La primera vez que supe de Javi Sanz fue cuando realizando búsquedas sobre maratones, hace ya años, me encontré con su blog, Javi Sanz: coleccionista de maratones.
Por supuesto, como muchos otros, quedé maravillado con el historial que
tenía, resultando difícil no liberar la mente e imaginarte corriendo
por algunos de los lugares que él describía. No voy a esconder que parte
de lo que he hecho después en el mundillo atlético lo debo a este
descubrimiento, así como al hecho de conocer luego a otros amigos suyos
(Quique, David...). Con el tiempo, eso sí, me he dado cuenta de algo
importante: Javi podría haber corrido en los lugares en los que lo ha
hecho y en muchos más, pero lo que realmente le envidio es la calidad
humana que atesora y que minimiza esa extraordinaria vitrina repleta de
medallas de finisher.
El grupo, mirando a dos cámaras |
Pero
fue entonces cuando Javi Sanz decidió sacar adelante esta idea de la
Maratón Misteriosa, a la que tardé segundos en sumarme. En principio
sería para la segunda mitad de julio, con lo que descansaba un poquillo
de Peñalara. Como su nombre indicaba, pasaba el tiempo y nada sabíamos;
sólo que la idea seguía en pie. No ha sido hasta algo menos de dos meses
antes cuando se decía que nos apuntáramos los que estuvieran
interesados y se confirmaba el día 21 de julio. Y seguía el misterio.
Después apareció el recorrido, que al parecer era durillo. De durillo,
una vez que lo pasé a wikiloc y vi el desnivel, pasó a duro. Y al
hacerlo sobre el terreno, quedó calificado de manera definitiva como "duro de cojones".
Perdón por la expresión, pero fue la más usada. De justicia reconocer
que, además, es precioso.
A grandes rasgos, puede describirse de la siguiente manera. Se parte de Trescasas, la localidad donde vivía la familia del organizador y donde tiene una maravillosa Casa Rural (http://www.casadeltiotelesforo.com/).
Tras una vuelta por el pueblo, se toma la carretera que lleva a Segovia
y una vez en la parte baja de la misma se sube hasta el Alcázar y la Plaza Mayor,
descendiendo hasta el Acueducto. De aquí se toma la calle
que desemboca en la carretera de La Granja y que en unos 7 kms lleva a esta. Se toma la carretera de Valsaín hasta llegar a un restaurante donde se da la vuelta para volver sobre nuestros pasos. Nuevamente en La Granja, se recorren los jardines antes de tomar la carretera que une San Ildefonso con Tres Casas, donde en el mismo lugar de inicio, concluye.
No queriendo que se le fuera de las manos, el número de participantes fue de 24, debido a una baja de última hora. Además, alguno tenía pensado hacer sólo una parte del recorrido, por lo que los que concluimos la prueba fuimos 21. En entrevista radiofónica previa, el organizador había afirmado que bastantes de los apuntados eran "maratonianos empedernidos". Él mismo completaría su prueba de esta distancia nº 74, pero había algún corredor con más de 100 en sus piernas (Antonio Huerta y Javi Martín). Algún ultramaratoniano como Miguel Campos y rostros habituales de carreras de larga distancia como Idoia Esnaola (la única fémina), el gran Javi Muñoz o Teo.
También los representantes de dos foros: el de Carreras Populares, del que Javi Sanz es el "presi" (con José Manuel, Angelín y Gerardo) y el de Forofos del Running con Marengo, Rapha, Cheve, Jorge y Patxi, al que "engañaron" para hacer más distancia de la media que tenía prevista (al final hizo 30... llegando directo del trabajo). Amigos del anfitrión (como el fenomenal José Luis y Antonio) y de unos y otros completaban el elenco. El bueno de Ray, que este año está llevando a cabo cosas que hasta hace poco hubiera calificado de imposibles de haber pensado en ellas, era nuevamente "engañado" y también nos honraba con su presencia y la de su familia. Así que el sábado visitamos Segovia y La Granja y, de paso, anduvimos por parte del recorrido (yo era uno de los matchmakers de la carrera) para no perdernos al día siguiente. Por cierto, la ciudad nos recibió igual que la dejamos a mediados de marzo cuando corrimos la media: lloviendo. Afortunadamente, tras un par de grandes chaparrones, el cielo, aunque amenazante, nos dejó disfrutar de la ciudad.
