Y llegó el momento de hablar de uno de los más grandes (gracias, Bego): el peculiar Sir Alfred Hitchcock. Se podrían llenar páginas sobre anécdotas, aspectos de su personalidad.... pero hablaré de sus películas. Bueno, de algunas de sus películas; de mis 10 preferidas (listado que, de visionar seguidas todas de nuevo, seguro que sufríría algún cambio).
Como cualquier listado, no es tarea fácil. Hitchcock dirigió 54 películas más una versión (más bien remake) de una de ellas Murder, en alemán y con actores de ese país y una película inacabada de reciente descubrimiento anterior a toda su producción (1922). Estos filmes se extienden desde 1925 hasta 1976, primeros silentes y luego sonoros; al principio interesantes y después aumentando la calidad de los mismos, que llegaría a magistral en Hollywood.
Como decía, aunque el británico no es el director que más obras maestras tenga (honor que yo haría recaer en el nipón Akira Kurosawa, que deberá tener su entrada), elegir 10 presenta dificultad. Y, así, he tenido que dejar fuera títulos de excelente nivel como 39 escalones, Náufragos, La sombra de una duda o Los pájaros. No, no me he olvidado de ellos (sólo me falta por ver la incompleta a la que he aludido y el resto de la filmografía la tengo en casa); sólo que prefiero,o eso creo hoy, otros.
Quizá otro día haya que hablar sobre su producción televisiva, que también fue un ejemplo a seguir. Pero ahora, vamos a recordar algo sobre el llamado maestro del suspense.
10- La soga (The Rope, 1948)
Película que tuvo una acogida fría y que ha ido ganando adeptos con el tiempo. Incluso, cuando la vi por primera vez no era tan valorada como lo es hoy en día. Hitchcock se basó en una obra de teatro que, a su vez, recogía al parecer un hecho real.
Ante todo, se trata de un ejercicio técnico, ya que está rodada en 10 tomas de unos 8 minutos cada una (lo que duraba un rollo). El cambio, para hacerse menos visible, se ejecuta cuando un sombrero tapa el objetivo, alguien se pone delante de la cámara, etc. lo que contribuye a que parezca toda ella rodada en un solo plano secuencia en tiempo real.
Es de las únicas obras del maestro inglés en la que la mujer no tiene un papel preponderante e, incluso, subyace en todo momento una base homosexual (si bien más sucinta que en la obra original). Fetichismo, Nietszche, crimen perfecto.... se conjugan de forma magistral, junto a buenas interpretaciones por parte de los dos estudiantes que idean todo (John Dall, Farley Granger) y excepcional de James Stewart como su profesor.
La obra más teatral del director que, por casualidades de la vida (casualmente el director era un maestro) se convierte en un ejercicio de precisión cinematográfica. Por supuesto, para meter al arcón que sirve como mesa al que la vea en versión doblada.
9- Alarma en el expreso (The Lady Vaneshes, 1938)
De esta película ya comenté algo en la entrada Viajeros al tren. Hitchcock comienza a alcanzar la mayoría de edad cinematográfica sobre 1934 (había nacido en 1899), cuando hace la primera versión de El hombre que sabía demasiado y, al año siguiente, 39 escalones. En esta última se da cita uno de los recurrentes de su temática: el hombre que, sin buscarlo ni quererlo, se ve envuelto en un grave conflicto al que termina por enfrentarse.
Alarma en el expreso se sitúa en un país centro-europeo imaginario donde los pasajeros de un tren deben pasar una noche en un hotel por problemas causados por la nieve. Allí coinciden una joven rica, una agradable anciana y un músico de procedencia humilde. Al seguir a la mañana siguiente el viaje, la anciana acabará desapareciendo y la pareja (que en un principio, lógicamente, se odia) querrá resolver el aparante misterio.
Para mí, la mejor película de la etapa inglesa del maestro, con una buena química entre Margaret Lockwood y Michael Redgrave y en la que se saca el máximo jugo posible al principal escenario: el tren. El estilo era cada vez más depurado y sólo haría una película más antes de viajar a Hollywood. Esa película era la no excesivamente lograda La Posada de Jamaica, con el gran Charles Laughton. De las relaciones de este con Hitchcock, baste decir que llegó a dar un consejo: "No hagas nunca una película con animales, niños ni Charles Laughton".
