Ahora más que nunca, Berlín puede considerarse "la capital de Europa", aunque París y Londres pronto saldrían a refutar tal afirmación y Moscú también diría algunas palabras al respecto (aunque se encuentre muy lejana y no sólo desde un punto de vista geográfico, que también). Pocas ciudades tuvieron un siglo XX tan azaroso como el de la capital alemana: reducida prácticamente a escombros durante el final de la 2ª Guerra Mundial, dividida en 4 zonas de influencia, isla del bloque occidental dentro de un territorio dominado por la URSS, foco permanente de tensiones entre los dos grandes bloques en los que se dividió el mundo (no me olvido de los Países no alineados que generalmente eran todo menos lo que su nombre indica), símbolo de la Guerra Fría y de la sinrazón humana por la construcción del Muro...
Por todo ello y mucho más, no está de más hacer un recorrido por la ciudad, desde 1945 hasta principios de los 90. Recordemos que entre el 9 y el 10 de noviembre de 1989 se producían los actos que dieron lugar a la caída del Muro, que aplaudieron casi todos los políticos europeos, incluidos aquellos que por su presente y/o pasada militancia habían aplaudido las medidas del bloque soviético entre las que se encontraba la humillante construcción (donde dije...). El 3 de octubre de 1990 se declaraba la Reunificación y en junio de 1991 Berlín se convertía en la capital de la nueva Alemania (Bonn lo había sido, con un carácter provisional que acabó eternizándose, de la RFA).
Y este recorrido lo haremos a través de una serie de películas cuyo visionado en conjunto nos llevaría a comprender (de alguna manera) la evolución de la capital alemana y prácticamente de la historia europea de los años de la política de bloques.
1- Der untergang (El hundimiento, Oliver Hirschbiegel, 2004)
Esta excelente película narra los últimos días de Hitler hasta su suicidio el 30 de Abril de 1945. Aunque fundamentalmente se desarrolla en el búnker del dictador, nos podemos hacer una idea de lo que fue la ciudad en aquellos días. Alemania había dejado hace mucho de tener posibilidades de ganar la guerra (desde la Operación Overlord o, incluso, antes), muchos nombres significativos habían intentado buscar una solución pactada seguida de represalias por parte de Hitler y los aliados habían iniciado una especie de gymkana para ir avanzando y ocupando todo el terreno posible, pues a nadie escapaba que tras las 2ª GM se debería dar un conflicto (que luego resultó no directo militarmente hablando) entre las dos grandes potencias y sus allegados.
En un Berlín que todavía sigue siendo bombardeado, donde no son pocos los que huyen para entregarse a las tropas anglo-americanas en vez de ser hechos prisioneros por los soviéticos (el ejército de Zhúkov amenaza ya la ciudad), en el fragor de lo que se conoce como la Batalla de Berlín, es donde se desarrolla El hundimiento. Basada en una novela de Joaquim Fest y partiendo de la visión de la última secretaria del dictador, ofrece un veraz retrato de lo acaecido esos días y donde destaca un colosal Bruno Ganz. El gran actor suizo se mete en la piel del líder nazi como nadie ha conseguido hacer y logra una de las mejores interpretaciones de los últimos 30 años
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2- Germania, anno zero ( Alemania, año cero, Roberto Rossellini, 1948)
Tras la destrucción, la necesidad de reconstrucción y no sólo desde un punto de vista arquitectónico (físico). Roberto Rossellini culminaba con esta película su Trilogía sobre la Guerra, que cuenta con otras dos obras maestras: Roma, città aperta y Paisà. Y junto a estas puede considerarse un manifiesto de lo que fue el Neorrealismo cinematográfico.
El filme se centra en un niño de 12 años, Edmund, que teniendo a su padre enfermo debe lidiar con la más cruda postguerra. En el marco de un Berlín derruido, Rossellini (que dedicaba la película a su hijo fallecido poco antes) muestra lo que era la dura situación y los personajes que allí tienen su hábitat: ex-nazis, aprovechados varios, quien se dedica al mercado negro, a mercadear con su cuerpo, el instinto de supervivencia de cada uno etc. Obra cumbre del cine que sin embargo deja una puerta abierta a la esperanza para la reconstrucción.