Tras las presentaciones y saludos, una buena y abundante cena y a descansar. Al día siguiente, desayuno a las 6 horas y a esperar al resto de participantes. La carrera comenzaba a las 8 y Javi volvía a sorprender con unos dorsales personalizados (perdón, Calducho) que le habían regalado. No había avisado a las autoridades, por lo que había que ir con cuidado con el tráfico. En principio, se formarían 3 grupos, que responderían más o menos (tirando a más, por dureza del recorrido y temperaturas previstas) a 3h30, 4 horas y 4h30'. Avituallamientos cada 5 kms con agua y, a partir del 25, isotónicos. Aquí hay que agradecer la ilusión de la familia y amigos de Javi, así como a las mujeres de algunos de los participantes que también aportaron su granito de arena (al igual que Marisa con las fotos). Y mención especial, cómo no, para Luis Barba y Marga, dos anfitriones (maravillosos) más.
La salida, sorpresa y lujazo, era dada por Agustín Fernández, campeón de España de Maratón en 1974, quien todavía sale a correr y que me dijo era natural... de Herencia, pueblo a 23 kms del mío. Tras alguna consulta, vi que la mayoría de la gente se concentraba en el grupo de las 4 horas, prácticamente quedando solo para las 3h30 prevista. Aunque me vi tentado de hacer como aquellos corredores que se ven en los mundiales de atletismo que atacan en el km 1 y se van solos para luego desfallecer, se trataba de disfrutar; y en grupo y charlando con unos y otros, se pasa mejor (aunque sé que también hubiera disfrutado de lo lindo a lo "corredor ecuatoriano", como diría Javi Martín). Por lo tanto, se formaron dos grupos desde el principio y fuimos, entre charla y charla, recorriendo los primeros 10 kilómetros, casi todos ellos de bajada, con destino a Segovia.
Al llegar a los arrabales de la impresionante ciudad, comienzan los primeros y duros repechos. Tras un pequeño descenso, afrontamos la subida que nos llevará primero al Alcázar y de aquí a la Plaza Mayor. Junto con Rapha, el chaval originario de Francia que da carácter internacional a la prueba (y que viene, el animal, de correr un maratón de montaña con salida y meta en La Granja... el domingo anterior) encabezamos la carrera, aunque pronto se nos une Teo. Un placer correr por el centro de Segovia, prácticamente sin tráfico y a una hora en la que los turistas comienzan a moverse; nos regodeamos, por tanto, bajando en dirección al Acueducto.
Desde aquí, la carretera se empina nuevamente. Cuando salgamos de la ciudad para coger la carretera y disfrutemos de un llano seguido de una pequeña bajada, el grupo vuelve a unirse. En este momento transitamos por el carril bici y ya se va hablando menos. Pronto vuelve la subida, que se agudizará acercándonos a San Ildefonso. Cheve, resfriado (y con 3 maratones en 5 semanas o una brutalidad así) y Rapha, con los que habíamos hecho un pequeño grupo en la subida Teo y yo, se quedan unos metros. En el avituallamiento del km 25, ya se han hecho más grupos. Mi compañero empieza a acelerar el ritmo, aunque casi todo el tiempo vamos charlando. Recuerdo que aquí fue donde me perdí en el Gran Trail de Peñalara.