8.- Crimen perfecto (Dial M for murder, 1954)
Curiosamente, esta película fue rodada en 3D, que por aquel entonces tuvo su primer momento de gloria. Se basaba en una obra de teatro para TV (emitida por la BBC) que después se estrenó en los escenarios. De ahí que tenga una localización principal y algún set secundario y cuente con pocos personajes. Pero no hace falta más.
Todos conocemos el inicio, esa escena magistral y Grace Kelly echando mano de las tijeras. En la película, este es uno de los objetos que se convierten en un protagonista más, pero no el único: las medias, las llaves... Es la primera colaboración de Kelly con Hitchcock, su actriz preferida y la más deseada, para él, de sus rubias. A destacar la música, aquí de Dimitri Tiomkin, uno de los grandes.
Además de la Kelly, destacar a Robert Cummings y al gran Ray Milland. En 1998 sufrío un remake tan innecesario como lamentable, cuyos responsables merecerían haber recibido un buen tijeretazo sin efecto especial alguno.
7.- Extraños en un tren (Strangers on a train, 1951)
Extraordinaria adaptación, aunque con importantes cambios, de la novela de Patricia Highsmith, que cuenta como durante un viaje en tren un tenista de fama que ama a una mujer que no es su esposa, es abordado por un desconocido que le propone un doble crimen. El mata a la mujer del jugador y este debe acabar con su madre.
El personaje del tenista (Guy, interpretado por Farley Granger) difiere del de la novela y es, quizá, el único error, aunque hubiera sido demasiado atrevido para los estudios en aquella época. Por su parte, Bruno (excepcional Robert Walker) se come la función: trastornado, con complejo edípico, homosexual no confeso ni quizá consciente, narcisista.... Así, cumplirá su parte del "trato" y pedirá la contrapartida, lo que llevará a otro de los temas recurrentes en la cinematografía del inglés: el inocente que es acusado de un crimen.
La película contiene 2-3 escenas memorables, como cuando Bruno pierde el control en la fiesta, la escapada durante el partido de tenis y la final, donde se comentó que el hombre al cargo del Tío Vivo no era un extra y si se hubiera levantado (fallo técnico) hubiera muerto en realidad.
6.- Rebeca (Rebecca, 1940)
"Anoche soñé que volvía a Manderley"
Para su primera película en USA, Hitchcock adaptó una novela de Daphne Du Murier que relata como un inglés viudo pronto contrae nuevo matrimonio, con una chica de condición humilde a la que lleva a vivir a su mansión.... MANDERLEY. Pronto, esta quedará convencida de que no está a la altura de su precedente, a la que su marido no puede olvidar (ni el ama de llaves, claro está).
Con los suficientes medios, era una producción de O'Selznick, Hitchcock consigue su primera gran obra maestra y la única película suya que ganó el Óscar. El de director fue a manos de John Ford, por la todavía mejor Las uvas de la ira; ese año había 10 nominadas, con otros títulos como La Carta, Historia de Filadelfia o El gran dictador, además de otro título del británico, Enviado especial (la misma calidad que ahora...)
Rebeca cuenta con excelentes interpretaciones de Laurence Olivier (que estuvo el rodaje entero enfadado con todos por no haber sido elegida para hacer de su esposa su pareja en la vida real, Vivien Leight), la guapísima Joan Fontaine y de Judith Anderson (como ama de llaves), a quien el director sacó todo el partido posible; incluso recomendándole que evitara parpadear, lo que influyó en la maravillosa e intrigante composición del personaje.
En España tuvo tanto éxito que el tipo de jersey que la Fontaine luce en varias escenas de la película pasó a llamarse así: rebeca.
5.- La ventana indiscreta (Rear Window, 1954)
Sentido homenaje de Hitchcock al voyeurismo, afición que según algunas fuentes también compartía. Y a la ingerencia en la vida de los demás, algo en lo que el 95% de la población es realmente experta. Claro que si lo hace James Stewart hasta resulta simpático.
Otra película con escenarios muy reducidos (aquí el apartamento en el Greenwich Village y lo que desde él se ve) y en la que el director muestra toda su maestría. Nuevamente el relato le sirve para presentar a un hombre normal que se ve envuelto en una extraordinaria situación: comienza a creer que ha habido un asesinato en uno de los pisos que habitualmente espía desde su ventana.
Stewart, obviamente, se luce; y también luce atributos cinematográficos, y físicos, la preciosa Grace Kelly, aquí en un papel bastante atrevido para su supuesta candidez (que al parecer no era tal, según fuentes no silenciadas por el poder real, y según comportamientos de su descendencia femenina). A destacar, también, Thelma Ritter y Raymond Burr (futuro Perry Mason). Obra maestra sin discusión.
