coronamos, pero no, están a bastante distancia del pico de Espadán. El final de la ascensión se produce entre rocas y uso las cuerdas colocadas por la organización para poder coronar.


Según muchos, aquí acaba el maratón de Espadán. Lo demás es dejarse caer... ahora me río. Se inicia un peligroso descenso, especialmente el inicio (cuerdas cerca de la cumbre y zonas donde conviene agarrarse al suelo), donde está la mayor pendiente negativa: 44,45% (casi vertical, como la definiría más tarde el compañero Juan). Luego, la zona de senda que nos lleva al collado de Íbola, en la que sigo tomando precauciones pues cuando miro hacia la derecha me da por pensar, a pesar del cansancio. Aquí, ya noto que algo no va bien, porque el cuerpo me pide a gritos la llegada del avituallamiento, que con la subida se ha demorado bastante en el tiempo. Cuando llegamos a él, y dejamos atrás lo más duro del descenso, bebo bastante para intentar recuperarme, pero ando preocupado: noto como un principio de deshidratación. También saludo a Celso, que acaba de llegar al mismo avituallamiento cuando yo salgo de él. Continúo el descenso, por el Barranco de Almanzor hasta la localidad de Almedíjar, por senda y camino, y al km el cuerpo me pide con insistencia líquido de nuevo. Me preocupo, incluso, por poder terminar si voy a peor, o si acaba traduciéndose en problemas musculares graves (calambres debidos a esa deshidratación).

Aunque favorable, este tramo hasta el avituallamiento del 33 (que parece no llegar nunca) se me hace eterno. Aquí, me hidrato bien aunque ya no puedo digerir nada de sólido y me preparo para los últimos kilómetros, que en el perfil inicial parecían llanos y que presentan pequeñas subidas en el 34 (la más prolongada), el 38 y el 41. Aquí se pasan huertas, la localidad de Castellnovo y, finalmente, un cañaveral que parece una sauna a estas horas. Hacia el 40, mi cerebro parece carburar y recuerdo que el camino tomado era el mismo por el que habíamos salido de Segorbe: poco puede quedar.  Una última rampa y unas escaleras nos conducen hasta casi la línea de meta. Allí, extenuado, marco un tiempo de 5h13'41" (con un más que decente 132º de la general). Poco a poco comienzo a recuperar la sensación de pertenecer a la raza humana, a medida que la ingesta de líquido  va surtiendo efecto positivo y el cuerpo consigue sales y minerales. Un masaje me deja más o menos en su sitio las piernas y para el apartamento a pasar por la ducha y vuelta a casa. Ha sido un gran fin de semana, por la carrera y la compañía de estos tíos fenomenales con los que lo he compartido. He terminado mi 2º maratón de montaña y la tercera prueba de la distancia en muy poco tiempo. Ahora a descansar (activamente) durante estas 2 semanas y en Marzo  haremos alguna carrera para no perder el mucho fondo conseguido de cara a celebrar en abril "las bodas de plata" maratonianas: en el lugar donde debuté y he corrido 5 veces en total, en Madrid en el ahora llamado Rock'n'Roll Maratón.


Gracias al mítico El Sombrilla y a Alberto por algunas de las fotos que les he cogido.

jueves, 23 de febrero de 2012

The Dreamers

Aunque sigo esas movilizaciones estudiantiles (con algún que otro tipo de 30 años que dice pertenecer al instituto en cuestión, por cierto) que se están desarrollando en Valencia y que prometen extenderse por todo el territorio nacional, lo hago de manera distante. Desde que leí y reflexioné sobre el archiconocido Mayo del '68, sé que cualquiera de estos actos más o menos espontáneos acaba politizándose. Esta vez ha sido de manera tan rápida que, incluso, cabría preguntarse si ha sido tan espontáneo; sobre todo, si se demuestra que la calefacción del centro nunca dejó de funcionar, como asevera el personal de mantenimiento del mismo (del que tampoco me fío).