Tras hacer el recorrido de ida y vuelta (con una cuesta por camino que repetimos porque Teo dice "que es más bonito") a la Pradera de Valdehorno, entraremos en lo que es la Granja y sus jardines. El personal está a la sombra y se sorprenden cuando entramos los dos con nuestros dorsales y a buen ritmo (no ponen ninguna queja). El paso por aquí es estremecedor, entre fuentes, árboles... y terribles cuestas. Cuando llegamos al Estanque (o El Mar) respiramos y comenzamos la bajada. Le digo a mi compañero que aunque demos un poquillo de vuelta, si quiere podemos ir por un sitio que sale al Palacio. Está de acuerdo, por lo que debemos subir y bajar escaleras, pero los sentidos lo agradecen. Cuando salimos, la mujer que está encargada de vigilar la puerta de los jardines nos saluda y anima.
Estamos sobre el km 33 y ya tomamos la carretera que lleva de San Ildefonso a Trescasas. Al principio bajamos un poquillo, pero en el avituallamiento del 35 comienza lo peor ("el repecho de cojones", que dijo Luis Barba mientras nos ofrecía agua e isotónicos). La verdad es que es un repecho y algo más, porque cuando crees que has superado el tramo de mayor inclinación, sigues subiendo. El tiempo ha respetado, incluso ha llovido sin haber nubes, pero ya hace bastante calor (30º, aproximadamente) y no hay sombras. Para rematar, Teo no hace nada más que acelerar y me va a hacer hasta forzar más de lo que tenía pensado. Cuando llegamos al cruce con el pueblo, el final abierto. Se había previsto que según como fuéramos de kilometraje (o de fuerzas) se daría una vuelta o se iría recto a meta. Como vamos bien, recorremos otra vez el inicio, como se tenía previsto. Entramos juntos en 3h41'.
Mientras reponemos fuerzas, van llegando los compañeros (cada uno casi habiendo realizado un final), charlamos y se van dando un bañito reparador. Yo espero a que llegue Ray. Entre el finisher previo y él hay un tiempo un poco elevado, por lo que me quedo para que su familia (Marisa y las niñas) no se preocupen: es otra cosa si la gente va pasando cada pequeños intervalos. Finalmente llega pletórico, saludando desde la distancia. Cuando Julio y Gerardo llegan en 5h35', reciben una de las ovaciones más emotivas que recuerdo, por parte de todos los participantes y ayudantes. Julio, también inconsciente, sólo había corrido una maratón anteriormente y vino a esta "persuadido" por su amigo Gerardo. En este tipo de pruebas, como en el Boedo o "locuras maravillosas y necesarias" así, es donde realmente te haces maratoniano, donde corres casi en soledad.
Aunque la carrera había sido gratuita, recibimos camiseta conmemorativa y un bonito trofeo (para guardar imperdibles), que se unen a la simpatía y hospitalidad de la organización. El final de fiesta, para los que pudieran quedarse, es una comida donde me castigo con cordero. Sólo espero que haya alguna edición más, para volver a reunirme con amigos y para que algún lesionado, como Angelín o Patxi Mechas, puedan concluirla. Cuando uno ya hace una cantidad respetable de pruebas de larga distancia, corre mucho tiempo solo, en asfalto y montaña, y llega un momento en el que se adapta bien a la distancia (cosa diferente a dominar este potro salvaje y desbocado que es la maratón, más aprecia este tipo de pruebas frente a otras multitudinarias. Mi siguiente maratón, respondiendo a una invitación realizada en el curso del fin de semana, posiblemente sea en pista de atletismo.
Gracias a todos por hacerme copartícipe de este fin de semana y especialmente a Javi Sanz por ir a contracorriente de los tiempos ingratos en los que vivimos.
Uno de los monumentos señeros del maratón |
Plaza Mayor y Catedral, un punto del recorrido |
Tras las presentaciones y saludos, una buena y abundante cena y a descansar. Al día siguiente, desayuno a las 6 horas y a esperar al resto de participantes. La carrera comenzaba a las 8 y Javi volvía a sorprender con unos dorsales personalizados (perdón, Calducho) que le habían regalado. No había avisado a las autoridades, por lo que había que ir con cuidado con el tráfico. En principio, se formarían 3 grupos, que responderían más o menos (tirando a más, por dureza del recorrido y temperaturas previstas) a 3h30, 4 horas y 4h30'. Avituallamientos cada 5 kms con agua y, a partir del 25, isotónicos. Aquí hay que agradecer la ilusión de la familia y amigos de Javi, así como a las mujeres de algunos de los participantes que también aportaron su granito de arena (al igual que Marisa con las fotos). Y mención especial, cómo no, para Luis Barba y Marga, dos anfitriones (maravillosos) más.