4.- Encadenados (Notorius, 1946)
Esta es una película con toques de suspense, drama y comedia en una temática de espionaje sobre refugiados nazis. Y es una película romántica, también. Pero ante todo es otra obra maestra. Cary Grant y Bergman hacían su segunda colaboración con el director y primera en la que coincidían; desde luego, hay química entre ellos. Aunque quien robe la función sea el soberbio Claude Rains, uno de los mejores actores de reparto de la historia (Robín de los Bosques, Caballero sin espada, Casablanca, El halcón del mar...).
De un conjunto sobresaliente, podríamos citar la famosa escena de amor en el despacho, con movimientos de cámara y diversos ángulos que la convertían en la más larga de la historia, de esa temática, hasta el momento. También toda la escena de la bodega, a la que rindió homenaje Woody Allen en Scoop, y el momento en el que Dvlin (Grant) saca a Alicia (Bergman) de la mansión de Sebastian (Rains).
Otra película con escenarios muy reducidos (aquí el apartamento en el Greenwich Village y lo que desde él se ve) y en la que el director muestra toda su maestría. Nuevamente el relato le sirve para presentar a un hombre normal que se ve envuelto en una extraordinaria situación: comienza a creer que ha habido un asesinato en uno de los pisos que habitualmente espía desde su ventana.
Stewart, obviamente, se luce; y también luce atributos cinematográficos, y físicos, la preciosa Grace Kelly, aquí en un papel bastante atrevido para su supuesta candidez (que al parecer no era tal, según fuentes no silenciadas por el poder real, y según comportamientos de su descendencia femenina). A destacar, también, Thelma Ritter y Raymond Burr (futuro Perry Mason). Obra maestra sin discusión.
4.- Encadenados (Notorius, 1946)
Esta es una película con toques de suspense, drama y comedia en una temática de espionaje sobre refugiados nazis. Y es una película romántica, también. Pero ante todo es otra obra maestra. Cary Grant y Bergman hacían su segunda colaboración con el director y primera en la que coincidían; desde luego, hay química entre ellos. Aunque quien robe la función sea el soberbio Claude Rains, uno de los mejores actores de reparto de la historia (Robín de los Bosques, Caballero sin espada, Casablanca, El halcón del mar...).
De un conjunto sobresaliente, podríamos citar la famosa escena de amor en el despacho, con movimientos de cámara y diversos ángulos que la convertían en la más larga de la historia, de esa temática, hasta el momento. También toda la escena de la bodega, a la que rindió homenaje Woody Allen en Scoop, y el momento en el que Dvlin (Grant) saca a Alicia (Bergman) de la mansión de Sebastian (Rains).
La actriz sueca todavía tendría una colaboración más con Hitchcock antes de ir a ponerse al servicio, sentimental y artístico, de Roberto Rossellini. Grant, en total, aparecería en 4 películas del director.
3.- Psicosis (Psycho, 1960)
Hitchcock acuñó la expresión macguffin, que era una excusa argumental que hace que la historia avance, aunque dicha excusa no tenga relevancia por sí misma. Quizá el mejor ejemplo sea en esta película: el robo del dinero vale para llevar al personaje protagonista al motel regentado por Norman Bates (y por su señora madre, claro está).
El director tomó una novelita de Robert Bloch para construir una película legendaria que podríamos decir iniciaba el género de psycho-killers y cambiaba el del terror tradicional, más basado en brujas, monstruos, etc. Además, ha sido copiada en mil ocasiones y no sólo por sus horrorosas (y no por el terror que puedan producir) secuelas o aquella copia de Gus van Sant, quien hubiera merecido estar en la ducha en vez de Janet Leight y que la sangre que se va por el desagüe fuera la suya y real.
Hoy lo podemos ver de otra forma o no llegar a comprenderlo, pero la genialidad principal de la película responde a una idea fija del genio británico. Dudó si prepararla para TV o para cine, decantándose por esta segunda opción pero con el equuipo con el que hacía las primeras, buscando en todo momento la austeridad y huyendo de las grandes producciones; hasta eligió por esto y por el toque especial que podía dar, el B/N en vez del color. Además, sólo usó un rostro famoso (Vera Miles no era una estrella, ni mucho menos), Janet Leight....que es brutalmente asesinada a la media hora de la película. La gente en su butaca quedaba perpleja: han matado a la protagonista, todo puede pasar.