Posiblemente sea sólo el inicio de una serie de manifestaciones que van a protagonizar este año y los siguientes. La situación es mala, la crisis ofreció sus primeros síntomas claros a finales de 2007 (aunque se intentó tapar en vez de enfrentarse a ella en aquellos momentos) y continúa sin visos de solución y, ahora, hay un partido de derechas en el poder. Con lo que a la izquierda (ellos siguen llamándose así, sin ningún tipo de pudor), que ha tenido tanta culpa o más en alcanzar la presente situación, le toca jugar un papel en el que se encuentra cómodo: lanzarse a la calle. Así que dejemos los coches de lujo a un lado o que los aparque el personal del restaurante 3 estrellas michelín y pago con tarjeta de dietas, rescatemos si es necesario las chaquetas de pana del armario (con los parches en los codos) y llevémoslas al sastre para que las agrande varias tallas y, cuando todo esté preparado, salgamos a la calle.

No voy a entrar aquí a valorar mil y una preguntas que me vienen a la mente y cuya contestación me daría para extenderme casi como Don Miguel de Cervantes en las dos partes de ese libro que pocos estudiantes  del Luis Vives (con suerte algún profesor) y ningún policía represor habrá leído: si son justas las protestas; si son necesarios los recortes; por qué nadie se ha dado cuenta de que las instituciones han estado acumulando deuda año tras año; por qué entre amiguismos, enchufismo, absentismo y falta de control, las plantillas de las administraciones y empresas públicas han crecido desorbitadamente; por qué nadie ha protestado por el sistema educativo desastroso que poseemos (los resultados están a la vista) hasta que se le ha tocado el sueldo; si se ha estipulado que si no hay reformas y recortes la UE nos deja a nuestra suerte, que es la misma que la de Irlanda o Grecia... También me gustaría reflexionar sobre las protestas "ilegales" que no se avisan, por qué siempre hay quienes las asocian a romper el mobiliario urbano, sobre la brutalidad de las fuerzas "del orden público" , sobre el uso permitido de la fuerza, o sobre por qué el corporativismo que llega a cualquier rincón de este país hace que alguien que se excede en su autoridad o alguien que no cumple con su cometido sigue cobrando toda su vida porque una vez se sacó la plaza y así lo hará ad infinitum. Demasiadas cosas, así que para otra vida lo dejaré.

Pero esa visión algo distante me ha hecho sentirme como los jóvenes protagonistas de The Dreamers (Bernardo Bertolucci, 2003), especialmente el joven procedente de USA, aunque sin iniciación o descubrimiento sexual  ni emocional. The Dreamers es hasta la fecha (parece que su próxima obra está en post-producción) la última película del director italiano. No llega a la altura de sus grandes obras, pero venía a devolver a un Bertolucci interesante después de una series de producciones no demasiado destacadas desde que ganara todos los premios posibles con The last Emperor (El último emperador, 1985). A mi juicio, tras unos interesantes comienzos con películas deudoras de Pasolini como son La commare secca (1962) y Prima della rivoluzione (1964) alcanzaría su cénit en los 70, con extraordinarios filmes como Il conformista (1970), según la novela de Moravia, la inolvidable Ultimo tango a Parigi (1972) y Novecento (1976). Personalmente, creo que son lo mejor de su producción.

En The Dreamers, Bertolucci cuenta las relaciones entre tres jóvenes estudiantes (hermano, hermana y joven extranjero) en un París de clima revolucionario: es mayo de 1968. Pero la película no es eminentemente política, sino que ese es el trasfondo histórico, primando las relaciones entre los tres personajes. Viven estos acontecimientos históricos pero no consideran lo esencial de esos días, al menos alguno de ellos. Se tratan algunos temas sociopolíticos, como cuando se habla del maoísmo, y el personaje del estudiante estadounidense afirma que lo ideal que sería que en la revolución cultural china cada uno esgrimiera un libro, no todos el mismo; pero también se tratan temas como el amor o el cine dentro del cine.

Una recomendable película cuya revisión puede resultar interesante por los tiempos que corren, por volver a ver un Bertolucci, por la película en sí... y por recordar los inicios de la impresionante Eva Green.