Momento de la salida con Agustín al fondo |
Al llegar a los arrabales de la impresionante ciudad, comienzan los primeros y duros repechos. Tras un pequeño descenso, afrontamos la subida que nos llevará primero al Alcázar y de aquí a la Plaza Mayor. Junto con Rapha, el chaval originario de Francia que da carácter internacional a la prueba (y que viene, el animal, de correr un maratón de montaña con salida y meta en La Granja... el domingo anterior) encabezamos la carrera, aunque pronto se nos une Teo. Un placer correr por el centro de Segovia, prácticamente sin tráfico y a una hora en la que los turistas comienzan a moverse; nos regodeamos, por tanto, bajando en dirección al Acueducto.
Desde aquí, la carretera se empina nuevamente. Cuando salgamos de la ciudad para coger la carretera y disfrutemos de un llano seguido de una pequeña bajada, el grupo vuelve a unirse. En este momento transitamos por el carril bici y ya se va hablando menos. Pronto vuelve la subida, que se agudizará acercándonos a San Ildefonso. Cheve, resfriado (y con 3 maratones en 5 semanas o una brutalidad así) y Rapha, con los que habíamos hecho un pequeño grupo en la subida Teo y yo, se quedan unos metros. En el avituallamiento del km 25, ya se han hecho más grupos. Mi compañero empieza a acelerar el ritmo, aunque casi todo el tiempo vamos charlando. Recuerdo que aquí fue donde me perdí en el Gran Trail de Peñalara.
Tras hacer el recorrido de ida y vuelta (con una cuesta por camino que repetimos porque Teo dice "que es más bonito") a la Pradera de Valdehorno, entraremos en lo que es la Granja y sus jardines. El personal está a la sombra y se sorprenden cuando entramos los dos con nuestros dorsales y a buen ritmo (no ponen ninguna queja). El paso por aquí es estremecedor, entre fuentes, árboles... y terribles cuestas. Cuando llegamos al Estanque (o El Mar) respiramos y comenzamos la bajada. Le digo a mi compañero que aunque demos un poquillo de vuelta, si quiere podemos ir por un sitio que sale al Palacio. Está de acuerdo, por lo que debemos subir y bajar escaleras, pero los sentidos lo agradecen. Cuando salimos, la mujer que está encargada de vigilar la puerta de los jardines nos saluda y anima.
Estamos sobre el km 33 y ya tomamos la carretera que lleva de San Ildefonso a Trescasas. Al principio bajamos un poquillo, pero en el avituallamiento del 35 comienza lo peor ("el repecho de cojones", que dijo Luis Barba mientras nos ofrecía agua e isotónicos). La verdad es que es un repecho y algo más, porque cuando crees que has superado el tramo de mayor inclinación, sigues subiendo. El tiempo ha respetado, incluso ha llovido sin haber nubes, pero ya hace bastante calor (30º, aproximadamente) y no hay sombras. Para rematar, Teo no hace nada más que acelerar y me va a hacer hasta forzar más de lo que tenía pensado. Cuando llegamos al cruce con el pueblo, el final abierto. Se había previsto que según como fuéramos de kilometraje (o de fuerzas) se daría una vuelta o se iría recto a meta. Como vamos bien, recorremos otra vez el inicio, como se tenía previsto. Entramos juntos en 3h41'.