A destacar (por encima del resto, más que excelente), la música de Bernard Herrmann, la escena de la ducha y la de la muerte en las escaleras del detective Milton Arbogast (Martin Balsam).
2.- Con la muerte en los talones (North by Northwest, 1959)
El mencionado tópico del cine del autor en el que un hombre normal se ve metido en problemas sin comprender por qué, se junta aquí con la mejor tradición de su etapa inglesa (acción, persecución y humor) para dar lugar a este fenomenal filme. Otro de los muy frecuentemente homenajeados o, directamente, copiados.
Todo encaja a la perfección, con un guión frenético que hace que los casi 140 minutos de película pasen rápidos. Además de un Cary Grant con canas pero perfecto, a su lado se encuentra (bellísima) Eva Marie Saint y la magnífica Jessie Royce Landis en el rol de su madre. Y cuenta con dos villanos de lujo, donde Martin Landau es el brazo ejecutor de James Mason, una vez más grandioso.
En resumen, toda una sucesión de escenas memorables: el regreso a la casa donde lo habían emborrachado, la genial subasta, cuando se escapa en toalla, el asesinato en el edificio de la ONU (que fue reconstruido en decorado, pues no se dejó grabar allí), Roger perseguido por la avioneta....
Aquí, el censor encargado de los títulos, alcanzó su particular momento de gloria (seguro que tendría otro cuando tras la muerte de Franco inventaría que había corrido delante de los grises y cosas así, como el común de los mortales de la época sigue inventando) al inventar el épico nombre; sin embargo, no percibió como "peligrosa" aquella escena en la que, en el tren, los dos protagonistas en el coche-litera van a besarse y en ese momento el tren entra en el túnel (obviamente un referente del coito). En fin...
1.- Vértigo (Vertigo, 1958)
También llamada en España, no sé si por el mismo tipo de antes, De entre los muertos; para explicar bien de qué va la película, porque le debió parecer un poco rarita. Amalgama de géneros, entre ellos el negro, que no son sino excusas para que el genio muestre todo tipo de perversiones y miedos, siendo quizá su obra más personal (aunque proceda de una novela). Aquí la acrofobia, lo del detective, una trama con fallos clamorosos... no son sino macguffins que permiten llevarnos a lo importante: la enfermiza historia de amor en la que Scottie se ve envuelto y que se torna en la segunda parte del metraje en necrofilia. Así era el inglés, capaz de regalarle a la niña de Tippi Hedren, otro de sus grandes amores imposibles, un ataud por su, creo, 5º cumpleaños (la niña quedaría tan marcada que de mayor tuvo que ir al médico cada poco tiempo. Al médico cirujano, pues se trataba de Melanie Griffith).
Hitckcock cuenta aquí con una maravillosa Kim Novak, la mejor "rubia" desde su adorada Grace Kelly: la cámara (= el mismo director) la sigue y persigue, se desliza por su cuerpo y rostro, la desea. En ningún personaje masculino de su filmografía hay tanto del director (miedos y obsesiones) como en este, protagonizado por un majestuoso James Stewart.
Impresionante, también, la atmósfera de reminiscencias oníricas, con la excelente fotografía de Burks en la que abundan los verdes y rojos y la, una vez más, excelente BSO de Herrmann. Y los inquietantes y novedosos títulos de crédito... Y, cómo no, esa escena del beso y la cámara que gira envolviéndolos. Y..... y voy a verla otra vez en cuanto pueda.
3.- Psicosis (Psycho, 1960)
Hitchcock acuñó la expresión macguffin, que era una excusa argumental que hace que la historia avance, aunque dicha excusa no tenga relevancia por sí misma. Quizá el mejor ejemplo sea en esta película: el robo del dinero vale para llevar al personaje protagonista al motel regentado por Norman Bates (y por su señora madre, claro está).
El director tomó una novelita de Robert Bloch para construir una película legendaria que podríamos decir iniciaba el género de psycho-killers y cambiaba el del terror tradicional, más basado en brujas, monstruos, etc. Además, ha sido copiada en mil ocasiones y no sólo por sus horrorosas (y no por el terror que puedan producir) secuelas o aquella copia de Gus van Sant, quien hubiera merecido estar en la ducha en vez de Janet Leight y que la sangre que se va por el desagüe fuera la suya y real.