Con la actuación del FBI, muchísimos enlaces han desaparecido. Otros servidores han tomado medidas o han puesto ciertas restricciones y funcionan más lento. De todas maneras, aquí hay unos enlaces a la película:


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lunes, 20 de febrero de 2012

Llego a los 60: Media Maratón de Valdepeñas.

Posiblemente me pase factura (no sé cuánta) la carrera de ayer en el maratón de montaña del domingo que viene. No me importa en cuestión de tiempo, sí de posibles problemas musculares. Como los domingos anteriores a una maratón suelo hacer 20 kms o así tranquilos, algunas veces lo sustituyo por una media maratón si se celebra en una localidad más o menos cercana. La idea original es hacerla a un ritmo controlado, por encima del ritmo de competición maratoniano (si es en asfalto). Pero con dorsal se suele ir más rápido y casi siempre esa idea inicial acaba en el olvido; otras veces, como ayer, todo se dispara. No es que la hiciera a tope, pero sí me fui exigiendo más a medida que pasaban los kilómetros.

Era la 17º edición de la Muy Heróica Media Maratón Ciudad de Valdepeñas y hasta allí me trasladé con el amigo Rai. Recogimos al gran Santi  y con bastante antelación fuimos para la zona de salida. Debo decir que Santi, cada vez que visita esta localidad "saca su guante blanco y golpea llamando a reto" pidiendo en los bares y restaurantes Rioja; imagino que los camareros quedarán igual de ofendidos que los militares españoles cuando Marruecos desembarcó en Perejil. Los grados bajo cero que marcaba el coche en el trayecto habían desaparecido y aunque con cierto fresco todavía, la soleada mañaba prometía una temperatura en ascenso buena para correr. Si comparamos con las dos semanitas que se han pasado, un regalo. Corrí esta prueba en el 2009 y constaba de 3 vueltas; ahora es una vuelta pequeña (algo menos de 4 kms) y dos grandes (casi 9). Se sube y se baja, no abruptamente, pero sí puede notarse; no es llana, aunque tampoco sea excesivamente dura.

Es la primera prueba del Circuito de Carreras Populares de Ciudad Real, un evento que ha logrado relanzar este deporte en la provincia, que andaba bastante deslabazado. Junto con el boom del atletismo popular y el asentamiento de internet (aquí en su versión soberbia fuente de información) ha posibilitado lo que hace 10 años era inimaginable. En aquella época, corrías alguna carrera en la zona y "te enfrentabas" con el club de atletismo de la localidad, otros de nivel llegados de fuera, 4 del equipo de fútbol, 3 del de baloncesto y otros 3 que llevaban toda la vida haciendo todo tipo de deporte. Es decir, si eras un corredor de esos que entrena 2-3 días a la semana a ritmos tranquilos... pronto te quedabas solo atrás, con el ruido del coche escoba y no pocas veces las "mofas" de los que se cruzaban (más que presenciar la carrera) por el camino. Ayer, por ejemplo, más de 700 personas apuntadas a esta MM, lo que por aquí está muy bien.

Así que calenté un poco, mientras que mis compañeros se quedaban de cháchara, y estiré el cuádriceps de la pierna derecha que esta semana me ha hecho recibir masaje de descarga con concentración en esta zona. Al parecer, una ligera sobrecarga. La intención, ver cómo respondía ese músculo: vital que llegue en perfectas condiciones para afrontar las bajadas del maratón. Hasta el momento no me ha impedido entrenar pero lo noto rebelde y se queja cuando corro. Así que los primeros kms con la idea de ver cómo responde y estar sobre 1h33' (algo por encima o por debajo) no estaría mal, sin acumular excesivo desgaste muscular.

No sé si esto duraría un par de kilómetros. Pronto me veo bien y hago grupo viendo que no noto molestia alguna. Y así van pasando los kilómetros, aunque al final de la primera vuelta grande (km 12) ya he dejado a los 2-3 compañeros y me voy hacia adelante. En la última vuelta iré pasando gente, compartiendo metros con algunos de ellos y dejándolos al poco tiempo. Voy en progresión y me siento bastante bien; la verdad es que si hoy hubiera planteado ir fuerte desde el principio podría haber hecho un tiempo notable para mis posibilidades. O quizá no, quién sabe. Tampoco tenía la idea de ir tan animado. Pues con esas ideas, y sobre todo diciéndome "cuando estés subiendo una pendiente fuerte te vas a acordar de esto, Carlos" me acerqué a la meta, donde llego muy entero y sin ningún tipo de molestia aparente. Recuperación inmediata, estiramientos, masaje de una encantadora y eficiente joven (con la que charlé de diferentes cosas) concentrado en el cuádriceps... y hoy mejor de lo que estaba el sábado. Casi nuevo.

