Seguimos con el personal recorrido por el mundo del western, que habíamos dejado a la mitad de lo que podríamos considerar como la década dorada del género.
13.- Los mercenarios: Vera Cruz (Veracruz, Robert Aldrich, 1954)
Nos encontramos ante un western atípico. Por un lado, quizá no debería tener esa denominación, pues se centra en plena revolución mexicana contra Maximiliano de Austria, quien había sido colocado como emperador por Napoleón III. Por otro, presenta dosis elevadas de violencia para la época y, además, sus personajes se alejan de los característicos de estas películas: son "los buenos" pero alejados del prototipo, caracterizándose por ser cínicos, egoístas, embusteros, sin ningún sentido del honor.
Los protagonistas (Gary Cooper y Burt Lancaster, excelentes) son dos pistoleros que no dudan en venderse al mejor postor en un México devastado por la guerra, siendo contratados para recuperar el oro de los juaristas pero mostrando su camaleónica adaptación a las circunstancias. A destacar los secundarios llamados a tener un papel importante en el cine (y género) como Charles Bronson o Ernest Borgnine. Por cierto, se comenta que Bronson fue el que dobló las escenas a caballo, cuando daba la espalda a cámara, de... Sarita Montiel.
La importancia de esta película, denostada en su día, es grande pues en ella está claramente la semilla del spaghetti-western que nacería en la década siguiente y con Cooper anticipando en parte el personaje que inmortalizaría Eastwood en "la trilogía italiana".
14.-El antihéroe: The searchers (Centauros del desierto, John Ford, 1956)
Una de las mejores películas del género y posiblemente el mejor papel de John Wayne (que algún rasgo tenía del personaje), narrada a modo de tragedia shakespeariana y que transcurre en el espacio de cinco años entre una puerta que se abre y otra que se cierra. Mágica, inolvidable.
Ethan Edwards (Wayne) vuelve a casa tras participar en el bando derrotado de la Guerra de Secesión. Es un personaje atormentado, solitario, quizá con problemas psicológicos (pero en el Far West esto no se estilaba), violento, racista, enamorado de su cuñada y que convertirá la búsqueda de su sobrina, secuestrada por los comanches tras asesinar a sus padres, en un modo de vida, ya que no tiene otra cosa en esta.
Imperial interpretación de Wayne y fotografía de Monument Valley difícilmente mejorable, acompasada por la música del maestro Max Steiner.
Mítica escena final.
15.- El Este contra el Oeste: The big country (Horizontes de grandeza, William Wyler, 1958)
Horizontes de grandeza se sitúa ya en años muy avanzados del siglo XIX, 1886, y fundamentalmente muestra una realidad que aún hoy, con muchos matices, se percibe en la realidad de USA: el choque de culturas entre una zona y otra. El personaje característico del Oeste es el tipo duro y rudo, forjado en un clima de violencia; el del Este se presenta como refinado, "de ciudad", educado.
Un capitán de barco retirado procedente del Este llega a Texas para contraer matrimonio con la hija de un mayor que, desde tiempo inmemoriales, mantiene disputas con un ranchero vecino. Sus modales y comportamiento, diferentes a los que imperan en la zona, harán que sea objeto de burla y rechazo por parte de casi todos. Esta antítesis se resalta, especialmente, en el enfrentamiento entre Gregory Peck (el ex-naviero) y un Charlton Heston (capataz del rancho del mayor) que por supuesto se mueve como pez en el agua en este papel, con y rifle. Ambos protagonizan una de las peleas memorables del género.
Aunque algunas veces se olvide citarlo, Wyler es uno de los grandes directores del Hollywood clásico y en grandes proyectos se encontraba cómodo (al año siguiente estrenaría Ben-Hur, por ejemplo) y demostraba toda su maestría; además, había que empezar a mover grandes producciones para luchar contra la incipiente generalización de la televisión. Western algo atípico pero espectacular, que constituye otra de las cimas del género.
Un capitán de barco retirado procedente del Este llega a Texas para contraer matrimonio con la hija de un mayor que, desde tiempo inmemoriales, mantiene disputas con un ranchero vecino. Sus modales y comportamiento, diferentes a los que imperan en la zona, harán que sea objeto de burla y rechazo por parte de casi todos. Esta antítesis se resalta, especialmente, en el enfrentamiento entre Gregory Peck (el ex-naviero) y un Charlton Heston (capataz del rancho del mayor) que por supuesto se mueve como pez en el agua en este papel, con y rifle. Ambos protagonizan una de las peleas memorables del género.
Aunque algunas veces se olvide citarlo, Wyler es uno de los grandes directores del Hollywood clásico y en grandes proyectos se encontraba cómodo (al año siguiente estrenaría Ben-Hur, por ejemplo) y demostraba toda su maestría; además, había que empezar a mover grandes producciones para luchar contra la incipiente generalización de la televisión. Western algo atípico pero espectacular, que constituye otra de las cimas del género.