Hoy lo podemos ver de otra forma o no llegar a comprenderlo, pero la genialidad principal de la película responde a una idea fija del genio británico. Dudó si prepararla para TV o para cine, decantándose por esta segunda opción pero con el equuipo con el que hacía las primeras, buscando en todo momento la austeridad y huyendo de las grandes producciones; hasta eligió por esto y por el toque especial que podía dar, el B/N en vez del color. Además, sólo usó un rostro famoso (Vera Miles no era una estrella, ni mucho menos), Janet Leight....que es brutalmente asesinada a la media hora de la película. La gente en su butaca quedaba perpleja: han matado a la protagonista, todo puede pasar.
A destacar (por encima del resto, más que excelente), la música de Bernard Herrmann, la escena de la ducha y la de la muerte en las escaleras del detective Milton Arbogast (Martin Balsam).
2.- Con la muerte en los talones (North by Northwest, 1959)
El mencionado tópico del cine del autor en el que un hombre normal se ve metido en problemas sin comprender por qué, se junta aquí con la mejor tradición de su etapa inglesa (acción, persecución y humor) para dar lugar a este fenomenal filme. Otro de los muy frecuentemente homenajeados o, directamente, copiados.
Todo encaja a la perfección, con un guión frenético que hace que los casi 140 minutos de película pasen rápidos. Además de un Cary Grant con canas pero perfecto, a su lado se encuentra (bellísima) Eva Marie Saint y la magnífica Jessie Royce Landis en el rol de su madre. Y cuenta con dos villanos de lujo, donde Martin Landau es el brazo ejecutor de James Mason, una vez más grandioso.
En resumen, toda una sucesión de escenas memorables: el regreso a la casa donde lo habían emborrachado, la genial subasta, cuando se escapa en toalla, el asesinato en el edificio de la ONU (que fue reconstruido en decorado, pues no se dejó grabar allí), Roger perseguido por la avioneta....
Aquí, el censor encargado de los títulos, alcanzó su particular momento de gloria (seguro que tendría otro cuando tras la muerte de Franco inventaría que había corrido delante de los grises y cosas así, como el común de los mortales de la época sigue inventando) al inventar el épico nombre; sin embargo, no percibió como "peligrosa" aquella escena en la que, en el tren, los dos protagonistas en el coche-litera van a besarse y en ese momento el tren entra en el túnel (obviamente un referente del coito). En fin...
1.- Vértigo (Vertigo, 1958)
También llamada en España, no sé si por el mismo tipo de antes, De entre los muertos; para explicar bien de qué va la película, porque le debió parecer un poco rarita. Amalgama de géneros, entre ellos el negro, que no son sino excusas para que el genio muestre todo tipo de perversiones y miedos, siendo quizá su obra más personal (aunque proceda de una novela). Aquí la acrofobia, lo del detective, una trama con fallos clamorosos... no son sino macguffins que permiten llevarnos a lo importante: la enfermiza historia de amor en la que Scottie se ve envuelto y que se torna en la segunda parte del metraje en necrofilia. Así era el inglés, capaz de regalarle a la niña de Tippi Hedren, otro de sus grandes amores imposibles, un ataud por su, creo, 5º cumpleaños (la niña quedaría tan marcada que de mayor tuvo que ir al médico cada poco tiempo. Al médico cirujano, pues se trataba de Melanie Griffith).
Hitckcock cuenta aquí con una maravillosa Kim Novak, la mejor "rubia" desde su adorada Grace Kelly: la cámara (= el mismo director) la sigue y persigue, se desliza por su cuerpo y rostro, la desea. En ningún personaje masculino de su filmografía hay tanto del director (miedos y obsesiones) como en este, protagonizado por un majestuoso James Stewart.
Impresionante, también, la atmósfera de reminiscencias oníricas, con la excelente fotografía de Burks en la que abundan los verdes y rojos y la, una vez más, excelente BSO de Herrmann. Y los inquietantes y novedosos títulos de crédito... Y, cómo no, esa escena del beso y la cámara que gira envolviéndolos. Y..... y voy a verla otra vez en cuanto pueda.
Yo soy muy cagarri y no me suelen atraer nada las pelis de miedo porque lo paso fatal (durante y después ni te cuento), pero psicosis y la de los pájaros (¿no te gusta?), las ví varias veces.
ResponderEliminarAún me estoy riendo de tu comentario sobre el ataud regalado a Melanie.
Me gusta que cuentes anécdotas de cada película o comentes escenas a las que probablemente poca gente haya dado esa importancia.
Servirías para crítico, sin duda.
Besitos.