3- A foreign affair (Berlín Occidente, Billy Wilder, 1948)
En 1949, los 3 sectores de influencia occidental en los que estaba dividido el país se juntan para crear la República Federal de Alemania, a lo que contestará la URSS posibilitando la creación de la RDA (la D de domocrática, claro está). Un año antes, las tres zonas de Berlín ocupadas por los occidentales habían comenzado a unirse lo que llevará a un bloqueo por parte de las fuerzas soviéticas, aunque este quedará en parte minimizado por el establecimiento de un puente aéreo desde otra partes de la Alemania occidental. La ciudad, pues, quedaría dividida entre dos países y dos bloques antagónicos.
Poco antes de estos acontecimientos se desarrolla la acción de esta película del maestro Wilder, que fue uno de los primeros autorizados en rodar en Berlín (occidental), ciudad de la que había tenido que salir casi 15 años antes debido a la amenaza nazi. La acción tiene lugar durante 5 días de 1947 en la zona de ocupación estadounidense, donde llega una comisión de 6 miembros del Congreso para realizar un informe sobre la moralidad de las tropas (12.000 soldados). El miembro más escrupuloso es una representante de Iowa, republicana y algo inocente ( Jean Arthur) que se desmarca de sus compañeros y busca información "en los bajos fondos" (el auténtico Berlín de postguerra). Entre los objetivos, una antigua cantante de cabaret a la que se supone con pasado vinculado a los nacional-socialistas (la simpar Marlene Dietrich)
Wilder hace uso de su gran ironía y acidez en esta excelente comedia que tampoco escatima crueldad (mercado negro, favores por chocolatinas o medias, etc.). Como en la película de Rossellini, el caos y las ruinas siguen reinando en la ciudad.
Poco antes de estos acontecimientos se desarrolla la acción de esta película del maestro Wilder, que fue uno de los primeros autorizados en rodar en Berlín (occidental), ciudad de la que había tenido que salir casi 15 años antes debido a la amenaza nazi. La acción tiene lugar durante 5 días de 1947 en la zona de ocupación estadounidense, donde llega una comisión de 6 miembros del Congreso para realizar un informe sobre la moralidad de las tropas (12.000 soldados). El miembro más escrupuloso es una representante de Iowa, republicana y algo inocente ( Jean Arthur) que se desmarca de sus compañeros y busca información "en los bajos fondos" (el auténtico Berlín de postguerra). Entre los objetivos, una antigua cantante de cabaret a la que se supone con pasado vinculado a los nacional-socialistas (la simpar Marlene Dietrich)
Wilder hace uso de su gran ironía y acidez en esta excelente comedia que tampoco escatima crueldad (mercado negro, favores por chocolatinas o medias, etc.). Como en la película de Rossellini, el caos y las ruinas siguen reinando en la ciudad.
4- One, two, three (Uno, dos, tres, Billy Wilder, 1961)
Nuevamente el maestro austríaco usa la ciudad para dar rienda suelta a la sátira, en esta ocasión siendo su víctima todo aquello que se mueve: soviéticos, estadounidenses, alemanes de la RFA de dudoso pasado democrático, alemanes de la RDA de comprensión limitada pero lavado de cerebro eficaz, multinacionales con sistemas cuasi-dictatoriales... lo dicho, todo lo que se mueve. Y a un ritmo endiablado, consiguiendo con ello una de las mejores comedias de la historia.
Durante los años 50, la situación en la ciudad había seguido siendo tensa, aunque por momentos la atención se había desviado hacia otros focos de conflicto: Guerra de Indochina, Guerra de Corea, escalada del comunismo en el Sudeste Asiático... Por otra parte, Berlín oeste estaba sufriendo un importante cambio de aspecto y la reconstrucción se desarrollaba a marchas forzadas, buscando crear una ciudad moderna y próspera, símbolo (para lo bueno y lo malo) del capitalismo. En cambio, la parte oriental distaba bastante de esto e, incluso, todavía presentaba bastantes zonas en ruinas.