La gran pelea.
16.- La guerra de secesión: The horse soldiers (Misión de audaces, J. Ford, 1959)
¿Pueden considerarse westerns las películas sobre la Guerra de Secesión (1861-1865)? Quizá técnicamente no y más cuando las principales batallas como Gettysburg se dieron en el "Eastern". Pero con Ford, Wayne, caballos y disparos el corazón dicta contestar afirmativamente.
Misión de audaces (vaya traducción más imaginativa) narra la complicada misión de tres regimientos de la caballería de la Unión (de ahí su título original) que deben infiltrarse en territorio confederado para acabar con el nudo ferroviario que es la ciudad de Newton. La película es también un duelo entre personajes (y a escala interpretativa) entre Wayne y Holden (magníficos ambos), duro coronel y médico sensible, respectivamente; y entre Marlowe (Wayne) y Hanna (Constance Towers), furibunda defensora de la causa del Sur.
Está dotada de grandiosas escenas como la carga en la estación, con el segumiento que se hace a la bandera confederada, el ataque de los cadetes o la carga que dirige Marlowe sólo tres minutos después de haberle sacado una bala de la pierna. Y cuenta con una inolvidable declaración de amor: "Una cosa, Hanna. Ahora que voy a dejar de ser la causa de sus sufrimientos, sepa que estoy enamorado de usted". El "duque" era mucho "duque".
17.- El héroe/el sheriff: Rio Bravo (Howard Hawks, 1959)
Pero si hay una figura mítica del género es el sheriff: todos queríamos serlo. Con su estrella que simbolizaba la ley, aunque en no pocas ocasiones eran corruptos y marionetas en manos de los prohombres de la zona. Pero el buen sheriff (tipo Wyatt Earp en la ciudad de Tombstone) es aquel que hacía prevalecer la ley por encima de todo, incluso por encima de los cadáveres de los que la infringían. Y nunca tenía miedo.
El genial Howard Hawks, uno de los grandes, sabía que los niños y mayores seguidores de estas películas conocían "este mandamiento". Así que montó en cólera cuando vio Solo ante el peligro, preguntándose cómo era posible que un hombre con la estrella tuviera miedo de 3 forajidos y recorriera la localidad buscando ayuda. Fruto de ello, unos años después de aquel, llegaba la respuesta de Hawks: Río Bravo.
Otro de los clásicos, tan conocido como atrayente. Chance (Wayne) es un sheriff que encarcela por asesinato al hermano de un rico y poderoso terrateniente de la zona. Mientras que espera que lleguen los representantes de la ley para que sea juzgado, intentarán liberarlo por cualquier medio. Como ayuda para hacer frente a todos los hombres reclutados por el prohombre, Chance sólo contará con un ayudante alcohólico, un viejo cascarrabias y un jovencito pistolero (además cantante, Ricky Nelson) . Por supuesto, a diferencia de Gary Cooper en aquel título, no necesita a nadie más, y entre medias le da tiempo a enamorarse y conquistar a una maravillosa Angie Dickinson.
Película grandiosa en todos los sentidos, con excelente interpretaciones de Wayne y Dean Martin (el gran Dino en su mejor aparición en pantalla y en la que también deja oir su prodigiosa voz) y más que eso de Walter Brennan.
En medio del fragor de la batalla, uno también puede divertirse y cantar.
18.- El fin del western clásico: The man who shot Liberty Valance (El hombre que mató a Liberty Valance, John Ford, 1962)
Si John Ford lo inició con La Diligencia, puede decirse que él se encargó de finiquitarlo (o casi) con esta imperturbable y eterna obra maestra. Se habían iniciado los años 60 y la sociedad estaba cambiando a un ritmo muy elevado. Y también el cine: los grandes artesanos empezaban a ser sustituidos por directores procedentes de la TV, cambiaba la temática, los gustos... un Ford de 65 años iba a contribuir decisivamente a derribar el mito que él mismo había ayudado a crear. Aunque hizo otro magnífico western, El gran combate, de carácter revisionista y donde la caballería, a la que había mitificado en una inolvidable trilogía (Río Grande, Fort Apache y La legión invencible) mostraba ahora sus miserias humanas para con los indios. A los niños nos pasó lo mismo, hasta algunos años después no comprendimos que cuando jugábamos a indios y vaqueros estábamos jugando a un genocidio (bueno, alguno todavía no lo habrá comprendido del todo).