Paré el crono en 1h24'35" netos, en la que ha sido (entre asfalto y montaña) mi media nº 60. Esta semana toca cuidarse, con trotes tranquilos y más cortos que de costumbre para descansar el cuerpo para el domingo. Toca disfrutar fuera del asfalto: Maratón de montaña de Espadán, en Segorbe (Castellón).

lunes, 13 de febrero de 2012

De efemérides: Media Maratón de Fuencarral

Ayer se celebró la XXVIII edición de la Media Maratón del Distrito de Fuencarral-El Pardo, coloquialmente la Media de Fuencarral. Entrañable, mítica, esta media maratón ha pasado por diversos problemas, pero al final sigue saliendo hacia adelante. Yo la conocí organizada casi en exclusiva por la impagable Asociación de Vecinos Nuestra Señora de Valverde; en la actualidad, la asociación sigue colaborando, pero está organizada por el Distrito de Fuencarral y una empresa de gestión de eventos, con la colaboración técnica de MAPOMA.  Es posible que gracias a esto se siga celebrando, aunque siempre la asociaré a esos vecinos del barrio que, guiados por la ilusión, ponían todo de su parte para que año tras año se pudiera hacer esta carrera.

Incluso, creo que ese espíritu de "carrera de barrio" no se ha perdido totalmente. La participación es elevada pero no masiva como en otras, ayer 1.866 llegados a meta; el precio, excelente para los tiempos que corren y servicios que se ofrecen (10 €); quizá por la crisis no hay premios en metálico, sí trofeos (eso limita la presencia de los más rápidos), lo que ayuda a esa imagen;  y tiene el valor añadido de recibir la bolsa del corredor y una camiseta (algo a tener en cuenta: poco después de pasar la meta y en puestos divididos por talla para colocarse en la que corresponda) de manos de señores y señoras de avanzada edad, quise deducir que de la Asociación que ha venido organizando/participando (en) la carrera desde sus orígenes. Y lo hacen con una sonrisa de satisfacción porque un año más han visto culminado el sueño de ver su ilusión hecha realidad. Creo que se guardó un minuto de silencio por la muerte de la que era presidenta, D.E.P.

Lo malo de esta carrera, por citar algo, es que se ha sumado a la moda de recoger dorsales el día anterior, aunque conocer gente (gracias, Juanlu) que la iba a correr y que vivieran en Madrid hizo que esto no fuera problema. Y está el asunto de que es una carrera propicia para hacerla sin dorsal, y ayer había mucha, pero que mucha gente así. Ya hablaremos en otro momento del "corredor gorrón", figura que me irrita hasta límites insospechados.

Pero por encima de todas las cosas, la Media de Fuencarral es conocida por su recorrido: bello y duro. La carrera se inicia en pleno centro del distrito de Fuencarral-El Pardo, ahora en la pista de atletismo IDM Santa Ana, y tras un inicio en subida, baja por toda la avenida del Cardenal Herrera Oria (con algún llano y alguna pequeña subida). El tramo llano transcurre desde el km 7 hasta el 10, ya habiendo tomado la Carretera El Pardo-Fuencarral y a partir de ese km 10 comienza la ascensión. Primero, suave y, a partir del 12 que se llega a un cuartel, se gira y comienzan las rampas duras. Existe algún tramo de descanso, pero esta subida es realmente exigente. Pasado el 15 y hasta algo más del 17 vuelve el descenso y desde aquí hasta el final (Avda. Monasterio de Silos), cuando se entra en Madrid propiamente dicho, se vuelve a subir hasta llegar al punto inicial y concluir en la pista de atletismo. Para quien haga carreras preferiblemente "urbanitas" y/o poligoneras, esta media le permite cambiar de escenario y correr "al aire libre": en todo el terreno fuera de la ciudad se corre rodeado del Monte de El Pardo.