Wilder tuvo la mala suerte de que durante el rodaje de la película comenzó a construirse el muro, con lo que el film tuvo muchísimos problemas, generó el rechazo de casi todos y se convirtió en un fracaso (al menos hoy ya se va reconociendo su genialidad). Caso parecido al de Lubitsch, maestro de Wilder, y To be or not to be en la 2ª GM. Aunque ya la traté en la página de películas recomendadas, destacaremos nuevamente al gran James Cagney en uno de sus mejores interpretaciones.
5- Der Tunnel (El túnel, Roland Suso Richter, 2000)
En la noche del 12 al 13 de agosto de 1961, se erigían casi en su totalidad las bases de lo que oficialmente fue denominado Muro de Protección Antifascista (ironía que ni Wilder). Ya durante los 50 y en aumento en los inicios de la nueva década, el paso de personas de la parte oriental a la occidental había sido importante: parecían vender mejor su imagen y estilo de vida las grandes multinacionales (aunque también hay publicidad engañosa) que la dictadura del proletariado que, por otra parte, siempre se quedaba en dictadura "a secas" (ironía propia). Había que poner freno a esto, pues también desde otros países satélites de la URSS llegaban jóvenes con la esperanza de, en un descuido, dar "el salto a la libertad".
Con esta medida se pretendía controlar el paso de un lado a otro a través únicamente de los puntos (check-points) establecidos. Era la división final de la ciudad, además de la de muchas familias. Pero hubo quien no cejó en su empeño y es el tema que trata esta interesante película. Basada en hechos reales, cuenta como desde el lado occidental un grupo de personas intenta hacer un túnel de casi 100 mts de longitud para poder hacer pasar a familiares de un lado a otro. Aunque rodada a inicios de este siglo, revive de manera bastante acertada la tensión y ambiente existente en aquellos días y la lucha de algunos por seguir junto a sus seres queridos.
6- Funeral in Berlin (Funeral en Berlín, Guy Hamilton, 1966)
"Aquí todos comen y se vuelven ricos gracias al muro", comenta un personaje de esta película. La vida de la ciudad, desde su construcción, gira en torno al muro. Paralelamente, la década de los 60 sigue su curso plagado de conflictos (crisis de los misiles, Guerra de Vietnam, Primavera de Praga, Revolución Cultural - bastante inculta- China, nuevos escenarios como Sudamérica o el denominado Tercer Mundo...) aunque afortunadamente el conflicto directo entre superpotencias no llegaría a darse. Sin embargo, esa confrontación se extiende a casi cualquier aspecto: se manifiesta en la carrera espacial, en competiciones deportivas...
El Berlín de los 60 siempre se nos ha mostrado como un hervidero de espías, de agentes dobles o triples, de intento de fuga de cerebros de una parte del telón de acero al otro. En este contexto aparecen buenas películas como The Spy who came in from the cold (El espía que surgió del frío, Martin Ritt, 1965), basada en la obra de John Le Carré o Funeral in Berlin. Esta se convierte casi en un tour para turistas por la ciudad a través de una complicada trama donde nadie es lo que parece.
Len Deighton es uno de los grandes nombres de la literatura de espionaje y Harry Palmer su personaje más conocido, aunque este es un nombre cinematográfico que apareció para la adaptación a la gran pantalla de tres de sus novelas (The Ipcress file, la que nos ocupa y Billion dolar brain), protagonizadas por el gran Sir Michael Caine. Palmer sería una especie de contrapunto al James Bond de Fleming: un tipo nada heróico, pragmático, hastiado de todo, desencantado, cínico...
Resulta interesante para sacar impresiones de la ciudad en los años 60, aunque sólo se rodó en el lado occidental (Berlín oriental fue reconstruido "artificialmente"). La imagen de la misma es de frialdad, con zonas donde todavía se divisan secuelas de los bombardeos acaecidos más de 20 años atrás, pero nos podría valer para dar un paseo retrospectivo por lugares como el aeropuerto de Tempelhof, donde hoy se celebra la Expo del Real Berlin Marathon.