Ford nos muestra a dos personajes que simbolizan dos formas de entender la vida: la clásica del Oeste y los modernos tiempos que comienzan a extenderse; la de Tom Doniphon (Wayne) y la del futuro senador Ransom Stoddard (James Stewart); la fuerza de las armas contra la ley; lo viejo y lo nuevo. Y es la segunda la que se acabará imponiendo en todos los sentidos: los nuevos tiempos, representados por Stoddard avanzan de manera impecable. Será considerado un héroe, llegará a senador y, además, se quedará con la chica (Vera Miles) que es el gran amor de Doniphon.
Wayne y Stewart geniales, al igual que los secundarios como Lee Marvin (grandioso), Carradine, Woody Strode o Edmund O'Brien. Narrada casi toda ella a través del flash-back, habría que destacar por encima de lo sobresaliente el duelo, aquella explicación de "Es el Oeste señor. Cuando la leyenda se convierte en un hecho, publicamos la leyenda" y una de las escenas de (des)amor más impactantes de la historia del cine: Doniphon, asumiendo que no podrá tener al amor de su vida, quema la casa que había construido para ellos con esas dos mecedoras en la entrada...
19.- El spaghetti western: Per un pugno di dollari (Por un puñado de dólares, Sergio Leone, 1964)
La producción en serie de westerns en Europa comienza sobre 1962, pero será a partir del éxito de esta película cuando se afiance, hasta el punto de que en España e Italia hasta poco más allá de 1975 llegaron a rodarse 500 producciones. El término que puso nombre al subgénero fue acuñado de un modo despectivo, por su baja calidad en líneas generales y por tener la mayoría de ellos bandera italiana (también fue conocido como chorizo western el realizado en nuestro país). Aunque el propio Leone quiso desvincularse del género ("Me disgusta que todo el mundo me señale como el padre del spaghetti western. Soy el padre sí, pero de un montón de hijos de puta"), lo cierto es que nunca pudo asistir al encumbramiento de su cine. Aun hoy su nombre, junto al del actor al que inmortalizó, es lo primero que nos viene a la cabeza al hablar del SW, pero ya sabemos distinguir entre él y el resto de burdos imitadores que nacieron al provecho de su éxito; sólo Corbucci y algún director más merece ser recordado dentro del tono mediocre de calidad del subgénero.
A diferencia de los westerns clásicos, los personajes de Leone son "héroes sucios", egoístas, codiciosos, al servicio de quien más pague, sin escrúpulos (ya lo habíamos intuido en Veracruz, aunque de forma no tan extrema). Se busca resaltar lo grotesco, con primeros planos deformantes, la violencia siempre está en primer plano, rezuma la ironía... como venía a decir el propio Leone, cuando los personajes de Ford abren una ventana se preocupan por el mundo que les rodea, cuando los míos abren una ventana lo único que les preocupa es que no les peguen un tiro en la frente.
Por un puñado de dólares es la primera parte de lo que se dio en llamar "La trilogía del dólar" (junto a La muerte tenía un precio y El bueno, el feo y el malo en títulos traducidos), interpretada con el mismo poncho que usó en las siguientes por el gran Clint Eastwood ,en papel rechazado por James Coburn, y que se rodó entre Almería y Hoyo de Manzanares. En realidad, es una copia y/o remake (por lo que tuvo problemas legales) de la esencial película japonesa Yojimbo, rodada algún año antes por el maestro Kurosawa; incluso, el personaje de Joe el extranjero, es casi el mismo del mercenario interpretado de manera excelente por Toshiro Mifune, uno de los mejores actores de todos los tiempos.
Aunque considero algo superior a las otras dos producciones de la trilogía, especialmente la tercera enunciada, fue la que posibilitó todo el subgénero y la que ya encierra las principales características del mismo. Defenestrado durante mucho tiempo por la crítica, actualmente Leone ya está situado en el lugar que siempre le habría correspondido, a lo que también ha ayudado mucho (queramos o no) que las nuevas generaciones hayan leído que es uno de los referentes de Tarantino.
Y dos últimas palabras: Ennio Morricone.
20.- Historias del ferrocarril: C'era una volta il west (Hasta que llegó su hora, Sergio Leone,1968)
El Oeste no habría llegado a ser lo que fue de no haber existido la locomotora y la construcción de las vías para el desplazamiento de estas. Allí donde había parada de tren iban apareciendo las principales ciudades, que pasaban a estar bien comunicadas, no siendo necesario esos terribles viajes por desiertos o territorios de los indios (aunque estos iban siendo eliminados a medida que se expandía el ferrocarril). Son bastantes las películas que nos hablan de esto, pero a mi parecer la mejor es la que aquí nos ocupa.
Tras el éxito de la trilogía del dólar, Morricone es reclamado en Hollywood y directivos de la Paramount Pictures le convencen de que haga otra película del género antes de embarcarse en su proyecto más personal. Proyecto que no lograría concretar hasta ¡16 años después! (la prodigiosa Érase una vez en América).