En febrero de 2003 corrí por primera vez esta carrera: fue mi primera media maratón y mi primera prueba "reglamentaria"; recuerdo que no usé zapatillas específicas de running. 9 años y haciendo la nº 59 de la distancia (entre asfalto y montaña) después, he vuelto a participar en ella. Aunque no voy a reflejarlo aquí, mucho me ha hecho pensar en lo sucedido en este tiempo.


Pero la carrera también ha sido significativa por algo más. Este mismo domingo del año pasado (el día 13, que este año cae en Lunes), salía de la casa que habitaba en Manresa para participar en la Mitja Marató de Gavà-Castedefells-Gavà, una de las más importantes del calendario catalán. El resto ya es historia intrapersonal: hago la carrera y caigo poco más de 10 metros antes de llegar a meta. La cercanía hace que los servicios médicos actúen con eficiencia y rapidez (eternamente agradecido) y logren reanimarme a la segunda intentona, pues la primera recaí. Una muerte súbita. Al hospital más cercano y, al día siguiente, ya estabilizado a Barcelona, al popularmente conocido como Sant Pau (Hospital de la SantaCreu i Sant Pau).

Aquí se me realizan unas pruebas y el TAC DMD desvela que tengo una anomalía congénita en la coronaria derecha. "Te hubiera pasado tarde o temprano", me dijo un médico. Entre operación (opción 1) y tratamiento y rezos para que no vuelva a ocurrir (opción 2), doy el sí para que me operen a corazón abierto el 22 de ese mes. Todo va bien y tras un período prudencial, salgo el 3 de Marzo. Por supuesto, los médicos de la sala y el cirujano me han dicho que nunca más volveré a ponerme un dorsal. 10 días después, una infección de orina y los efectos de la anemia me llevan a otro hospital, con el termómetro superando holgadamente los 40 grados de fiebre y la vida (ahora soy consciente) nuevamente en peligro. 10 días después de este segundo ingreso, recibía el alta y comenzaba a andar; un poco más tarde, y muerto de envidia al ver a la gente, me aventuraba a mover las piernas unos minutos como si fuera correr, y vigilando si las pulsaciones subían en exceso.

 Poco a poco fui mejorando y recordando, de forma rápida, el fondo acumulado. El 3 de mayo, asistía a la consulta del Dr. Serra-Grimau, institución de las pruebas de esfuerzo (entre sus clientes los jugadores del Barça y numerosos atletas de élite) y antiguo maratoniano de 2h40' para hacerme una de estas pruebas. Ya me había entrevistado con él anteriormente y me había tranquilizado. Tras ver cómo me desenvolvía en el tapiz, me dijo que veía todo normal, pero que el martes siguiente me daría el resultado definitivo. No le dije que, aprovechando un viaje a mi localidad, iba a disputar cerca de esta un 10 kms ese mismo sábado. Lo hice en 48' y a partir de allí todo fue sobre ruedas para la recuperación. Desde entonces he corrido ya numerosas carreras, entre ellas 4 maratones. Ni yo lo imaginaba en sueños allí en el hospital; y menos que los tiempos llegaran a ser mejores.

En estas y otras cosas similares fui pensando en la carrera de ayer. Le tenía ganas, por eso ni pensé en el clásico "para matarnos" cuando a las 5:30 me levanté y poco después me metí en el coche, que marcaba -7,5ºC. También pensé en los tiranos de uno y otro tipo que han usado en beneficio (generalmente cinegético) propio esos inmensos terrenos y en la majestuosa belleza de los mismos, pero menos. Así que la carrera se hizo corta, aunque aquí tiene mucho que ver el hecho de no ir ni mucho menos a tope y de haber hecho recientemente un par de maratones. Como por las colas que había para dejar la bolsa no calenté, llegando a la salida tan sólo 10 segundos antes del pistoletazo de salida, los primeros kms me los tomé con tranquilidad; sobre el km 5 los pies ya se me habían descongelado, por lo que empecé a estar cómodo, y se me olvidaron ciertos dolores físicos debidos a la acumulación de kilómetros (por supuesto, hoy han reaparecido y en mayor magnitud).


