Un día de rodaje antes de finales de año, hablando con el compañero Ray de unas cosas y otras, apareció en escena el nombre de A Coruña. Enseguida replicó que allí tenía familia y que le gustaría visitarlos y correr. Aunque estábamos preparando Sevilla (y quizá yo todavía no hubiera corrido en Castellón), se empezaba a gestar la participación en La Maratón Atlántica, nombre real de la prueba (acompañado de C42).
En realidad, ya el año pasado me lo había planteado, aunque lo descarté por la lejanía para ir en coche. Y es que aunque el avión es más cómodo, sé que al final si tengo que usar este medio lo haría para ir a correr al extranjero y no a la península. Y más con los precios que maneja la principal aerolínea que vuela a la ciudad gallega; y aquí lo dejo para no desviarme del tema. Aunque Ray, por razones familiares, tuvo que hacer previamente el viaje en Enero, nada más llegar de Sevilla hicimos la inscripción.
El viaje era relámpago y, sobre todo, para no pensarlo mucho. 750 kms de distancia entre localidades: al menos, todo el recorrido por autovía (y algún tramo de autopista). Así que el viernes salimos sobre las 14,30 y, con un par de paradas, llegamos sobre las 22.00 de la noche a la puerta del piso donde nos íbamos a alojar. Por cierto, eternamente agradecido a quienes me trataron como un familiar más. Entre ellos al gran Lino, primo de Ray y que debutaba en maratón. Entre otros muchos logros, Lino es campeón gallego veterano A de 3.000 en pista cubierta y tiene 1h15' en media maratón.
El sábado por la mañana fuimos a hacer unos kilómetros por el paseo marítimo los tres participantes y Marisa: ida y vuelta desde el Estadio de Riazor hasta los pies de la Torre de Hércules, recorriendo las playas de Riazor y Orzán, que recogen las aguas del Atlántico. Antes, Lino nos había hecho recorrer en coche todo el trazado de la Maratón. Mi primera impresión clara: de llano nada, a pesar de lo que comentaba la organización. Otro falso fast and flat. El resto del día lo dedicamos a visitar la localidad: Ciudad Vieja, Monte de San Pedro, Torre de Hércules y sus proximidades (con esa también majestuosa Rosa de los Vientos)... Cena de pasta y a dormir; tarde, eso sí, pues entre unas cosas y otras marché a la cama a la 1.00.
A las 6'30 sonaba el despertador y me costó (hasta que se produjo el contacto con el aire de la mañana) quitarme el sueño de encima. El día, todavía fresco, parecía iba a ser bueno: sol y poco viento. Uno y otro fueron en ascenso a lo largo de la mañana. Nos desplazamos hasta la imponente Plaza de María Pita, donde estaba situada la meta (junto al Ayuntamiento), tomamos un café y calentamos algo. A las 8,30 se daba la salida tras guardar un minuto de silencio por las víctimas del Maratón de Boston. Saludos por aquí y por allá, antes y después, a amigos como Agustín (Ciego Sabino), Fortes, Santi Hitos y otros conocidos de Albacete y Toledo que han venido al Campeonato de España (también era Campeonato gallego).
La carrera está formada por 3 vueltas de 14 kms más la entrada en María Pita. Cada vuelta se divide en 2 partes claramente diferenciadas. La primera, de mayor longitud, tiene como escenario el paseo marítimo: se llega hasta la Rotonda de la Casa de los Peces para dar la vuelta y llegar hasta la de Labañou, desde donde se cambia de nuevo el sentido. A la altura del estadio de fútbol se hace una ida y vuelta, sin aparente sentido, hasta las inmediaciones de cierto Centro Comercial "de cuyo Corte no quiero acordarme" y al que se le rinde una especie de tributo/pleitesía por poner pasta para la celebración del evento. Es la parte más bonita de la carrera, aunque siempre se está sumando desnivel, positivo o negativo: no hay prácticamente nada llano y está poco resguardado. Pero corres junto a las playas, con vistas al mar y las ensenadas y llegas a localizar visualmente la Torre de Hércules.
En la segunda parte se corre paralelo al puerto, entrando en su parte industrial y llegando hasta la Rotonda del Puerto de Oza. Aquí hay 3 kms infaustos, sin nadie excepto los voluntarios de un avituallamiento y donde el olor de una refinería te entra hasta las entrañas. Un chaval de la organización me explicó después que la idea para el futuro, cuando se terminen unas obras en curso (¿2.050, 2.070?), es extender el circuito, quitar esta parte y hacerlo a dos vueltas. Mejorará mucho, lo aseguro. Queramos o no, esta parte son 5 kms (3 insoportable) que, por 3 vueltas, hacen una suma considerable.