Leone crea una obra maestra, con elementos del cine clásico y de "su spaghetti western", conjugando elementos como la codicia, la venganza, la maldad y la violencia. Y lo hace con un ritmo narrativo alargado hasta la extenuación, del que la primera y excelente escena es un claro ejemplo. Tenemos grandes interpretaciones con un sorprendente Henry Fonda en la piel de un tipo sin escrúpulos y desalmado, muy alejado de su registro habitual; un Jason Robard perfecto para el papel; un silencioso Charles Bronson tocando la armónica; y a Claudia Cardinale, perfecta, en el cénit de su belleza. Por cierto, fue un fracaso en taquilla en USA y eso marcó el resto de su carrera, sólo 2 películas más como director y algunas más como productor hasta su prematura muerte en 1989 con 60 años. Pero nada sería igual sin (otra vez) Ennio Morricone.
21.- El western crepuscular: The wild bunch (Grupo salvaje, Sam Peckinpah, 1969)
Paralelamente al subgénero italiano (y español, en menor medida), los 60 verían desarrollarse lo que se llamó western crepuscular, que ya había tenido muestras en la década anterior y un claro referente en la mismísima El hombre que mató a Liberty Valance. El género, en USA, iba dejando progresivamente de interesar aunque todavía habría una serie de películas que brillarían en esa decadencia; no se resaltaba ya la grandeza de un tiempo, sino generalmente la inadaptación a una nueva época, la añoranza de un tiempo pasado, que en gran parte asemejaba la propia trayectoria de este tipo de cine.
Cuando se habla de él, se suele hacer referencia al excelente director Sam Peckinpah. Los personajes de este son personajes inadaptados, solitarios, los últimos vestigios de una época que ya pasó; como el propio director, que tuvo mil problemas con los estudios cinematográficos, aunque también ponía de su parte (su principal fuente de hidratación la constituían bebidas con graduación superior a 40º). En Grupo salvaje, bloody Sam, como lo llamó parte de la crítica por la violencia de sus películas cuenta la historia de unos ladrones (los "buenos" de la película) que viven a ambos lados de la frontera con México y que se verán atrapados entre tropas de caciques mexicanos en plena Revolución y cazarecompensas USA.
Peckinpah hace un uso magistral de la violencia, la cámara lenta para reflejar esta y el montaje, todo ello marca de la casa. Para esta historia de perdedores sin futuro contó con algunos de sus actores habituales (Warren Oates, Ben Johnson) y con los magníficos Borgnine y William Holden.
Trailer de esta auténtica obra maestra.
22.- El western revisionista: Little big man (Pequeño gran hombre, Arthur Penn, 1970)
Los 60, y especialmente en su segunda mitad, fueron años de cambio en casi todos los aspectos de la sociedad. Al menos, en aquellos países en los que se disfrutaba de cierto grado de libertad, quedando en intento en otros. El género, también iba a evolucionar con los tiempos. Además de las tendencias ya citadas, apareció la que podemos llamar como revisionista, caracterizada por cuestionar los principios motores del western clásico, en especial el papel del pueblo indio.
Flecha rota (Delmer Daves, 1950) había sido una de las primeras en ofrecer otro aspecto de los indios y durante los 50 hubo otras películas que empezaron a agitar las convicciones del género (esta y otras). Incluso, la última película del género del maestro Ford, El gran combate, había cambiado la visión sobre la población aborigen. Pero hacia finales de la década se harán varios filmes con esta temática, influidos por la contracultura y por la Guerra de Vietnam: son tiempos de plantearse que no hay nada sagrado, de golpear lo oficialmente establecido, de revisar todo lo que está aceptado sin más. Además, en no pocos casos son metáforas de ese conflicto bélico en el sudeste asiático sobre el que giró casi toda la vida político-social de USA en estos años (post que me reservo para otra ocasión).
Pequeño gran hombre nace en este contexto, dirigida por Arthur Penn y basada en una novela de Thomas Berger. Un personaje de 120 años (fenomenal Dustin Hoffman) rememora toda su vida a través de un flashback haciendo uso en todo momento de la voz en off, lo que es aprovechado para atacar, en tono humorístico (en la mejor línea del pícaro de nuestra Literatura Clásica), a todos los mitos del Oeste. Y especialmente a Custer y al 7º Regimiento de Caballería, que estaba luchando en Vietnam y usando ahora helicópteros para atacar a la guerrilla (...y arrasar poblados, pero esa es otra historia).