No haber ido fuerte al principio me permite subir bastante bien las cuestas. Estaría bien quedarse en las mismas 15 días antes de un maratón de montaña... así que llego a la bajada bastante entero, recupero y afronto con buen ritmo los 3 últimos kms en subida. Al igual que el año anterior en Gavà, la carrera termina en una pista de atletismo. De allí, no recuerdo nada del km 17 en el que me pasó el globo de la 1h30' (ya no iba bien) hasta la primera desfribilación; esta vez soy perfectamente consciente de todo y cuando hago los últimos 100 metros sobre el tartán miles de imágenes me vienen a la cabeza. Entre ellas, se mezclan todos los conocidos y amigos que en los momentos malos me enviaron (por cualquier medio) alguna palabra de ánimo. También eternamente agradecido. 1h28'54" necesarios y exultantemente reflexivos.

miércoles, 1 de febrero de 2012

Naranjos, olivos, palmeras y caos: Maratón de Marrakech

Destino turístico cada vez más importante, Marrakech es una ciudad que causa en el visitante europeo una mezcla de fascinación y estupor. Si el mismo fin de semana del año pasado había corrido en  Nápoles, en 2012 íbamos a dar una vuelta de tuerca y descubrir que todavía hay lugares en los que correr que son más caóticos que la ciudad italiana. Al menos desde nuestra perspectiva.

El viernes a mediodía, el grandioso trotamundos Quique y yo salíamos de Madrid con rumbo a Marrakech (otro vuelo con Ryanair que transcurre sin problemas) y llegábamos a la ciudad africana en menos tiempo (ni 2 horas) de lo que dura el café por convenio de cualquier piloto de Iberia. Cogimos un taxi, un mercedes de esos de hace 30 años, y nos plantábamos en Le Place du 16 novembre para recoger el dorsal en una de las 5 tiendas que allí estaban plantadas. Además, tuvimos la ocasión de escuchar a un grupo de música local de quienes los integrantes de los Stones podrían ser hijos tardíos. El hecho de que empezara a llover y de no estar acostumbrados a esta clase de "armonía" hizo que saliéramos de allí y buscáramos el hotel.

Llegamos al mismo, el Golden Turip Farah, enclavado en la zona conocida como Hivernage. Cuatro estrellas no españolas: buen estado, amplio buffet, con zona de piscina, restaurantes, situado a un km de salida y meta... y con muy buen precio, al menos en esta época. Ya se adivinaban algunos corredores entre los clientes y el sábado llegarían muchos más, entre ellos de varios clubes marroquíes. Salimos a cenar (a un italiano, pues la comida autóctona por precaución no llegó hasta después del maratón) y a realizar un primer contacto con la ciudad para quedar sorprendido con todo el centro de la misma: la plaza Jemaa El Fna. Grandiosa y caótica: su mercado nocturno (puestos de comidas), sus "dentistas", sus encantadores de serpientes, sus "guías desinteresados"... sin duda es el viejo Marrakech, el genuino, el que se sitúa dentro de las murallas como si fuera un ghetto y que contrasta  con "el nuevo", que es el formado por las mansiones de millonarios y los campos de golf y con otro barrio donde se situaba nuestro hotel. La Ville Nouvelle es el barrio pudiente: "a la europea", con edificios más altos y nuevos, bancos, restaurantes, el Teatro Real. Aquí todo es "royal"; como corresponde a una dictadura (disfrazada o no), el culto a la personalidad está presente por todas partes.