Lino me comenta que me acompaña, sobre las 3 horas. Sé que esto no va a ser así, pero no voy a decirle que no. La primera vuelta es para tantear el circuito y pronto constato sus dificultades (para arriesgar a hacer un buen tiempo); sin embargo, me dejo llevar un poco por mi compañero y vamos adelantados al globo de las 3 horas, hablando con unos y otros, saludando por aquí y por allá, especialmente él a espectadores (hará finalmente 2h56'). Sobre el 12, un grupo viene y se pone a nuestra altura; por inercia, se marcha con ellos, lo que agradezco. No me encuentro fino como en otros maratones y a ese ritmo iba a acabar, más pronto que tarde, reventando. Es lo bueno que tiene conocerse, la experiencia (y aprovecho para decirme viejo). Así que pronto busco un ritmo que me sea más cómodo y garantice que el sufrimiento no vaya a ser desmedido. La ventaja adquirida hace que la media todavía la pase por debajo de 1h30' y con el grupo de las sub 3 a mi lado. Fiel a mi nuevo planteamiento no intento seguirlo.
Corriendo ya por debajo de 4'30" en vez de cercano a 4'10", las sensaciones son bien distintas. Sin embargo, mi particular muro vendrá muy pronto, entre el 24 y el 28. La segunda vez que entro en la referida zona industrial, el olor (propagado por el viento) a gas-oil entra en mí produciéndome una terrible sensación: me fumo un cigarro en ese momento y los pulmones me lo agradecen más. Tardará en irse el mal cuerpo y, lo peor, es lo que afecta a la cabeza; sobre todo en ese punto en el que terminas la segunda vuelta y ves tan lejos/tan cerca la meta (a unos metros pero a varios kilómetros). Qué fácil sería quedarse ahí... aunque en ningún momento lo sopeso.
Tras comenzar la 3ª vuelta y salir al paseo, todo vuelve a la normalidad. A pesar de que el cansancio sigue acumulándose, la cabeza ha vuelto a su sitio. Desde aquí todo irá bien, incluso el último paso por el puerto se me hará llevadero, ya con el final en la mente: eso sí, no cambio la pisada pero sí la forma de respirar, no sea que el organismo vuelva a evocar al Golfo Pérsico. La entrada en la Plaza de María Pita bellísima, emotiva y muy animada. El tiempo, 3h05'26" netos. Y quedaba lo peor: tras llegar Ray haciendo su mejor tiempo, vuelta a casa (el máquina no dejó ni de hacer un relevo al volante).
Con algunos cambios, podría ser una maratón más que interesante (a mí me recordó, bastante, a Nápoles); especialmente lo será si los cambios en el recorrido que me explicaron se materializan. Así, incluso podrían llegar a organizar una 1/2 maratón conjunta si ven que el número de corredores comienza a estancarse o declinar: a pesar de haberse anunciado más de 1.000, fueron 787 los entrados en meta, siendo doble campeonato (nacional y autonómico). Y es que está muy lejos y coincide con Madrid para acudir desde otras partes de España. A estas cifras, eso sí, hay que sumar los de la carrera de 10 kms que comenzaba a las 9.00 horas. Además, nivel medio bastante alto, porque por encima de las 4 horas habría poco más de 130 personas, pasando muy espaciadamente los corredores después de las 4h15'.
El circuito a 3 vueltas puede hacerse algo aburrido, sobre todo con unos kms tan deslucidos como los que he citado; y hay que tener en cuenta, que menos un pequeño tramo, todas las calles son de ida y vuelta: se va por un lado de la mediana (o línea de conos) y se vuelve por el otro, cruzándose con la gente. La animación, al hacer buen tiempo, estuvo bien y la organización cumplió con un notable alto: la medalla muy atractiva y avituallamientos de agua e isotónicos en botella (qué desperdicio, la verdad) acompañados de fruta. La base está, ahora creo que deberían ir puliendo algunos aspectos para consolidarse. Por mi parte, acabo la primera parte de la temporada de asfalto. Ahora, a centrarse en el trail, con mayo y sus dos maratones y junio con el GTP 60.
Y marché a la cama tarde...jaja dos días en Coruña y ya hablas como ellos.
ResponderEliminarConozco más o menos la ciudad y me llamó la atención lo de plana, porque en cuanto te alejas de María Pita y el Puerto las calles mires a donde mires tienden a picar.
La pena es que están un poco lejos y tendrán complicado consolidarse pero bueno seguro que lo intentarán.
Un placer leerte como siempre.
Un abrazo.
Carlos, enhorabuena una vez más. Según te leo me acuerdo de algunas cosas, como ese olor a "industria" al final del puerto, jeje.
ResponderEliminarUn gusto volver a coincidir, nos vemos en alguna otra.
Uno más al bote, habrá que hacerlo más tarde o más temprano, aunque eso de 3 vueltas como que no. Será cuando hagan ese cambio.
ResponderEliminarSalu2 y enhorabuena, nos vemos en Alcoy.