Pero si hay una figura mítica del género es el sheriff: todos queríamos serlo. Con su estrella que simbolizaba la ley, aunque en no pocas ocasiones eran corruptos y marionetas en manos de los prohombres de la zona. Pero el buen sheriff (tipo Wyatt Earp en la ciudad de Tombstone) es aquel que hacía prevalecer la ley por encima de todo, incluso por encima de los cadáveres de los que la infringían. Y nunca tenía miedo.
El genial Howard Hawks, uno de los grandes, sabía que los niños y mayores seguidores de estas películas conocían "este mandamiento". Así que montó en cólera cuando vio Solo ante el peligro, preguntándose cómo era posible que un hombre con la estrella tuviera miedo de 3 forajidos y recorriera la localidad buscando ayuda. Fruto de ello, unos años después de aquel, llegaba la respuesta de Hawks: Río Bravo.
Otro de los clásicos, tan conocido como atrayente. Chance (Wayne) es un sheriff que encarcela por asesinato al hermano de un rico y poderoso terrateniente de la zona. Mientras que espera que lleguen los representantes de la ley para que sea juzgado, intentarán liberarlo por cualquier medio. Como ayuda para hacer frente a todos los hombres reclutados por el prohombre, Chance sólo contará con un ayudante alcohólico, un viejo cascarrabias y un jovencito pistolero (además cantante, Ricky Nelson) . Por supuesto, a diferencia de Gary Cooper en aquel título, no necesita a nadie más, y entre medias le da tiempo a enamorarse y conquistar a una maravillosa Angie Dickinson.
Película grandiosa en todos los sentidos, con excelente interpretaciones de Wayne y Dean Martin (el gran Dino en su mejor aparición en pantalla y en la que también deja oir su prodigiosa voz) y más que eso de Walter Brennan.
En medio del fragor de la batalla, uno también puede divertirse y cantar.
18.- El fin del western clásico: The man who shot Liberty Valance (El hombre que mató a Liberty Valance, John Ford, 1962)
Si John Ford lo inició con La Diligencia, puede decirse que él se encargó de finiquitarlo (o casi) con esta imperturbable y eterna obra maestra. Se habían iniciado los años 60 y la sociedad estaba cambiando a un ritmo muy elevado. Y también el cine: los grandes artesanos empezaban a ser sustituidos por directores procedentes de la TV, cambiaba la temática, los gustos... un Ford de 65 años iba a contribuir decisivamente a derribar el mito que él mismo había ayudado a crear. Aunque hizo otro magnífico western, El gran combate, de carácter revisionista y donde la caballería, a la que había mitificado en una inolvidable trilogía (Río Grande, Fort Apache y La legión invencible) mostraba ahora sus miserias humanas para con los indios. A los niños nos pasó lo mismo, hasta algunos años después no comprendimos que cuando jugábamos a indios y vaqueros estábamos jugando a un genocidio (bueno, alguno todavía no lo habrá comprendido del todo).
Ford nos muestra a dos personajes que simbolizan dos formas de entender la vida: la clásica del Oeste y los modernos tiempos que comienzan a extenderse; la de Tom Doniphon (Wayne) y la del futuro senador Ransom Stoddard (James Stewart); la fuerza de las armas contra la ley; lo viejo y lo nuevo. Y es la segunda la que se acabará imponiendo en todos los sentidos: los nuevos tiempos, representados por Stoddard avanzan de manera impecable. Será considerado un héroe, llegará a senador y, además, se quedará con la chica (Vera Miles) que es el gran amor de Doniphon.
Wayne y Stewart geniales, al igual que los secundarios como Lee Marvin (grandioso), Carradine, Woody Strode o Edmund O'Brien. Narrada casi toda ella a través del flash-back, habría que destacar por encima de lo sobresaliente el duelo, aquella explicación de "Es el Oeste señor. Cuando la leyenda se convierte en un hecho, publicamos la leyenda" y una de las escenas de (des)amor más impactantes de la historia del cine: Doniphon, asumiendo que no podrá tener al amor de su vida, quema la casa que había construido para ellos con esas dos mecedoras en la entrada...
19.- El spaghetti western: Per un pugno di dollari (Por un puñado de dólares, Sergio Leone, 1964)
La producción en serie de westerns en Europa comienza sobre 1962, pero será a partir del éxito de esta película cuando se afiance, hasta el punto de que en España e Italia hasta poco más allá de 1975 llegaron a rodarse 500 producciones. El término que puso nombre al subgénero fue acuñado de un modo despectivo, por su baja calidad en líneas generales y por tener la mayoría de ellos bandera italiana (también fue conocido como chorizo western el realizado en nuestro país). Aunque el propio Leone quiso desvincularse del género ("Me disgusta que todo el mundo me señale como el padre del spaghetti western. Soy el padre sí, pero de un montón de hijos de puta"), lo cierto es que nunca pudo asistir al encumbramiento de su cine. Aun hoy su nombre, junto al del actor al que inmortalizó, es lo primero que nos viene a la cabeza al hablar del SW, pero ya sabemos distinguir entre él y el resto de burdos imitadores que nacieron al provecho de su éxito; sólo Corbucci y algún director más merece ser recordado dentro del tono mediocre de calidad del subgénero.