El sábado desayunamos y fuimos a la Welcome Race, una carrerita que, siguiendo el ejemplo de otros grandes maratones, permite "calentar motores" de cara a la jornada del día siguiente. 3 kilómetros cerca de la plaza donde recogimos el dorsal, que hicimos junto corredores del centro-norte de Europa y varios marroquíes jóvenes que se lo tomaron en serio. Tras terminar, comenzaba una carrera de niños. Después continuamos la visita a la ciudad, con la mala fortuna de que cerca del Palacio Royal Quique quiso hacer una foto a las murallas que lo "protegen" y desde una de las garitas comenzaron a gritarnos y a hacer aspavientos: o está prohibido o nos tomaron por agentes del Mossad. Por supuesto, nos quedamos absortos con ese centro de la ciudad: alimentos como la carne expuestos al público y al sol; calles estrechas en las que en un metro circulan motos, bicis, algún carromato y peatones, todo sin control aparente alguno; los laberintos de las mil y una tiendas del zoco...

Casi a las seis de la tarde concluyó la caminata y, tras descansar en el hotel, volvimos al centro para comer algo de pasta y ver la liga española en Al Jazeera. Una paliza, pero tengo claro que siempre que voy a cualquier ciudad, más vale disfrutarla y recorrerla que hacer 5 minutos menos en la carrera del día siguiente.

LA CARRERA
El domingo por la mañana hacía algo de fresco, lo que hizo que saliéramos del hotel abrigados y como no había dónde dejar la bolsa, tuve que volver al mismo. La salida de la media maratón, que corría Quique, se daba a las 8:30 (algo más de 3.500 llegados a meta, algunos con tiempo superior a ¡4 horas!) y la de la maratón media hora después, por lo que dada la cercanía de aquel no hubo problemas (unos 700 finishers en la maratón). Cuando volví a las inmediaciones de la salida, me permití el lujo de calentar en una calle aledaña junto a otros 3 corredores, a alguno de los cuales creo que le fue muy bien en la carrera. Por cierto, los tres eran del mismo país: Kenia. Es lo que tienen los maratones pequeños.

Dos minutos después de las 9 de la mañana se daba la salida a la prueba de 42,195 kms. Tras un pequeño embotellamiento debido a que la gente tiene la manía de colocarse mucho más delante del lugar en el que debe, a los pocos metros se pudo correr. La carrera suele transcurrir por avenidas anchas y largas (larguísimas), bajo la vigilancia de policías y militares y la mirada (ante todo de sorpresa) y ánimos de la población del lugar. Recorre diferentes lugares pero evita, con buen criterio, el centro de la urbe. Y casi en todo momento se tiene referencia visual de la impresionante cordillera del Atlas.

A pesar de mis intentos mentales de ir tranquilo, pronto empiezo a marcar un buen ritmo sobre 4'10" el km o incluso algo menos en algunos kilómetros. Será uniforme casi hasta el final, sólo resintiéndose en las subidas (suaves pero que se hacen notar) y aligerándose en las bajadas de las mismas características. A pesar de zonas de nula animación, el recorrido es atrayente. Hacia el km 5 se pasa por los Jardines de la Menara y después por una zona de olivares. Aquí ya hemos formado un grupo de esos de los chistes patéticos, grupos comunes en este tipo de carreras. En este caso, un francés venido para la carrera, otro residente aquí, un italiano, un suizo y un español (yo). Sobre el km 10 cruzamos unos nuevos y extraordinarios jardines (de l'Agdal) y después de alejarnos emprendemos vuelta por una carretera hasta el extra-radio de Marrakech. Es una zona donde puedo ver centros comerciales y distingo logos de Carrefour o Pachá. Considero que el grupo va más rápido de lo que debo ir y le dejo marchar, aunque siempre tendré referencia visual del mismo.

A la altura del kms 17 nos adentramos en las afueras de Marrakech, en una zona de suma pobreza. Los niños animan, los motoristas y sus acompañantes (ver 2-3 personas en una moto, sin casco y con bultos es de lo más normal) te pasan y jalean... por aquí, aunque ya acercándose de nuevo a la ciudad está la media maratón, que paso sobre 1h29'20", más o menos. A partir de aquí descendemos un poco y comienzo a marcar mejores parciales; aunque llega la principal sorpresa de este maratón. Circunvalamos la ciudad, al lado de sus murallas y pasamos por un par de puertas de acceso/salida a la misma. Cuando había pasado por aquí la media maratón, se había podido paralizar el tráfico durante un buen tiempo. Ahora, como ya los del maratón cruzamos con huecos importantes entre nosotros, han decidido permitir el paso. Y esto es el CAOS. Voy corriendo y las motos pasan a mi lado, por los dos flancos y en cualquier dirección; a veces miro al conductor o a algún acompañante y comienza a aplaudirme. Los guardias no pueden hacer frente al descontrol: se vuelven para decir a un coche que se detenga y se les cuela otro; incluso al llegar a un cruce hay un furgoneta en medio, con lo que tengo un pasillo de no más de un 1,5 metros para pasar entre ella y los coches que circulan en la misma dirección. Menos mal que me da paso por ahí un policía mientras que otros dos forman un cordón para retener los intentos de los motoristas impacientes para cruzar.