7- Sonnenallee (La avenida del sol, Leander Haussmann, 1999)
Poco varió la situación durante los años 70. Los dos bloques estaban consolidados, luchaban por cualquier zona de influencia y ambos tenían sus críticos en el interior que el sistema intentaba silenciar (sinceramente, creo que de "forma más efectiva" lo consiguieron las "democracias populares"). En el mundo occidental, o lo que se entiende como tal, a partir de la segunda mitad de los 60 habían surgido movimientos de protesta que tuvieron una gran fuerza, de carácter anti-imperialista y en ocasiones de tendencia marxista-leninista. Necesarios, varios de ellos, lamentablemente, acabaron cristalizando en organizaciones armadas a lo largo de todo el globo. La RFA no se libró de ello, y tuvo como principal destacado al RAF (Rotee Armee Fraktion), también conocido como la banda Baader-Meinhof, que tuvo origen en la actual capital alemana aunque acabaría extendiéndose a nivel nacional e, incluso, internacional. Un acercamiento, más próximo al thriller que a la reflexión ideológica, puede verse en Der Baader-Meinhof Complex (RAF Facción del Ejército Rojo, Uli Edel, 2008).
En el lado oriental de la ciudad, una gran parte de la juventud seguía soñando con traspasar ese muro y acceder "al paraíso" (que, por supuesto, no era tan paradisíaco como imaginaban). Sonnenallee es una agradable película, en clave de comedia que muestra los modos de vida de un grupo de chicos jóvenes en ese Berlín de la RDA a principios de los 70 (1973). Geográficamente, estos chicos se caracterizan por vivir en una calle en la que existe uno de los puestos de paso controlado de un lugar a otro de la ciudad.
Crítica pero usando siempre un tono desenfadado, la película nos muestra cómo se importan tendencias del Oeste, como algunas se prohiben, el modo de vida en un barrio normal, el mercado negro de productos como discos o revistas... pero, ante todo, es un canto al amor y a la juventud. Esto, y especialmente sus palabras finales, hicieron que tras su estreno (casi 10 años después de la muerte de la RDA) surgieran voces críticas por que la voz en off del protagonista afirma que fue la mejor época de su vida. Ni las autoridades del Berlín socialista en los 60, mire usted...
Como esta es de las menos conocidas, dejo un enlace.
Película en descarga directa
Subtítulos
Y aquí una impagable fiesta setentera en el Berlín Este a ritmo de T-Rex y el impagable Get it on.
8- Das Leben der Anderen (La vida de los otros, Florian Henckel von Donnersmarck, 2006)
Finales de los 70 y comienzo de la década de los 80 no fue nada positivo: conflicto de Afganistán, Reagan y su Guerra de las Galaxias al poder, la URSS y USA financiando aquí y allí regímenes dictatoriales de diferente signo para evitar que cualquier territorio tuviera un gobierno afín al rival (esto en realidad lo venían haciendo desde el final de la 2ª GM y es clave para que aún hoy existan dictaduras, disfrazadas o no). Sin embargo, se veía cada vez más claro que el modelo comunista de la URSS y sus satélites daba muestra de colapso: se intentaban ocultar las crisis económicas internas pero la situación cada vez era peor (¿a qué me recuerda esto del colapso de un modelo socio-económico?).
En este marco se desarrolla esta grandiosa película. Berlín Este, 1984, un sistema en caída libre pero que todavía mantiene las prácticas que lo habían hecho perdurar durante años. El Ministerio para la seguridad del Estado de la RDA, más conocido como Stasi, fue uno de los órganos de inteligencia más eficientes del mundo a lo largo de toda su vida (1950-1989). Con una "plantilla" que se dice llegó a ser de más de 90.000 empleados a tiempo completo y 180.000 informante,s era la encargada de espiar a cualquier ciudadano en busca de comportamientos subversivos o considerados contrarrevolucionarios.
Gerd Wiesler (un portentoso Ulrich Mühe) es un funcionario del estado encargado de vigilar "las vidas de los otros". Aquí se le encarga hacerlo con un escritor y su pareja, actriz, aparentemente sospechosos de ser desafectos al régimen, aunque los acontecimientos tendrán un giro de importancia. Película fría, de interiores, donde se vislumbra un Berlín desangelado, casi artificial, previo a otro hundimiento.