A diferencia de los westerns clásicos, los personajes de Leone son "héroes sucios", egoístas, codiciosos, al servicio de quien más pague, sin escrúpulos (ya lo habíamos intuido en Veracruz, aunque de forma no tan extrema). Se busca resaltar lo grotesco, con primeros planos deformantes, la violencia siempre está en primer plano, rezuma la ironía... como venía a decir el propio Leone, cuando los personajes de Ford abren una ventana se preocupan por el mundo que les rodea, cuando los míos abren una ventana lo único que les preocupa es que no les peguen un tiro en la frente.
Por un puñado de dólares es la primera parte de lo que se dio en llamar "La trilogía del dólar" (junto a La muerte tenía un precio y El bueno, el feo y el malo en títulos traducidos), interpretada con el mismo poncho que usó en las siguientes por el gran Clint Eastwood ,en papel rechazado por James Coburn, y que se rodó entre Almería y Hoyo de Manzanares. En realidad, es una copia y/o remake (por lo que tuvo problemas legales) de la esencial película japonesa Yojimbo, rodada algún año antes por el maestro Kurosawa; incluso, el personaje de Joe el extranjero, es casi el mismo del mercenario interpretado de manera excelente por Toshiro Mifune, uno de los mejores actores de todos los tiempos.
Aunque considero algo superior a las otras dos producciones de la trilogía, especialmente la tercera enunciada, fue la que posibilitó todo el subgénero y la que ya encierra las principales características del mismo. Defenestrado durante mucho tiempo por la crítica, actualmente Leone ya está situado en el lugar que siempre le habría correspondido, a lo que también ha ayudado mucho (queramos o no) que las nuevas generaciones hayan leído que es uno de los referentes de Tarantino.
Y dos últimas palabras: Ennio Morricone.
20.- Historias del ferrocarril: C'era una volta il west (Hasta que llegó su hora, Sergio Leone,1968)
El Oeste no habría llegado a ser lo que fue de no haber existido la locomotora y la construcción de las vías para el desplazamiento de estas. Allí donde había parada de tren iban apareciendo las principales ciudades, que pasaban a estar bien comunicadas, no siendo necesario esos terribles viajes por desiertos o territorios de los indios (aunque estos iban siendo eliminados a medida que se expandía el ferrocarril). Son bastantes las películas que nos hablan de esto, pero a mi parecer la mejor es la que aquí nos ocupa.
Tras el éxito de la trilogía del dólar, Morricone es reclamado en Hollywood y directivos de la Paramount Pictures le convencen de que haga otra película del género antes de embarcarse en su proyecto más personal. Proyecto que no lograría concretar hasta ¡16 años después! (la prodigiosa Érase una vez en América).
Leone crea una obra maestra, con elementos del cine clásico y de "su spaghetti western", conjugando elementos como la codicia, la venganza, la maldad y la violencia. Y lo hace con un ritmo narrativo alargado hasta la extenuación, del que la primera y excelente escena es un claro ejemplo. Tenemos grandes interpretaciones con un sorprendente Henry Fonda en la piel de un tipo sin escrúpulos y desalmado, muy alejado de su registro habitual; un Jason Robard perfecto para el papel; un silencioso Charles Bronson tocando la armónica; y a Claudia Cardinale, perfecta, en el cénit de su belleza. Por cierto, fue un fracaso en taquilla en USA y eso marcó el resto de su carrera, sólo 2 películas más como director y algunas más como productor hasta su prematura muerte en 1989 con 60 años. Pero nada sería igual sin (otra vez) Ennio Morricone.
21.- El western crepuscular: The wild bunch (Grupo salvaje, Sam Peckinpah, 1969)
Paralelamente al subgénero italiano (y español, en menor medida), los 60 verían desarrollarse lo que se llamó western crepuscular, que ya había tenido muestras en la década anterior y un claro referente en la mismísima El hombre que mató a Liberty Valance. El género, en USA, iba dejando progresivamente de interesar aunque todavía habría una serie de películas que brillarían en esa decadencia; no se resaltaba ya la grandeza de un tiempo, sino generalmente la inadaptación a una nueva época, la añoranza de un tiempo pasado, que en gran parte asemejaba la propia trayectoria de este tipo de cine.