Son 3 kilómetros peligrosos en los que te alimentas del humo de coches y motos y en los que ha desaparecido (será imposible colocarlo por aquí, sospecho) el avituallamiento del km 20, por lo que desde el 15 hasta el 26,5 aproximadamente estaremos sin beber agua, el único líquido que se ofrece en ellos. El resto de viandas que componen estos avituallamientos (insuficientes para una maratón) son piezas de naranja y a partir del 30 dátiles. Desde el 7,5 y cada 5 hay puestos de esponjas pero no agua embotellada, la única potable en Marrakech.

El caos termina a la altura del 22,5 más o menos, donde se bifurcan los caminos de la media y el maratón. Coincidimos 3 veces con la otra carrera, de nuestro km 20 a este 22,5 por última ocasión; para ellos es el 15, lo que significa que los corredores que sobrepaso llevan ya más de 2 horas para hacer esos 15 kms. Y todavía quedan por detrás. Mujeres con velos, algún hombre con zapatos, niños de 10 años... a ratos corren, pero ya lo normal es que anden. Es la carrera de su ciudad y la hacen; también puede ser para ellos una fiesta esto del correr. Todo explica que en la clasificación de la media aparezca bastante gente de más de 3 horas e incluso alguno por encima de 4.

Verdaderamente, yo agradezco dejar esta zona. Poco a poco nos vamos alejando de la ciudad y el panorama cambia. Ahora llegamos al terreno donde existen las grandes mansiones y los complejos de golf. La gente desaparece y únicamente nos encontramos con militares y fuerzas de seguridad que vigilan la carrera y la zona y algún jugador de golf que aparece para aplaudir a nuestro paso. Y, en medio de una zona de palmeras, también recibimos los ánimos de un par de tipos que tienen un negocio de camellos. A unos y otros se les agradece. A pesar de la poca animación, a ratos hay sombra y nos encontramos con algunos kms en bajada.

Poco después del 30 cogemos una carretera que conduce a Casablanca y que tras un par de kms se adentra poco a poco en Marrakech. Aunque con otro nombre, ya no la dejaremos hasta el 42. Agobiante, no se vislumbra el final, pasan los kms pero no sabes cuándo se acabará. Para el 35 comienza a picar hacia arriba y comienzo a tener problemas para mantener el ritmo; tampoco tengo ganas de sufrir para hacerlo y si las tuviera no sé si capacidad. Así que cada km comienza a irse hasta los 4'20" o algún segundo más. Los termómetros que veo, al sol ya marcan 25º... y rezo por alguna bebida isotónica que no existen en los avituallamientos. Me queda algo de barrita energética pero soy incapaz de digerirla (e incluso tragarla) ya. Así que paciencia, que esto no puede tardar mucho; finalmente vislumbro unas vallas y un voluntario que marca hacia la derecha: es la recta final. Cruzo la meta con un tiempo bruto por debajo de 3 horas y neto de 2h59'35".

Gran experiencia este maratón, diferente a casi todos los que he corrido. Tendría muchas cosas por mejorar, especialmente lo del tráfico en ese punto; también los avituallamientos, el marcaje de kilómetros y varios más. Pero encanto le sobra: esos contrastes en el recorrido que son los mismos que existen en la ciudad, esa permanente visión del Atlas, el paso por los jardines... pero, sobre todo, sigo pensando que pese a sus defectos tiene un enorme mérito que se pueda organizar en esta parte del mundo un evento así.