9- Der Himmel über Berlin (El cielo sobre Berlín, Wim Wenders, 1987)
El recorrido por la ciudad de Berlín más poético lo llevaría a cabo Wim Wenders en esta película un poco anterior a la caída del muro y que resulta mágica para algunos y carente de todo sentido para otros. Dos ángeles sobrevuelan ambos lados de la ciudad mezclándose con su gente, intentado comprender a los humanos, hasta que uno de ellos desea la mortalidad y se enamora de una trapecista.
Es una película con escenas bellísimas (Biblioteca, edificio Mercedes...), textos elaborados por Peter Handke y una excelsa fotografía de Henri Alekan que usa el blanco y negro, con ligeros tonos sepia, para la mirada de los ángeles y el color para la vida de las personas. En el elenco de actores, Peter Falk (el gran Colombo) como un antiguo ángel acompaña a los que interpretan a las dos criaturas celestiales, Solveig Dommartin y Bruno Ganz (nuevamente sensacional aquí).
Aparte de las reflexiones sobre el contenido y significado de la película que pudiéramos hacer, nos atrae esa visión desde aire de la ciudad, una ciudad dominada por el muro, donde sus habitantes intentan olvidar (hay guiños a la historia reciente durante el metraje del film) y seguir el curso de sus vidas... quizás conscientes o no de que otro importante cambio se les avecinaba: el final de toda una época que tampoco había durado 1.000 años como el III Reich. Todo ello junto a preguntas sobre el modo de actuar de las personas, sobre la soledad real de las personas en el mundo, el significado de la religión... tantos y tantos temas que bien merecen una revisión. Unos años más tarde, Wenders realizó una especie de continuación, In weiter ferne, so nash (¡Tan lejos, tan cerca!, 1993).
10- Good Bye, Lenin! (Wolfgang Becker, 2003)
A medida que la década de los 80 llegaba a su fin, era más que evidente que se avecinaban grandes cambios. La URSS había comenzado ya una reconstrucción (Perestroika), activada con el nombramiento de M. Gorbachov como Secretario General del PCUS. En la RDA, 1989 será un año terriblemente convulso con numerosas manifestaciones a favor de la apertura del país y de su democratización (en Leipzig fueron semanales y conocidas como "las manifestaciones del lunes").
En mayo ya se había abierto la frontera con Austría y Hungría, lo que llevó a muchísimos habitantes al primer país en busca de un futuro. A raíz de esto, las manifestaciones arreciaron. El proceso parecía irreversible, aunque las autoridades se empeñaron en
celebrar por todo lo alto los 40 años del país, con grandes desfiles y
presencia de los principales líderes de los países satélites de la URSS
(aunque en su discurso Gorbachov fue crítico con la inmovilidad de los
dirigentes del país). Finalmente, el 9 de noviembre y ante la inminente marcha de grupos de gente a la RFA a través de Checoslovaquia o Hungría, se anunciaba la derogación de las limitaciones de paso de una zona de la ciudad a la otra. Y llegó la maravillosa espontaneidad de los berlineses en unas imágenes que me hicieron saltar las lágrimas en su tiempo: gente con herramientas manuales derribando parte del muro, saltando las alambradas, los abrazos entre ciudadanos de ambos lados (conocidos o no) ante la mirada perpleja de unos soldados inmóviles que años antes les hubieran acribillado sin el menor miramiento... y mientras que un buen sector de la intelectualidad europea y multitud de políticos daban un curso intensivo de como negar que habían apoyado al bando que, con la caída del muro, iniciaba su definitiva cuenta atrás.
Comenzaba la laboriosa reunificación alemana (que iba a tener resultados casi milagrosos). Es en este contexto donde se desarrolla una de las películas más exitosas del país teutón: Good bye, Lenin! Excelente comedia que nos muestra cómo una mujer, afecta a las ideas socialistas, cae en coma y despierta 8 meses después cuando el muro ha caído y todo ha empezado a cambiar. Su hijo (gran Daniel Brühl) hará todo lo posible para evitar disgustos que pudieran agravar su salud, incluyendo hacerla creer que todavía existe la RDA en toda su grandeza y que en Berlín nada destacable ha ocurrido.
Y para terminar, un epílogo en forma de música: el imprescindible Berlin, de Lou Reed.
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