Cuando se habla de él, se suele hacer referencia al excelente director Sam Peckinpah. Los personajes de este son personajes inadaptados, solitarios, los últimos vestigios de una época que ya pasó; como el propio director, que tuvo mil problemas con los estudios cinematográficos, aunque también ponía de su parte (su principal fuente de hidratación la constituían bebidas con graduación superior a 40º). En Grupo salvaje, bloody Sam, como lo llamó parte de la crítica por la violencia de sus películas cuenta la historia de unos ladrones (los "buenos" de la película) que viven a ambos lados de la frontera con México y que se verán atrapados entre tropas de caciques mexicanos en plena Revolución y cazarecompensas USA.
Peckinpah hace un uso magistral de la violencia, la cámara lenta para reflejar esta y el montaje, todo ello marca de la casa. Para esta historia de perdedores sin futuro contó con algunos de sus actores habituales (Warren Oates, Ben Johnson) y con los magníficos Borgnine y William Holden.
Trailer de esta auténtica obra maestra.
22.- El western revisionista: Little big man (Pequeño gran hombre, Arthur Penn, 1970)
Los 60, y especialmente en su segunda mitad, fueron años de cambio en casi todos los aspectos de la sociedad. Al menos, en aquellos países en los que se disfrutaba de cierto grado de libertad, quedando en intento en otros. El género, también iba a evolucionar con los tiempos. Además de las tendencias ya citadas, apareció la que podemos llamar como revisionista, caracterizada por cuestionar los principios motores del western clásico, en especial el papel del pueblo indio.
Flecha rota (Delmer Daves, 1950) había sido una de las primeras en ofrecer otro aspecto de los indios y durante los 50 hubo otras películas que empezaron a agitar las convicciones del género (esta y otras). Incluso, la última película del género del maestro Ford, El gran combate, había cambiado la visión sobre la población aborigen. Pero hacia finales de la década se harán varios filmes con esta temática, influidos por la contracultura y por la Guerra de Vietnam: son tiempos de plantearse que no hay nada sagrado, de golpear lo oficialmente establecido, de revisar todo lo que está aceptado sin más. Además, en no pocos casos son metáforas de ese conflicto bélico en el sudeste asiático sobre el que giró casi toda la vida político-social de USA en estos años (post que me reservo para otra ocasión).
Pequeño gran hombre nace en este contexto, dirigida por Arthur Penn y basada en una novela de Thomas Berger. Un personaje de 120 años (fenomenal Dustin Hoffman) rememora toda su vida a través de un flashback haciendo uso en todo momento de la voz en off, lo que es aprovechado para atacar, en tono humorístico (en la mejor línea del pícaro de nuestra Literatura Clásica), a todos los mitos del Oeste. Y especialmente a Custer y al 7º Regimiento de Caballería, que estaba luchando en Vietnam y usando ahora helicópteros para atacar a la guerrilla (...y arrasar poblados, pero esa es otra historia).
23.- Forajidos de leyenda: Pat Garrett and Billy the Kid (Sam Peckinpah, 1973)
Sabíamos que eran "los malos", pero en no pocas ocasiones quisimos ser como ellos. Además, el cine, en las mejores películas que giraron en torno a su vida ayudó a ese sentimiento. Billy the Kid, Jesse James y su hermano Frank, The Sundance Kid y Butch Cassidy (especialmente para las féminas y si aparecen con los rostros de Redford y Newman)... sí, si no hubiéramos sido el sheriff, a la mayoría no nos hubiera importado atracar bancos o diligencias.
Billy the Kid creo que ha sido el "más querido" (junto a los Dalton, que también existieron, pero estos por los dibujos) y el que más veces ha aparecido en la pantalla. En 1973, y cuando ya el género agonizaba, Sam Peckinpah nos trae otra legendaria y espectacular muestra del género que, por supuesto, constituyó otro enfrentamiento con el estudio, que cortó y recortó a su antojo; en parte porque no confiaba ya mucho en estas películas y creía que un metraje extenso haría que la gente desistiera de su visionado.
Por supuesto, el director la lleva a su terreno y el forajido (Kris Kristofferson) es un hombre atrapado en el Oeste clásico que se resiste a adaptarse a los tiempos, a los que sí se acopla su "socio" antiguo y ahora al otro lado de la ley, Pat Garret (magnífico James Coburn). Cámara lenta en las escenas de acción (mil veces imitada posteriormente), grandes dosis de violencia, rezumando desencanto por todos lados, excelente banda sonora de Bob Dylan (que también interpreta un papel) y aquella frase mágica de Billy the Kid cuando Pat le comenta que los tiempos cambian: "Los tiempos tal vez, yo no". Ese era Peckinpah.