Mientras reponemos fuerzas, van llegando los compañeros (cada uno casi habiendo realizado un final), charlamos y se van dando un bañito reparador. Yo espero a que llegue Ray. Entre el finisher previo y él hay un tiempo un poco elevado, por lo que me quedo para que su familia (Marisa y las niñas) no se preocupen: es otra cosa si la gente va pasando cada pequeños intervalos. Finalmente llega pletórico, saludando desde la distancia. Cuando Julio y Gerardo llegan en 5h35', reciben una de las ovaciones más emotivas que recuerdo, por parte de todos los participantes y ayudantes. Julio, también inconsciente, sólo había corrido una maratón anteriormente y vino a esta "persuadido" por su amigo Gerardo. En este tipo de pruebas, como en el Boedo o "locuras maravillosas y necesarias" así, es donde realmente te haces maratoniano, donde corres casi en soledad.
Aunque la carrera había sido gratuita, recibimos camiseta conmemorativa y un bonito trofeo (para guardar imperdibles), que se unen a la simpatía y hospitalidad de la organización. El final de fiesta, para los que pudieran quedarse, es una comida donde me castigo con cordero. Sólo espero que haya alguna edición más, para volver a reunirme con amigos y para que algún lesionado, como Angelín o Patxi Mechas, puedan concluirla. Cuando uno ya hace una cantidad respetable de pruebas de larga distancia, corre mucho tiempo solo, en asfalto y montaña, y llega un momento en el que se adapta bien a la distancia (cosa diferente a dominar este potro salvaje y desbocado que es la maratón, más aprecia este tipo de pruebas frente a otras multitudinarias. Mi siguiente maratón, respondiendo a una invitación realizada en el curso del fin de semana, posiblemente sea en pista de atletismo.
Gracias a todos por hacerme copartícipe de este fin de semana y especialmente a Javi Sanz por ir a contracorriente de los tiempos ingratos en los que vivimos.
Gracias Carlos por la crónica!
ResponderEliminarA todos vosotros por el fin de semana.
EliminarCarlos, escribes tan bien como corres!!! Fue un placer de maratón y poder compartirla con mákinas como tú... qué pena haber estado tan pachucho porque me hubiera encantado haber compartido más km contigo y Teo... pero el domingo estábais muy muy fuertes. Enhorabuena por esa carreraza... y con muchas ganas de volver a compartir otra maratón contigo!!!. Cheve
ResponderEliminarEres un figura: enfermo y con todo lo que llevabas detrás. Y a veces acelerando....
EliminarUn verdadero placer y seguro que repetimos.
Muchas gracias Carlos, has escrito una crónica "de cojones".
ResponderEliminarYa sabes donde tienes tu casa.
Muchas gracias, Luis. Si repetimos hay que buscar otro para los avituallamientos y tú corres con nosotros.
EliminarBuena crónica, con tan buenos parajes y tanta gente conocida da mucha envidia, también por la comilona posterior de la que no has hablado. En fin, esperemos que siga celebrándola más años.
ResponderEliminarMaldito don de la ubicuidad, que todavía no lo tienes perfeccionado.
EliminarSeguro que puedes correrlo en otra ocasión. Te gustará y es una prueba que te merece.
Maravillosa crónica Carlos. De las buenas, como la carrera y quien la organizó (y todos los que colaboraron).
ResponderEliminarY los judiones estaban de muerte.
La comida fue reparadora, casi como la experiencia. Como decías en otro lugar, la ovación final fue impresionante. ¿Quieres creer que hasta a mí me puso la piel de gallina?
EliminarUn abrazo, campeón.
Menudo día, carrera, corredores y un gran fin de fiesta... esto hay que repetirlo..
ResponderEliminarPor supuesto, Julio. De una manera u otra, volvemos a repetir experiencia.
EliminarSaludos
Como siempre, un placer leer tu crónica y más viéndote en esta ocasión, acompañado por tan buena gente.
ResponderEliminarA ti igual te da correr con muchos que con pocos, con recorrido duro de cojones o facilito, con o sin lluvia...eres un grande del correr, vayas donde vayas.
Felicidades. Espero que haya más ediciones e ir para allí algún año.
Besitos.