24.- La fiebre del oro: Pale rider (El jinete pálido, Clint Eastwood, 1985)
En Enero de 1848 en Coloma, que pertenecía a una California que acababa de ser ganada a México (Tratado Guadalupe-Hidalgo) tras la guerra aunque todavía no integrada en EEUU y por tanto con un gran vacío legal, se descubría oro. Esto hizo que empezaran a llegar familias de cualquier lugar y nacionalidad en busca de posibles yacimientos, desde el solitario con su criba hasta los más organizados, y a los que se les llamó forty-niners (en referencia a que el éxodo masivo se dio en el año 1949). Era el inicio de la fiebre del oro, que posteriormente se extendería en el tiempo allí donde se dieran indicios o rumores de su existencia, y que creó todo un mundo y una mitología propias. Es en este contexto, en el del enfrentamiento entre unos pobres mineros y un tipo poderoso con más avanzados métodos de explotación donde se sitúa contextualmente El jinete pálido, aunque la película es mucho más.
Si ya en los 60 el western había disminuido en grandes proporciones su producción (Italia al margen), en los 70 este proceso iba a ir a más (desde mediada la década también en el país transalpino), hasta verse reducido a unas cuantas películas esporádicas que se daban cada cierto tiempo. Además, el terrible fracaso en 1980 de una película que podríamos incluir en el género, la excelente Heaven's Gate (La puerta del cielo, Michael Cimino, 1980), parecía firmar el acta de defunción de este. A mediados de los 80 iban a darse una pequeñísima resurrección cuando en 1985 aparezca este título y Silverado (Lawrence Kasdan, 1985) o la vacía pero taquillera Arma Joven (C. Cain, 1988), cuyo éxito permitió que algún director más se embarcara en el género en los años siguientes. Entre ellos Kevin Costner, que obutvo el éxito en todos los sentidos con el revisionista Bailando con Lobos.
Eastwood, que ya había dirigido y protagonizado en los 70 Infierno de cobardes y El fuera de la ley, mezcla en esta película elementos del spaghetti western, del que había sido su principal y mejor rostro, y de las piezas más clásicas del género. Es en realidad una especie de remake de Raíces profundas y donde destaca el personaje interpretado por el propio director que despierta más interrogantes que el de Alan Ladd en aquella otra: un predicador que no se sabe de dónde viene ni a dónde irá, incluso si procede de este mundo, o si ha llegado en respuestas a las plegarias de una joven (toda la película tiene un marcado carácter apocalíptico).
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25.- El testamento: Unforgiven (Sin perdón, Clint Eastwood, 1992)
La única cara visible que le había quedado al género, a un lado y otro de la cámara, desde el comienzo de la caída en la década de los 60 iba a ser la encargada de firmar "el acta de defunción". Cierto es que de manera posterior han seguido apareciendo westerns de manera esporádica, pero es tal la fuerza de esta película que puede decirse que Eastwood decidió "acabar" con él, anunciando además que sería su último filme de este género (realidad en parte, porque a mí Gran Torino me parece un western con coche en vez de caballo). Con 62 años era hora de bajarse del caballo.
Aunque había debutado tras la cámara en 1971, alternando películas en las que seguía explotando su imagen de tipo duro con otras que adelantarían su estilo posterior, sólo en 1988 con la extraordinaria Bird comenzó a gozar de reconocimiento. Y con Sin perdón se consagró, en la que conjugaba rasgos de la corriente clásica, la crespuscular e, incluso, la revisionista.
La historia del pistolero retirado que busca la última recompensa como salida a su situación económica, consciente de que su época ya pasó, que no es el mismo, pero que acaba sorprendido porque la leyenda, en el Oeste (como se dijo en El hombre que mató a Liberty Valance) puede estar por encima de la realidad, supone una visión desmitificadora de todo aquello que el director/actor representó durante casi 30 años. Y Clint se despide dejando este mensaje de forma consciente, y diciendo esto fue todo.
A destacar la fotografía sombría de interiores, y los magníficos actores de reparto (Freeman, Hackman, Harris...) que acompañan el rostro siempre hierático de Eastwood.
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Aquí concluye el repaso por el mundo del western. Lógicamente, se trata de una selección personal donde infinidad de títulos no han podido citarse, algunos de los cuáles están a la altura de los aquí mencionados (incluso alguno habrá superior). Por último, comentar que el intento más serio de revivir el género se hizo desde la pequeña pantalla, en la prodigiosa serie de la HBO Deadwood, de la que se hicieron 3 temporadas (2004-2006) con un total de 36 capítulos antes de que se anunciara su desaparición debido a los elevados costes de realización. Su calidad, a la altura de lo grandes títulos.
Desde luego las has clavado todas, casi todas las he visto aunque hay alguna que no me suena, pero si puede que la haya visto. Aún me quedo a verlas cuando las vuelven a echar por la tele. Ayer sin ir mas lejos "Los 4 hijos de Katie Elder".
ResponderEliminarSalu2 y buen post